Daniel Navarro es el teclista del tributo a Extremoduro Minoría Absoluta (en honor al octavo álbum de la banda de rock extremeña), que estará el próximo viernes 11 de agosto animando las calles de Arucas en el FiestoRon. El grupo, que dio su primer concierto en agosto de 2016, ya estuvo en la edición de 2018 de este festival. En esta ocasión, compartirán escenario con Ska-P.
Con ganas del FiestoRon este viernes, ¿no?
Sí, claro. Estamos bastante motivados. Llevamos ensayando bastante tiempo, preparando el espectáculo que queríamos dar aquí. Deseando subirnos al escenario.
No están en el FiestoRon desde 2018.
Exacto, esta es nuestra segunda participación. Ya en el 2018 contaron con nosotros, lo cual fue un espaldarazo para el grupo, porque no habíamos tocado por aquel entonces en un escenario tan grande, tan conocido y ante tanto público. Eso supuso un punto de inflexión en la banda que nos hizo motivarnos aún más para el futuro.
¿Qué supone para ustedes tocar en un festival como el FiestoRon, en su tierra?
Hombre, para nosotros es, primero, un orgullo, y después el manifestar el agradecimiento a las personas que lo han hecho posible y sobre todo al público que entendemos que también es el que pone en valor nuestro trabajo. Entendemos que eso ayuda a que los festivales, ya sean pequeños o grandes, se puedan fijar en nosotros y darnos una oportunidad.
Han compartido escenario con muchas bandas del panorama nacional. En esta edición van a compartir escenario con Ska-P. ¿Cómo ha surgido esta colaboración?
Con mucha suerte y por el festival. Sí, es verdad que hemos tenido la ocasión de tocar en eventos más pequeños con, por ejemplo, Reincidentes, con los que tocamos en el extinto Paper Club. Ese fue un concierto que, entre el Paper Club y la banda, tratamos directamente con ellos y fue posible hacerlo con gran éxito. También conocer a ídolos musicales nuestros como son Reincidentes, como son Ska-P, etc, para nosotros es un orgullo el poder compartir escenario con artistas tan grandes.
"Me gustó mucho ver cómo el público responde en los conciertos, cómo canta todas las canciones"
¿Qué recuerda de sus comienzos con la banda?
Yo me incorporé a la banda en 2017 como teclista. Mi primer concierto fue en un BioAgatete, el de 2017. La banda no llevaba ni un año. Para mí fue una toma de contacto brutal. Yo venía de otras bandas y de otros estilos y para mí fue algo muy especial, el ver cómo el público responde en los conciertos, cómo canta todas las canciones, cómo no pierden de vista el escenario ni nada de lo que hacemos. La verdad que eso me llamó bastante la atención y me gustó mucho.
¿Qué diría que es lo más difícil de tener una banda tributo? ¿La exigencia de los fans, quizá?
Sí, bueno, la exigencia, al ser un tributo, digamos que no es una banda de versiones, que es un poquito más, en el sentido de tratar de ser lo más fieles posible a la interpretación que la banda original hace. En nuestro caso, empezamos el tributo cuando Extremoduro estaba girando, pero desgraciadamente, como todos sabemos, por todo lo que pasó antes y después de la pandemia, a los fanáticos de Extremoduro no nos va a ser posible verlos en directo. Entonces, para nosotros eso también supone un plus, a la hora no solamente de tocar los temas, que nosotros disfrutamos muchísimo, sino también de poder ofrecer al público en general y, sobre todo a los amantes de Extremoduro, una oportunidad de poder revivir épocas pasadas y recordar canciones que para todo el mundo son muy especiales.
¿Con qué clase de público se suelen encontrar en los conciertos?
Mayoritariamente son de 30 o 35 años en adelante. Sí es verdad que nos hemos encontrado en muchísimas ocasiones y en diversos lugares, porque hemos tocado en diferentes Islas, en la Península, en Londres… Sí es verdad que se observa que el público joven, a los veinteañeros, también les gusta mucho. Por tema generacional imagino que ellos están atentos a otras músicas. Pero es verdad que reconforta mucho el ver a la gente que en su momento iba a los conciertos de Extremoduro y también ver a la gente no tan mayor que sigue arrastrando el grupo y vienen a vernos.
¿En qué momento de su vida le llegan las canciones de Extremoduro?
Mi primer contacto con Extremoduro fue visual. Fue cuando tendría yo trece años, estaría entre octavo de EGB o primero de BUP. Un compañero de los Salesianos llevaba una sudadera, de estas con capucha, y yo pensé que ponía Extremadura. Y yo me dije: ‘qué raro’, con un dibujo súper raro… Pensaba que ponía Extremadura, hasta que un día me fijé bien y vi que ponía Extremoduro. Entonces, le pregunté a mi amigo, Jesús por cierto, y él me habló de la banda e incluso me pasó algún cassette. Ya desde ese momento pude descubrirlos y escuchar los temas de aquel entonces. Claro, con el paso del tiempo, el grupo ha crecido, las canciones han aumentado, los éxitos han venido uno detrás de otro… Y la verdad es que ha sido un gustazo poder seguir esa carrera de Extremoduro y, sobre todo ahora, poder tocar sus temas, que ya es el no va más.
¿Hasta qué punto diría que hay poesía en las letras de Extremoduro?
La verdad es que Robe [Iniesta] se caracteriza por eso precisamente. Por la carga poética que tienen sus letras, que pueden ir desde lo más elevado, desde el Amor castúo o cualquier otro tipo de amor, hasta temas relacionados con las drogas, con la exclusión social… Temas muy sociales que, por qué no decirlo, a los miembros de la banda también nos preocupan y coincidimos en ello. Es verdad que, por un lado, musicalmente, son canciones que no son complicadas en cuanto a su estructura, pero la carga emotiva, simbólica y poética de las letras del amigo Robe son espectaculares. Cualquier persona que no conozca la banda, ya simplemente con leer algunas de esas letras, puede sentirse identificado.
"Lo que nuestro público nos dice es que la voz de Ale Camañés es muy parecida a la de Robe"
Defienden su tributo utilizando las mismas armas que la banda original. ¿Cuál diría que es, en su caso, la más potente?
Lo que nuestro público nos suele comentar más es que la voz de nuestro cantante, de Ale Camañés, es muy parecida a la de Robe o, por lo menos, trata de hacerlo lo más parecido posible. En cuanto a las guitarras también intentamos que todo sea lo más fidedigno posible, también dependiendo de la versión que tratemos de sacar, porque Extremoduro ha sacado diferentes masterizaciones, diferentes discos de directo… La canción que elegimos, la elegimos de algún disco en concreto. Con las guitarras tratamos de ser lo más fieles posibles, en los solos, las introducciones a las canciones…, precisamente para fomentar que la gente las reconozca y se meta desde el minuto cero en el concierto. Una cuestión que tiene nuestra banda, que la hace un poco distinta del resto de tributos que hay a Extremoduro por toda España, es que nosotros tenemos teclado. Y diferentes temas de Extremoduro no solamente es que lo lleven, sino que tienen partes en las que el teclado es primordial. No solamente órgano, sino cuerda, piano, etc. Y creo que eso hace que nuestro tributo, además de diferenciarse del resto, guste un poco más en el sentido de que es más fiel a lo que siempre se ha escuchado de Extremoduro.
¿Tienen algún ritual antes de subirse al escenario después de tantos años y conciertos?
Hacemos la típica piña, un poco para concentrarnos y centrarnos en lo que vamos a hacer, comentamos los últimos detalles y recordatorios, porque lógicamente nadie es perfecto. Y nada, nos miramos todos a los ojos y ya todo el mundo sabe lo que tiene que hacer. A partir de ahí, es disfrutar.