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CANARISMOS

Dar gato por liebre

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Aunque no se trata de un dicho genuinamente canario, la expresión es muy común entre hablantes isleños, hasta el punto de que se puede decir que se ha naturalizado para formar parte del repertorio fraseológico popular de las islas. Este viejo refrán castellano que explica el engaño de dar una cosa por otra tiene su antecedente más remoto en el latinismo: Adulterium pro legitimo venditare. La frase parece tener origen en las conocidas trampas a las que, antaño, recurrían los venteros en hospederías y fondas, como era la de hacer pasar la carne de gato por conejo o cabrito.

Se cuenta que antiguamente existía una suerte de conjuro mediante el cual el viajero trataba de verificar la autenticidad del género que el ventero le servía, esto es, averiguar si se trataba de carne de liebre, conejo, gato o cabrito; este consistía en que todos los comensales se ponían en pie en torno a la mesa y el más calificado de ellos pronunciaba esta fórmula: «Si eres cabrito, mantente frito. Si eres gato, salta del plato». Acto seguido se separaban de la mesa por si la vianda saltaba del plato y, si no lo hacía, todos se sentaban a comer resignados; lo que hoy nos puede parecer meramente anecdótico y que explicaríamos más como un acto de sugestión que induce al autoengaño que por una fórmula mágica. El refrán se documenta en Castilla a partir de la primera mitad del siglo XVI en dos versiones, sin que conste cual es la más antigua de ellas. Una que dice: «Vender gato por conejo», y la segunda: «Vender gato por liebre». Así mismo Correas lo registra en su Vocabulario como «vender/dar gato por liebre» para referirse a los que, en lugar de dar buena mercadería, engañan con la mala.

La expresión fue de uso frecuente entre los escritores de los siglos XVI y XVII [«Cada cosa se vende por lo que es, no gato por conejo ni oveja por carnero», Guzmán de Al-farache, Mateo Alemán. Cervantes pone el refrán en boca de don Quijote al reprender a Maese Pedro, cuando este le quiere hacer creer que el títere que don Quijote desnarigó es Melisenda. Ante la tosquedad del muñeco, el caballero sostiene que lo quiere engañar, ante lo que echa mano de este refrán («no hay para qué venderme a mí el gato por liebre») muy común en su época para caracterizar las falsas transacciones económicas; Quijote, II- XXVI].

Hoy su empleo se ha generalizado para advertir o poner al descubierto un engaño, tanto en el ámbito del comercio como en cualquier otro orden (aunque fundamentalmente se usa en supuestos donde se produce un intercambio de bienes o prestaciones recíprocas). En definitiva, la expresión «dar gato por liebre» quiere decir dar una cosa por otra, por ejemplo, entregando un género de menor valor o calidad haciéndolo pasar por otro más barato o de inferior calidad.

Puede presentar un carácter admonitorio/preventivo y en este caso funciona a modo de advertencia que nos pone en guardia o nos previene de una situación en la que podemos ser víctimas de una treta: «Ándate con cuidado no sea que te vayan a dar gato por liebre», con lo que se trata de llamar la atención del incauto para que no caiga en la trampa que le pueden estar urdiendo. Pero también suele tener el valor de denuncia y por lo general tiene por finalidad poner al descubierto o delatar a alguien por un fraude ya consumado, por lo que se usa la forma de pasado: «Te dieron gato por liebre».

Esta fórmula se emplea cuando la situación no tiene ya remedio y solo cabe lamentarse inútilmente por parte de quien la sufrió e implica siempre una actitud dolosa por quien ejecuta la acción. Expresiones más propias del español de Canarias afines a aquella son: «Coger echado a alguien» («Te/me cogieron echado», se puede escuchar en forma autorreferencial cuando alguien reconoce haber sido sorprendido fácilmente y, por confiarse en exceso, se convierte en víctima de una treta o de una encerrona); «lo engañaron como a un niño /o como a un chiquillo chico»; «pegarle/darle una quintada a alguien» (una quintada es un engaño o mala pasada que se le hace a alguien faltando a un compromiso); «me hizo una jugada» o, acaso, de uso más generalizado en la actualidad: «pegarle una montada a alguien».

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