Cielos cierra la tetralogía La sangre de las promesas ¿Qué caracteriza a esta obra comparada con sus precedentes?
Se desmarca de las otras en varias cosas. Se cierra la tetralogía y se separa de sus predecesoras para empezar porque, a diferencia de las demás, la acción no tiene lugar en el mundo árabe, aunque se menciona. No está nutrida de flashbacks, sino que todo ocurre en tiempo real, en el presente; hay saltos temporales, pero cronológicos. Y luego es la más cinematográfica de las cuatro, es casi una película, un thriller de espionaje, un capítulo de una serie tipo 24 Horas porque los cinco personajes luchan contra reloj para intentar evitar un atentado a escala mundial y se asemeja casi más a una obra audiovisual más que teatral y eso me atraía mucho. El hecho de que hubiera tanta tecnología, que no suele ser algo muy habitual, hace que parezca más una obra de Robert Lepage en algunos momentos. Y creo que, a diferencia de las demás que tratan la relación con nuestros antepasados, esta se centra más en la relación padre-hijo, madre-hija, y es un poco lo que le dejamos a nuestros jóvenes y cómo nuestras futuras generaciones van a asumir el mando de un mundo cada vez menos humano.
Mario Gas con Nuria Espert trajeron al Cuyás en 2007 otra de las obras más famosas de la tetralogía: Incendios.
He visto cuatro versiones de esa obra, incluyendo, por supuesto, la película. He visto la versión de Mouawad, la de Mario y una versión maravillosa en catalán dirigida por Oriol Broggi en el Teatro de la Biblioteca de Barcelona.
También estuvo en julio pasado en el teatro Pérez Galdós el propio Mouawad donde dirigió y protagonizó Seuls.
Mouawad es un todo-terreno, un tipo que, además de dirigir el Teatro de la Colina en París, y de haber tenido un talento increíble como dramaturgo, tiene a favor estar afincado en Canadá donde las ayudas al francés son importantes. No obstante, es la vanguardia del teatro a nivel mundial, como ocurre con Lepage, Maouwad o incluso El circo del Sol. Todos nacen en la parte francófona de Canadá y todos tienen ayudas con las cultura en primer plano de la parte francófona que al final termina notándose. De hecho Cielos es una obra que contiene elementos, no solo de puesta en escena y dramaturgia, sino que se escribe en 2008 y se estrena en 2009 en el Palacio de los Papas en Avignon para cerrar la tetralogía. Allí se hicieron las cuatro funciones seguidas, la gente se quedaba a dormir ya que duraba hasta buena parte de la madrugada. Y en Cielos vemos cosas que tienen que ver mucho con nuestro presente. Es un presagio de cosas que están pasando quince años después de haber sido escritas. Incluso a nivel tecnológico el uso de las contraseñas por palabras, que ahora mismo cualquiera que tenga una cartera de criptomonedas sabe lo que es, lo vemos implementado de una manera absolutamente cotidiana. Y a nivel dramatúrgico hay un elemento principal que es una botella al mar que lanzó en 2008 y que ha aparecido con un mensaje dentro a las generaciones futuras y a nosotros también.
Habla del futuro que le dejamos a nuestros jóvenes y cómo van a asumir el mando del mundo
Llama mucho la atención el aspecto escenográfico.
Desde que leí la obra yo la imaginé diferente a como la plantea Maouwad. Él la plantea a nivel oriental, pero yo, con esto de que se llamaba Cielos, y que en el plural en francés el autor comete una falta de ortografía adrede porque no se refiere solamente al cielo como paraíso o al cielo como el que tenemos sobre nuestras cabezas, sino también a la nube, a todo eso que hemos creado y que está en una especie de nube almacenado que tiene nuestra información. Y por eso enseguida imaginé una escenografía vertical. Y eso se lo dije a Alesio Meloni. Le dije «apáñatelas, pero quiero tres pisos, que esté arriba el cielo, el jardín donde estén las estatuas particulares de las que habla el autor, que en medio esté la sala de operaciones que es donde ocurre la mayor parte de la trama en la obra, y debajo los nichos donde están las habitaciones de los cinco personajes, donde les vemos tal cual son. En la sala de operaciones les vemos ejercer su tarea tratando de mantener sus distancias a nivel personal. Y arriba les vemos en contacto con su parte más espiritual.
La obra es un thriller pero repleta de elementos clásicos.
Sí. Es como una película puesta encima del escenario. Y ese era uno de los grandes retos, ver cómo funciona llevar una thriller trufado de la poética de Mouawad. Es un thriller que de repente tiene ecos de los poetas y dramaturgos de la Grecia clásica y ese es otro de los grandes retos, que en un diálogo corriente de repente aparece un poema. De este modo, la tragedia griega la aterriza en nuestros días y eso provoca nominemos bellísimos como hay en Incendios, Cielos, Bosque, Litoral y en Hermanas incluso.
¿Cómo definiría el estilo de Wadji Mouawad?
Yo creo que, como exiliado y ciudadano del mundo, está permanentemente en contacto con el desarraigo, con darle voz al que agarró la maleta y se tuvo que ir, que es una condición del 99% de los ciudadanos. Todos somos migrantes, de una manera u otra. Migramos cada día. Pero él lo une a nuestro árbol genealógico y nos está hablando constantemente de donde venimos y del peso que tiene la inercia de nuestros acuerdos tácitos, y cómo es la tragedia del ser humano de lucha contra esa inercia. Él nació en Siria con una tragedia encima. y para mí la gran diferencia con los clásicos es que aquí no son los dioses los que provocan la tragedia, sino que es el propio ser humano en generaciones anteriores, y en la manera que uno trata de solucionarlos en las generaciones presentes.
Mouawad tiene la suerte de vivir en la parte de Canadá en donde está el teatro de más vanguardia
¿Existen algunas características que aparezcan en las obras que a usted le gusta dirigir?
Tiene que ver con un impulso lúdico, tanto en las obras más aparatosas como Ladies Football Club, como las más sencillas como Un trozo invisible de este mundo. En todas el componente común es lo lúdico, que el texto me proponga un juego. De hecho el año que viene estrenamos en Gran Canaria un espectáculo que también es un monólogo, 14.4, y el primer impulso tiene que ver con jugar, tratar de convertirme en esa historia que se está contando y reunir al equipo para n juego colaborativo en el que nadie pierde y todos ganamos por el simple hecho de jugar. Todas hablan de lo que pasa, no se abstraen del mundo en el que vivimos, del presente, de las cosas que siento que tengo que hablar, y nunca es mental, es más emocional o visceral el hecho de elegir una u otra obra. Muchas veces nos encontramos con sincronicidades como Ladies Football Club que cuando empezamos a trabajar en ella ni las futbolistas estaban nominadas a balón de otro, ni los estadios estaban abarrotados. Nos sucedió con Lehman Trilogy y con Una noche sin Luna porque seguiremos hablando de memoria hasta que se resuelvan una serie de cosas. Y en Cielos tiene un elemento central que enlaza con la actualidad.
¿Qué le parece que algunos actores digan que en el teatro es donde se ve al profesional?
Hay actor audiovisual, actor de escena y actor de voz. Hay grandísimos actores de voz que en escena no se manejan y han perfeccionado su oficio para ser voces porque luego los subes a un escenario y tienes un problema. Hay actores especialistas en teatro-musical y a lo mejor los pones delante de una cámara y no funcionan. Hay actor todo terreno, pero a lo mejor no profundiza en todos los ámbitos.