La sala S/T Espacio Cultural, en Vegueta, acoge la muestra dual ‘Tentactivas y permutacciones’, que reúne las obras de los artistas Paco Rossique y Carlos Bloch, dos veteranos creadores que, con cuatro décadas de trayectoria a sus espaldas, dialogan por primera vez en una exposición desde respectivos códigos y coordenadas artísticas. La muestra puede visitarse hasta el 6 de octubre.

Los pintores Carlos Bloch y Paco Rossique, dos veteranos que llevan cuatro décadas pintando, convergen, por vez primera, en una muestra dual bajo el título Tentactivas y permutacciones en la sala S/T Espacio Cultural.

Carlos Bloch, nacido en Las Palmas pero residente en Madrid desde 1973, donde participa en multitud de actividades plásticas de La Movida como La banda de Moebius o La Vaquería –hasta el punto de convertirse con el correr de los años en una figura imprescindible en todas las retrospectivas sobre dicho movimiento contracultural– es un pintor de vocación discreta, que ha preferido permanecer en la sombra. Por el contrario, su antiguo compañero de colegio, Paco Rossique, nacido en Tetuán pero residente en Las Palmas desde los dos años, ha tenido una trayectoria pictórica mucho más versátil y ostentosa, que le ha llevado a ilustrar desde las páginas más pequeñas a los muros más grandes.

De este modo, Paco Rossique y Carlos Bloch exponen juntos, compartiendo poco más que la sala, pues sus obras no pueden ser más diferentes. El primero mucho más tenebrista, confronta cuatro series, contrapuestas pero complementarias, con las pinturas muchos más coloristas y eclécticas del segundo.

El título Tentactivas hace referencia a la pintura de Carlos Bloch que presenta tentativas de imágenes imposibles y permutacciones a la de Paco Rossique que muestra permutaciones de una misma imagen, en el primer caso de una forma activa y en el segundo con multitud de acciones.

La primera serie de Paco Rossique, titulada La reverenda madre, supone una curiosa combinación entre los rostros de Andy Warhol y el Estudio del Retrato del Papa Inocencio X de Velázquez realizado por Francis Bacon, pero en esta ocasión el rostro que se deforma no es el del sumo pontífice, sino el de otro personaje del maestro sevillano, La venerable madre Jerónima de la Fuente, monja franciscana fundadora del convento de Santa Clara de la Concepción de Manila, el primero de Extremo Oriente, pues su faz se va deformando progresivamente, en cada retrato hasta acabar convirtiéndose en algo parecido a la máscara de Ghostface en una sorprendente serie que aúna la cultura pop con la España más negra en unas pinturas creadas con lápiz compuesto y tinta sobre papel, entre los cuales descuellan algunos acrílicos.

Una de las obras de Carlos Bloch en la sala S/T espacio cultural. | | LP/DLP

En Diálogo del hombre doble, título surgido de una errónea traducción de la composición musical Dialogue de l’ombre double de Pierre Boulez, Rossique realiza una reflexión acerca de la dualidad humana, cómo nos vemos y cómo nos ven los demás, a través de parejas de personajes de distintos sexos y edades unidos entre sí –con más ojos de lo normal– creados con acrílicos, tinta, carboncillo y lápiz compuesto sobre madera con guiños a Chagall y Toulouse-Lautrec.

Por el contrario, en Solitario, su tercera serie, surgida del cuadro homónimo que se expone adjunto, trata de ver el mundo con un solo ojo, mediante acrílicos y carbón sobre madera.

Pero es su ultima serie, Paseantes la que nos conduce con la misma técnica, pero en esta ocasión jugando, a través de sus títulos, con el doble sentido de la palabra, por unos bulevares expresionistas –que tienen mucho de Kandinsky y Munch– en los que no es difícil perderse en un laberinto de dobles sentidos.

En contraposición con todo lo anterior, los cuadros de Carlos Bloch, algunos sin título, son un pequeño muestrario de su obra, que revelan figuras geométricas, la mayor parte de las veces abstractas, en menor medida figurativas o incluso ambas cosas a la vez, sobre soportes tan diversos como el metacrilato, la madera e incluso un espejo, que a través de la pintura acrílica, el collage y varias técnicas mixtas, combinan un estilo claramente deudor de Kandinsky, Jean-Michel Basquiat, Paul Klee y Jackson Pollock entre otros.

La muestra reúne dos maneras de entender la representación gráfica en un diálogo visual tan fecundo como seductor

El pincel de este artista, que claramente se maneja muy bien en todos los campos, demuestra una versatilidad técnica y expresiva tan sorprendente como las alucinadas figuras que plasma en sus cuadros, en las antípodas de la obra de Rossique, a pesar de que ambos beben de la mismo fuente expresionista.

La disparidad estilística que muestran entre sí sus cuadros hace de Bloch un pintor inclasificable. Puntillista, minimalista, naif, burlesco, expresionista, psicodélico, chagalliano, surrealista, ecléctico, son algunos de los adjetivos que vienen a la cabeza nada más contemplar sus creaciones, auténticas explosiones de un color que contrasta con los blancos y negros de Rossique, componiendo entre ambos una exposición que reúne dos maneras de entender el arte de la representación gráfica que combinados en las paredes de la sala S/T Espacio Cultural establecen un diálogo visual tan fecundo como seductor.