Ser (alguien) como el perro de don Justino

Se trata este de un registro local que localizamos en el pueblo del Ingenio (Gran Canaria). Don Justino Pérez Ramírez fue un personaje muy popular en este pueblo. Gozaba de una holgada posición económica, fue Juez de Paz y se le recuerda como una buena persona, muy querida entre sus convecinos y un buen aficionado a la caza. Se cuenta que don Justino tenía un perro cazador que mostraba buenas mañas en el arte cinegético. Pero como suele suceder, cuando el animal fue envejeciendo perdió aquel brío y agilidad que mostraba de joven. Sin embargo, el bueno de don Justino no renunció nunca a seguir llevando a su perruno amigo a las cacerías, en las que participaba con el resto de los perros de sus compañeros de partida. El perro de don Justino, con menor destreza que en sus años mozos, había ganado en astucia y mala idea, y no se entretenía en dispendios de energía, sino que se reservaba para la ocasión. De manera que cuando un perro «cantaba» un conejo en una «morada» o escondido en un majano, el resto de la perrada correteaba de acá para allá ladrando agitada en busca de la presa. Por el contrario, el perro de don Justino, haciendo de la paciencia virtud, esperaba sin moverse delante de la entrada de la madriguera o del escondite del conejo. Y en medio de todo el barullo y la bulla armada por la jauría, él, a la zorruna («como perro viejo» que era), apenas salía el conejo, lo agarraba antes que nadie. Burlando a sus congéneres de perrada más jóvenes que él y atribuyéndose el mérito de dar caza a la presa.

Con esta oportuna estratagema, el can de don Justino ganó fama entre los cazadores y lugareños que terminaron construyendo este dicho que se generalizaría para referirse a la persona avispada que saca provecho de una situación de confusión. Esta expresión que ha pasado a formar parte del repertorio fraseológico local tilda de aprovechado a quien, viéndolas venir, se mantiene atento para no desperdiciar la ocasión que los demás le ofrecen. Se dice así de una persona que actúa movido por tales intenciones que «es como el perro de don Justino» que cuando «se las huele», se echa delante de la madriguera esperando a que salga el conejo.

El refranero popular canario está lleno de referencias a dichos y frases proverbiales que tienen a los canes como protagonistas y, singularmente, algunos se ocupan de la vejez de los perros. Casi todos rondan en hacer valer las características de la astucia y la sagacidad de estos animales cuando envejecen, y que han pasado a convertirse en metáforas que describen el carácter y actitudes de las personas. Por ejemplo, cuando se dice de alguien que «tiene más ideas que un perro viejo» se refiere a una persona muy astuta; o «a perro viejo no se le hacen muecas», para expresar que es muy difícil engañar a una persona experimentada. El dicho local que comentamos, siendo la cacería una actividad que, en Canarias, se relaciona preponderantemente con ambientes populares, bien podría recrearse o emplearse en otras situaciones de la vida cotidiana. Puede ser entre pescadores que encuentran un buen «pesquero», del que toman posesión desde bien temprano y se afanan en «engodar» el pescado para atraerlo a la orilla, mientras esperan pacientemente. Justo cuando el pescado está bien engodado, llega otro pescador que «apareja» y apenas echa el primer lance, pesca un buen «leño», sacando partido a los preparativos del resto de los pescadores. En situaciones como esta cabría decir aquello de: «ese es como el perro de don Justino», para dejar claro que se trata de una persona astuta, oportunista y aprovechada.