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‘Papel Literario’, reducto de libertad de Venezuela, trae su historia a La Palma

El suplemento más antiguo de América Latina cumplió 81 años el 15 de agosto

Su director Nelson Rivera visita el Festival Hispanoamericano el próximo septiembre

Antigua redacción de 'El Nacional'.

Antigua redacción de 'El Nacional'. / Kenny Linares

Nora Navarro

Nora Navarro

En las páginas de Papel Literario, el suplemento cultural más antiguo de América Latina, nacido bajo el ala del periódico venezolano El Nacional, pueden leerse la trayectoria y el pulso cultural de Venezuela a lo largo de los últimos 81 años, como un registro escrito de su conversación intelectual y evolución del pensamiento crítico contra el asedio de la violencia y miedo. Fundado por Miguel Otero Silva en Caracas el 15 de agosto de 1943, solo 12 días después de que comenzara a circular El Nacional, diario de referencia en Venezuela, sus sucesivos directores han mantenido viva la llama que ilumina este espejo de intercambio de ideas a través del tiempo, como un referente plural de libertad, resistencia y diálogo. 

En 1995, el periodista, escritor e investigador venezolano Nelson Rivera tomó las riendas de Papel Literario en un contexto de creciente inestabilidad, persecución y acoso a los medios de comunicación en el país. Este mismo escenario provocó que en 2015 pusiera rumbo a A Coruña (Galicia) y, desde entonces, Rivera dirige la publicación venezolana desde el exilio, desplegando puentes entre su patria primera y otras orillas a través de una nutrida y dispersa red de colaboradores: la mitad son sus ojos dentro del país, la otra mitad escribe desde la diáspora; diseminados pero reunidos en el espacio de las palabras. 

El próximo septiembre, Nelson Rivera viajará a la isla de La Palma para participar en el Festival Hispanoamericano de Escritores, que cada año dedica el encuentro a un país invitado y que esta sexta edición tiene como protagonista a Venezuela, con una programación de participantes que reúne a una veintena de escritores, editores y críticos venezolanos procedentes del país o del exilio en distintas partes del mundo. «Lo que va a ocurrir en La Palma es nada menos que el más importante encuentro de autores venezolanos que se haya producido fuera del país en lo que va del siglo XXI. Un reencuentro imprescindible entre los que viven en Venezuela y los que estamos dispersos en varios países», manifiesta Nelson Rivera desde su residencia gallega. «Mi intuición me dice que esto no será un festival más, o un encuentro más, sino que será decisivo, por ejemplo, para crear redes de escritores venezolanos que resistan a la dictadura».

"Acepté dirigir el Papel Literario en una situación de emergencia"

Cuenta Rivera, miembro del Consejo Editorial de El Nacional desde 1993, que «acepté dirigir el Papel Literario en una situación de emergencia porque, en ese momento, la prioridad era mantener la publicación con vida». Tanto el suplemento como su cabecera circularon por última vez en versión impresa en octubre de 2018 como consecuencia de las presiones políticas, la devastación económica y la falta de papel, después de dos décadas de continuo enfrentamiento con el Régimen chavista, en las que decenas de medios desaparecieron para siempre. En concreto, el diario denunció «una campaña de hostigamiento y persecución dirigida durante años hacia este periódico» por parte del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Actualmente, El Nacional y Papel Literario resisten en formato digital y, además, el suplemento cultural llega a los buzones electrónicos de casi medio millón de lectores de todo el mundo gracias a la imaginación, pasión y compromiso de Rivera.  

«Me gusta repetir que el Papel Literario es una cadena de sucesivos milagros. Pero el más difícil de creer y calibrar, el que produce vértigo, es la total independencia que hemos disfrutado los sucesivos directores del suplemento», reflexiona. «Esta afirmación adquiere tintes todavía más dramáticos cuando se piensa que El Nacional, desde que apareció el 3 de agosto de 1943, más que un diario, ha sido una moderna institución venezolana extraordinariamente influyente en el ámbito público y, por lo tanto, axial y controvertida, objeto de presiones, censuras, persecuciones y cierres, en varias ocasiones».

En este sentido, Rivera se reconoce hoy «depositario de un privilegio muy escaso que nadie más tiene». «En el 2010, en Madrid, se realizó un encuentro con 26 directores de suplementos culturales de América Latina y un periodista de Brasil me endilgó una especie de mote, raro bicho, porque los otros 25 directores contaron que estaban obligados a cumplir con rutinas de control previa o a aceptar ciertos lineamiento sobre temas no permitidos», explica. «Muchas veces me he preguntado qué ha hecho posible nuestro milagro. Sostengo que el factor determinante ha sido la autonomía, la facultad amplísima de actuar según el propio criterio que los propietarios del diario nos han concedido a los sucesivos directores».

A pesar de su mirada e imaginario común, cada director ha proyectado sus propias líneas y estrategias, que hoy conforman la identidad global de Papel Literario: en el caso de Rivera, con una proclividad casi devota por la poesía, apostó por abrir su paleta temática a distintas disciplinas y secciones, más allá de la literatura, así como por embarcar a reputados escritores de todo el mundo como columnistas. «Salvador Garmendia, por ejemplo, publicaba Ojo de buey, quizás la más ingeniosa columna de la prensa venezolana del siglo XX», relata. También instituyó sus célebres series temáticas, donde distintos creadores del país responden a preguntas sobre la creación, sociedad y tendencias de la realidad venezolana, «como método para mantenernos muy próximos al trabajo de intelectuales y creadores, mientras ganamos lectores».

El pasado 15 de agosto, Papel Literario cumplió 81 años de historia. En el segundo semestre de 2023, varias universidades venezolanas celebraron foros para analizar su trayectoria en el marco de su 80º aniversario. ¿En qué coincidieron los participantes? «En que el Papel Literario ha estado en el centro del mapa cultural venezolano y se ha mantenido como el núcleo vivo del debate artístico e intelectual del país», indica Rivera. 

«Una posible historia del hacer cultural venezolano a partir de 1943 bien podría tener su punto de partida, su esqueleto, en las páginas del suplemento, pues los más importantes debates intelectuales que se han producido en Venezuela a lo largo de las décadas en los ámbitos de las ideas, las artes visuales y la literatura, se iniciaron y desarrollaron en las páginas del Papel Literario». «Y al igual que El Nacional, que es su figura paterna», sigue, «el Papel Literario ha demostrado una capacidad insólita para sobrevivir, especialmente en los últimos 25 años, a pesar del acoso al que han sido sometidos el diario, la empresa, sus propietarios, directivos y trabajadores». 

A medida que la situación sociopolítica en el país cercaba cada vez más libertades, cerrando medios y ventanas de expresión por medio de «la intimidación, el hostigamiento y la represión», Rivera tomó la decisión de emigrar y poner rumbo a España en 2015, con la determinación de sostener el suplemento en la distancia. «En el instante mismo en que entendí que debía huir de Venezuela, y que tenía solo unas horas para hacerlo, no tuve otro pensamiento que el de llegar a España, no me planteé otra posibilidad», confiesa. «Dirigir una publicación sin el miedo constante de que en cualquier momento puedan secuestrarte y enterrarte en un calabozo, es una ventaja inapreciable para mí. Y admiro a los periodistas que viven y trabajan en Venezuela, exponiendo sus vidas a la tortura o a la muerte». 

La portada más reciente de 'Papel Literario'.

La portada más reciente de 'Papel Literario'. / LP/DLP

El pasado 2023, Papel Literario publicó en sus páginas textos de un total de 462 colaboradores, de los que 247 viven distribuidos en 19 o 20 países de tres continentes. «Creo que la proporción de los articulistas de El Nacional que viven fuera de Venezuela es probablemente muy parecida: un poco más de la mitad», puntualiza Rivera. «Sin embargo, confieso que ahora mismo tengo el temor de que las cosas empeoren. El desconocimiento a plena luz del día, sin ocultamiento, de la voluntad clara y contundente expresada por los venezolanos el 28 de julio, muy probablemente será el motor de nuevas olas migratorias. Nos acostumbramos a repetir, como si nada, que hay 8 millones de venezolanos que han huido del país. 8 millones. ¿Hay acaso algún instrumento para medir lo que eso significa, lo que ha costado, las capas de dolor que eso representa, el sufrimiento causado a una sociedad entera que se desangra, aplastada por la dictadura?».

Este año se cumple casi una década desde que Rivera vive «en el dolor del exilio», que es, en sus palabras, «el dolor del no-lugar». Sin embargo, esa misma herida avivó su afán de tejer nuevas redes entre territorios y apuntalar ese reducto de libertad y encuentro. Así fue cómo en 2019 decidió convertir Papel Literario en un PDF semanal que distribuye en ese formato por correo electrónico y whatsapp para conectar simultáneamente con lectores de todo el mundo, que a su vez reenvían el suplemento para trascender a más generaciones y latitudes. «La receptividad que ha tenido es muy grande y continúa creciendo: comencé con una lista de envíos de 700 destinatarios y hoy son más de 56.000», revela el periodista, quien asegura que «muchos lectores me escriben para contarme que los sábados por la mañana esperan el PDF del Papel Literario como se espera un bien del espíritu». Un ejemplo reciente es que, la semana pasada, «me escribió un profesor de Historia del Arte desde Israel, que alguna vez vivió en Argentina. Me contó que recibe el PDF de su hermano médico que vive en Italia. Le interesan los pintores venezolanos como Armando Reverón y me pidió que lo incluya en la lista de envíos». 

Con todo, Rivera asiste con emoción al fenómeno de que «de forma increíble, la lectoría sigue creciendo por encima de lo previsible, alentada por los millones de venezolanos que viven fuera de Venezuela y que pueden conectarse a la web de El Nacional libremente o leer el suplemento en sus correos, sin ser sometidos a la pesadumbre del bloqueo». Su lectura como hilador de su intrahistoria es que «tenemos el privilegio de ser una publicación semanal con interlocutores y rodeada de expectativas». «Un economista diría que tenemos a nuestro favor una demanda real: si eso es así, tenemos que mantener nuestro esfuerzo para seguir adelante», concluye el director.

Y en esa brecha continúa, con el corazón en el alambre de «una intensidad que no cede», que es «con un ojo en mi realidad inmediata, por la que siento una enorme gratitud», expresa, «y el otro ojo puesto del otro lado de esa frontera que no puedo cruzar». «Solo con el paso del tiempo, el desgarro de no estar entre los tuyos y en tu lugar adquiere forma y se instala en las emociones. Sin embargo, tengo la fortuna de tener amigos en Venezuela, con los que hablo a diario: a través de ellos sigo el pulso, me aproximo al aspecto intangible y emocional de los encuentros culturales». 

Apenas hace unas horas que la tirada más reciente de Papel Literario llegó a millares de pantallas del mundo entero. Su portada inaugura el viaje lector con una entrevista al escritor Carlos Martín Medina, premiado en la Bienal Rafael María Baralt por su obra Divino temor. Iglesia, miedo y guerra en Venezuela (1810-1814). «El miedo es una idea política», reza el titular.

«Venezuela tiene un deber de gratitud con Canarias»

Nelson Rivera (Venezuela, 1958), director de Papel Literario, visita el sexto Festival Hispanoamericano de Escritores de La Palma el próximo septiembre, dedicado este año a Venezuela, ante cuya invitación expone «la necesidad de decir gracias, en mayúsculas, a la generosidad de sus organizadores». Pero además, el responsable cultural sostiene que «Venezuela tiene un deber de gratitud con Canarias y los canarios». «Los estudios del historiador Manuel Hernández González y los de otros investigadores no dejan lugar a dudas: lo permanente, enriquecedora y benévola que ha sido, por más de cinco siglos, la emigración de canarios a Venezuela, entre ellos, los provenientes de La Palma», manifiesta Rivera. «Me atrevo a decir que somos muchos los venezolanos que sentimos a los canarios como nuestros; el canario, no como extranjero, sino como alguien muy próximo, del que apenas podemos diferenciarnos. Si me preguntaran a qué viene un grupo tan numeroso de escritores a La Palma en septiembre, responderé: a decir gracias. Esencialmente a eso: gracias por tanta cercanía, por tanto intercambio, por tanta familiaridad, por tanta cosa buena recibida a lo largo del tiempo». | N. N.

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