Viaje de ida al tecno tétrico de Dyatlov

De la fiebre del industrial electrónico, alma mater de las raves búnker de Berlín a base de sintetizadores polifónicos surge Dyatlov. El duo lagunero compuesto por Carlos Pérez y Déborah Palenzuela, dos enfants terribles que mataron a su anterior agrupación musical, La Masacre, viajan en ferry a El Hierro para debutar en el evento de música alternativa Hero Fest este fin de semana.

El grupo, que acostumbran a aparecer en escena encapuchados con balaclavas, firma este año con un carácter más internacional que el anterior, al lograr firmar en la cartelera del Fengaros Festival de Chipre, el pasado agosto, o pasar por showcases de Gales en Reino Unido. Ambos integrantes devienen de una raíz punk y rockera, de la que han renegado completamente para encomendarse al tecno. Con un espíritu anárquico, no se permiten atarse a fechas de lanzamiento de nuevas canciones y tratan de experimentar con diferentes melodías que tienden al tecno oscuro y tétrico.

"Lo bueno de ser dos es que hacemos lo que nos da la gana", reivindica Pérez, el encargado de jugar con sintetizadores y cajas de ritmos. D/3 es el miniálbum que Dyatlov estrenó en junio, como parte de una nueva remesa musical más hardcore tecno que pondrían a funcionar en Chipre como carta de presentación. El trabajo está compuesto por Aromaventanilla y Solo Soy, dos composiciones oscuras del sello Dyatlov. Imposibles de categorizar, ambos concluyen en que lo suyo solo puede responder a un nombre y este es la electrónica: "Me gusta decir que lo nuestro es un sonido electrónico. No puedes enmarcarlo en un subgénero exacto porque es una suma de sonidos dispares en los que entra hasta el pop".

La banda sonora aborda un relato crítico en el que afloran inquietudes y pensamientos como respuesta al malestar social. El nexo más racional de Dyatlov se la deben a Mayakovski, poeta y dramaturgo del futurismo ruso, que les grabó a fuego su "Y porque no dijimos nada/ ya no podemos decir nada".

Con el lanzamiento del videoclip de Solo Soy programado para este viernes, Dyatlov continúa engordando su currículum, que hasta la fecha se ha cobrado los lanzamientos de Invitados en número perturbador, (2021) y su último álbum largo Tenía la rara virtud de no existir por completo (2023).

De paso por el Hero Fest

El dueto electrónico de Tenerife ensayaba ayer la puesta en escena de este fin de semana, todo entre las mismas cuatro paredes en las que graban desde su estudio casero. Dyatlov promete "mucha tralla" para el cierre de la primera jornada de Hero Fest, este viernes a las 00.00 horas. "No en todos lados la gente reacciona igual a nuestra música", pero "en Reino Unido flipan con nosotros". Para la cita herreña la organización promete congregar a más de 300 asistentes y tiene previsto repetir la misma fórmula organizativa a través de sus habituales conciertos y las actividades paralelas entre arte urbano, coloquios y showcases en sus dos emplazamientos dentro del municipio: Tigaday y La Maceta.

El cartel de la edición mezcla bandas internacionales como los portugueses Máquina o los mexicanos de Melts, además de agrupaciones canarias como Rabiche y Arube. Aunque el apartado musical goza de intérpretes de toda condición, con Doctor Explosión, Melts, Fajardo, Mollo & The Freestyle Poodoo Experts, Molina y Baked Belda. 

Carlos Pérez tocó la guitarra toda su vida, hasta que descubrió los sintetizadores y las cajas de ritmo. Ahora, la guitarra le parece "aburrida", aunque en el primer disco de transición entre La Masacre y Dyatlov, Invitados en número perturbador (2021), el rock se asoma entre el tecno futurista. Mientras Pérez se encarga de crear el sonido base de la canción, Déborah escribe, arregla y agrega sus vocales sobre la instrumental.

Aunque Berlín es el epicentro del gran cajón de sastre que es la música electrónica, Perez asegura que "Vayas donde vayas, siempre va a existir una escena musical electrónica". Las Islas Canarias no son excepción.

Balaclavas, Unión Soviética y anarquismo

Una máscara facial de lana bautizada con el mismo nombre de la región ucraniana de la que procede. La prenda de ropa está cotizada en la escena de música urbana, de la que en Dyatlov se nutren con colores tripeados en sus videoclips, con una estética decadente, underground y valiéndose a menudo de efectos visuales con luces estrobo.

Se identifican con el nombre de un incidente ocurrido en los montes Urales, durante el periodo de la Unión Soviética, en el que varios montañeros murieron en extrañas circunstancias. Las alusiones al imaginario ruso son constantes, aunque "casuales".