Entrevista | Mario de la Rosa Escritor y actor
Mario de la Rosa, escritor: «El amor muchas veces no entiende lo racional»
El escritor y autor madrileño aterriza hoy en Gran Canaria para participar en LPA Confidencial con su última novela

Mario de la Rosa, escritor y actor, en LPA Confidencial. / Andrés Cruz

El escritor y actor Mario de la Rosa (Madrid, 1975) ha aterrizado hoy en Gran Canaria para presentar su novela negra ‘Que arda esta casa con nosotros dentro’ en el marco de LPA Confidencial.
¿Cuál fue la semilla que le dio la idea para Que arda esta casa con nosotros dentro?
A veces me cuesta mucho hablar de la novela, porque como está llena de giros desde el principio, es muy fácil hacer spoilers, y lo paso súper mal hablando de esto, siempre me voy por las ramas y me pongo muy genérico. Sí te puedo decir que la simiente estuvo en lo que viene siendo un triángulo amoroso no deseado. Un triángulo amoroso en el que dos de las tres partes no desean que eso sea un triángulo. Es verdad que hay dos personajes, de esos tres, que cobran un mayor protagonismo por encima del tercero, pero porque son la novedad de ese triángulo. Porque las otras dos personas sí se venían viendo de antes. Entonces ahondo en cómo se fluctúa, cómo cambia a las personas esa situación, y luego todo el thriller que arrastra.
Con respecto a los personajes, también ha dicho alguna vez que se pone personal, pero no autobiográfico.
Claro. Me imagino que esto nos pasa a todos los autores. En mi caso, como yo también soy actor, y me toca mucho encarnar a personajes que no tienen que ver conmigo, es verdad que yo traigo un trabajo de serie de enfocarme mucho en cómo estamos configuradas las personas. Enfocarme en cómo están configuradas desde su infancia hasta el día de hoy. No es tanto lo que hacen, que sí, que es importante, pero sí el porqué lo hacen, cómo se sienten mientras lo hacen, y cómo les cambia el haberlo hecho. Ya puedan ser decisiones cotidianas que parece que no tienen mayor relevancia, como pueden ser decisiones que nos colocan en un marco de vida o muerte. Por eso digo que me pongo personal, porque intento desarrollar la biografía de los personajes. A veces está explícita en el texto. O hay otros datos que yo tengo desarrollados y a lo mejor no los explico tanto. En función de eso, con mucha introspección de cada uno de ellos, intento ver cómo afrontan y cómo se desarrollan.
La novela está ambientada en tres ciudades, Madrid, Zúrich y Londres. ¿Por qué estos espacios?
Esta es una novela que viaja hacia afuera, pero también hacia adentro. Al final son lugares que conozco y es más fácil hablar de atmósferas, de la cultura, de la educación y de la idiosincrasia de las personas y de los lugares cuando los conoces de primera mano. Yo vivo en Madrid, he vivido en Londres, he pasado por Zúrich... La novela viaja también por Montecarlo o por Costa Rica. Es más fácil cuando conoces el lugar poder reflejar esa atmósfera y todo eso que te he dicho antes. Y al mismo tiempo, también siento que viaja hacia adentro, a esa fase introspectiva de los personajes, hacia sus emociones, su infancia, su composición y cómo afrontan las cosas. Si uno describe un prado de Asturias, es posible que sea muy similar a un prado de Cantabria. Pero no es lo mismo uno de Gran Canaria que uno de Zamora. Entonces ahí sí que hay grandes cambios. Creo que estar en los sitios y el haber pasado por todos esos sitios te da herramientas para reflejarlo.
Su proceso de escritura, ¿cómo es? ¿Se marca unas horas concretas al día en las que se sienta a escribir? ¿Tiene alguna manía?
Antes era un poco anárquico a la hora de escribir. Como que esperaba esa inspiración que me sentara a la silla y era un proceso bastante más lento. Tardaba mucho en escribir. Yo siempre ponía el ejemplo de que tenía un cubo y que se tenía que llenar de creatividad, por decirlo así. Y, cuando estaba rebosando, era cuando me sentaba a escribir a vaciar ese cubo. No tengo horario fijo, no soy esclavo de esos horarios, porque al final tengo una vida bastante dúctil, entre los rodajes y otras cosas. Pero sí que me gusta escribir por la mañana, aunque hay veces que también fluye por la tarde o por la noche. Hay días que no sale nada y hay días que sale mucho y se alarga. Y hay días que es fenomenal y necesitas menos tiempo. Es mejor no darle demasiadas horas al día a esto. Me he dado cuenta de que, a partir de las mil palabras, baja el nivel narrativo. Eso sí es curioso. Aunque en realidad uno está escribiendo durante todo el día. Las veinticuatro horas estás rumiando ideas, conceptos, descripciones, localizaciones, emociones. Va todo en la cabeza y voy tomando notas que normalmente apunto en papelitos o en el teléfono móvil y cuando llego a casa las paso a limpio. Las esparzo delante de un tablero grande que tengo en el ordenador. Las tengo que tener visualmente presentes. Tengo pizarras con pegatinas de colores para líneas de tramas. Esas son mis manías. Más que mis manías, son mis procesos.
En la novela está la piedra angular del amor, el sexo y la muerte. Con respecto al tema del amor, ha dicho en una entrevista que lo que le llama la atención son los procesos internos que llevan a alguien a enamorarse de una persona y no de otra. ¿Hasta qué punto ahonda su novela en esto?
Pues ahonda hasta el fin, hasta lo más profundo. Decían los antiguos griegos que teníamos cuatro tipos de amor. Incluía el familiar, el incondicional o el amor completo. Luego la filosofía moderna lo amplió a ocho. Yo siempre digo que con cuántos de estos tipos de amor hemos amado o nos hemos sentido amados y en cuáles de ellos hemos sido recíprocos. En los núcleos familiares suele ser más fácil, aunque no siempre se da. Pero cuando es con terceras personas que el camino nos pone delante, pues volvemos a lo que decía antes: ¿cómo estamos configurados como personas? ¿Cuáles son nuestros deseos, ambiciones, carencias, necesidades que nos hacen fijarnos o sentirnos atraídos por una persona o por otra y amarla? A veces tenemos una lista muy clara de qué es lo que nos gustaría que tuviera nuestra pareja ideal y luego nos enamoramos de personas que no cumplen esa lista o que son dispares o no la completan. Eso es porque el amor, muchas veces, no entiende lo racional. Siempre juego con este triángulo de amor, sexo y muerte o amor, pasión y muerte. Y el amor lo sitúo en lo emocional, la pasión en lo instintivo y la muerte en lo racional, en lo que viene siendo la crisis existencial y cómo afrontamos la muerte.
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