Carmen Martín Gaite, maga de las palabras

‘Páginas escogidas’, que reúne relatos, capítulos de novelas y ensayos, es una buena introducción a la obra de la escritora salmantina, a las puertas de su centenario

Carmen Martín Gaite, maga de las palabras

Carmen Martín Gaite, maga de las palabras / Fabio García

M. S. Suárez Lafuente

En 2025, Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000), una de las escritoras españolas más queridas y aclamadas, habría cumplido cien años. Con tal motivo, Ediciones Siruela publica una antología de textos de la autora que van desde finales de la década de los 1950 hasta finales del siglo XX; son artículos de opinión, artículos de crítica literaria, poemas, narraciones breves y capítulos de alguna de sus novelas. El resultado final refleja el desarrollo intelectual y literario de Martín Gaite, da cuenta de los cambios sociales en nuestro país y nos acerca a una mujer brillante y sincera a la hora de enfrentarse a la página en blanco.

Hay capítulos de su primera novela, Entre visillos, Premio Nadal 1957, y de la publicada póstumamente, Los parentescos (2001), así como de Ritmo lento (1963), Retahílas (1974), Fragmentos de interior (1976), El cuarto de atrás, Premio Nacional de Narrativa en 1978, Nubosidad variable (1992) e Irse de casa (1998). Y entre poemas y artículos breves encontramos referencias a El balneario, novela corta que obtuvo el Premio Café Gijón en 1954, y fragmentos de Las ataduras, colección de relatos de 1960, y de Cuadernos de todo (2002).

En su obra literaria y en el resto de sus escritos, Martín Gaite reflexiona continuamente sobre las palabras. En Retahílas, donde la autora se separa de la narración omnisciente en favor de una presencia directa de los personajes, escribe una frase contundente: «Vivir es disponer de la palabra, recuperarla, cuando se detiene su curso, se interrumpe la vida y se instala la muerte». Por eso Baltasar, el niño mudo de Los parentescos, se vuelve loco de alegría cuando consigue, inesperadamente, decir unas palabras: «Acababa de estallar la primavera de la fonética. Habían salido por su sitio cabal ocho vocales y ocho consonantes». Y es que la autora considera que a través de nuestras frases vamos buscando y construyendo nuestra identidad, habida cuenta de que nuestra memoria es selectiva e insuficiente y solo nos permite tejernos a base de «remiendos».

Fiesta del lenguaje

La crítica Biruté Ciplijauskaité dijo hace ya un cuarto de siglo que Martín Gaite tenía «una mirada atenta y un oído fino», no solo para lo que discurría a su alrededor, sino también para los cuentos maravillosos y los mitos clásicos que había escuchado en su infancia. Ese bagaje cultural, amplio en el espacio y profundo en el tiempo, es el que nos ha legado Martín Gaite en su obra a través de las palabras de sus personajes, en lo que denomina la «fiesta del lenguaje».

Igualmente importantes son sus observaciones cuando analiza la sociedad en sus ensayos. En estas Páginas escogidas están sus exordios preliminares a Usos amorosos del dieciocho en España (1972) y Usos amorosos de la posguerra española (1981), en los que interpreta el amor como un sentimiento determinado por los condicionamientos éticos impuestos por las fuerzas vivas de cada momento. Considera que debemos «poner en tela de juicio incluso lo que creemos saber», así seremos capaces de entender y admitir la diversidad de cada persona y cada época.

La autora fue la primera mujer galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en 1988, que compartió con el poeta José Ángel Valente. En su discurso —que ella tituló, significativamente, Dar palabra—, menciona los cuentos de hadas, puesto que está en presencia de un príncipe, y la vocación de escribir, y «desde esta especie de atalaya precaria y vulnerable» vaticina que el príncipe «se va a enfrentar con una sociedad supertecnológica, dominada por las máquinas y los medios de comunicación de masas, por la prisa y la violencia, por el afán desmedido de prosperidad material», por eso le desea que «no pierda la fe en la palabra, ni en la dada ni en la recibida». Es en este discurso donde Martín Gaite incide en la necesidad de «cuidar la palabra como un tesoro, no dilapidarla, no prostituirla, no hablar por hablar». No dilapidarla supone, para ella, encontrar unos oídos propicios, como explica en La búsqueda del interlocutor y otras búsquedas (1974) dedicado a su amigo Juan Benet.

Otro artículo, Un aviso: ha muerto Ignacio Aldecoa, de 1969, recrea el ambiente intelectual del Madrid de la posguerra, en que una provinciana recién llegada, Carmiña Martín Gaite, con ínfulas de escritora, encuentra interlocutores en los antedichos y en José María Valverde, Jesús Fernández Santos, Luis Martín Santos, Rafael Sánchez Ferlosio y Alfonso Sastre, con Vicente Aleixandre como «un amigo mayor en torno al cual agruparse». Carmiña ve en Aleixandre una figura necesaria, el superviviente que quedó para contarlo, «depositario de la memoria de los desaparecidos y de la correspondencia de los ausentes».

Arrancar a volar

La continua reflexión que lleva a Martín Gaite a entender el papel subordinado de las mujeres en la historia hace que llegue a los mismos razonamientos que las escritoras feministas que fundamentan la teoría. En Usos amorosos del dieciocho en España denuncia cómo las mujeres se someten a la «esclavitud de los modelos que se les proponen, no siempre coincidentes ni mucho menos con sus ansias de vida y realización», en la misma línea de Betty Friedan y su libro La mística de la feminidad (1963). En Los parentescos inscribe una obra de títeres en que una libélula suscita cambios en las vidas cotidianas y rutinarias que animan a «arrancar a volar» y a «mudar de piel», como recomiendan la estadounidense Kate Chopin en El despertar (1898) y la alemana Verena Stefan en Mudas de piel (1975).

Martín Gaite escribió también los guiones de las series televisivas Teresa de Jesús (1984) y Celia (1992) y numerosos artículos de opinión, publicados en los principales periódicos y revistas del país. Si a esto unimos las cavilaciones literarias y sociales que dichos escritos suscitan, celebraremos toda una vida de lecturas y pensamientos. Por eso Páginas escogidas es una buena introducción para quienes aún no la conocen o quieran recordarla.

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