Literatura
'El viaje de Prince', una travesía de Camerún a Madrid hecha libro
Augustin Prince cuenta la historia de como viajó desde Camerún a España impulsado por el hambre y la violencia con la que se encontró en su país
La obra, editada por Libros de Las Malas Compañías, se ha presentado esta tarde en Casa África

Augustin Prince esta tarde en Casa África momentos antes de presentar su libro. / LP/DLP
«Este libro lo he escrito para curarme». Estas son las palabras con las que Augustin Prince (Pouma, 2000) arranca debajo del árbol que corona el patio de la sede de Casa África de la capital grancanaria. Ataviado con un abrigo gris, confiesa que está un poco nervioso por la entrevista. Pero no duda en abrirse y contar.
Hasta que no echó mano de la palabra escrita, el joven camerunés era incapaz de verbalizar su historia. Un periplo que empezó cuando con 15 años falleció su padre y su madre tuvo que irse con otro hombre para tener qué llevarse a la boca. «Me llevó con ella y en ese momento empezó una pesadilla de la que sigo sin poder despertar», escribe en la primera página de El viaje de Prince (Libros de Las Malas Compañías), un libro que cuenta con el impulso de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) que esta tarde se ha presentado a las 19.00 horas en la mencionada institución capitalina.
Fue en Fuenlabrada, Madrid, trabajando para CEAR, cuando Prince pudo dejar que las palabras fluyeran. Y en dos semanas ahí estaba: el viaje de un año, que le llevó a sitios como Ikom (Nigeria), Agadez o Zinder (Níger), Rabat o Tánger (Marruecos) o Tarifa, La Línea de la Concepción o Barcelona, ya en España. Fue en Tánger donde Prince pudo cruzar de un continente a otro: «Entre todos logramos montar la lancha motora que habíamos estado cargando por piezas y embarcamos. Éramos tres menores y cinco adultos, y todos, independientemente de nuestra edad, nuestras experiencias en la vida, de dónde fuéramos o en lo que creyéramos, teníamos miedo», relata en las últimas páginas de su libro.
Porque el viaje por mar es la última parte de una travesía que empieza mucho antes y que desde aquí muchas veces no se ve. No se ven los días cruzando el desierto dominados por la sed, los trabajos que rozan la esclavitud que tantos y tantas tienen que hacer por el camino para sacar algo de dinero que les permita seguir avanzando. No se ve cómo muchas mujeres venden su cuerpo para poder subirse a un autobús que les permita cruzar la frontera de un país a otro.
Estas son las realidades que Prince plasma en su libro, libro que ahora que está fuera de él, espera que sirva para sensibilizar al público que se acerque a sus líneas. Y su labor va más allá de la escritura. Hace alrededor de dos años, creó en su pueblo, Pouma, la Fundación Rosine -en honor a su madre- para evitar que los jóvenes tengan que hacer el mismo viaje al que él se tuvo que enfrentar, ofreciéndoles trabajo y facilitándoles la vida para que no se vean en la obligación de abandonar de forma forzosa y acelerada su tierra.
«Por lo menos hemos frenado a 100 personas», cuenta Prince orgulloso. «No vamos a salvar todo el mundo, pero por lo menos lo vamos a intentar», concluye.
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