Entrevista | Daniel Martín Castellano Maestro, psicopedagogo y escritor
Daniel Martín, profesor, psicopedagogo y escritor: "Un maestro que no lee difícilmente podrá llegar a serlo"
«La educación no es un trabajo en solitario, aunque muchas veces nos invada la soledad», señala el maestro, psicopedagogo y escritor

El maestro, psicopedagogo y escritor Daniel Martín Castellano. | IRAYA PÉREZ
Elizabeth López
Daniel Martín Castellano publica el ensayo ‘El encuentracosas, cómo la literatura infantil me hizo mejor maestro persona’, en el que expone su experiencia docente dentro y fuera de las aulas y que presenta mañana
El Encuentracosas es un libro que ha tardado 25 años en escribir. ¿Cómo se sintetizan más de dos décadas dedicadas a la docencia y a la literatura en ciento veintiocho páginas?
Siempre he pensado que una de las premisas de un escritor es decidir qué cuenta y qué no. Y durante estos cuatro años ha sido una constante. Deseché primero aquellos capítulos que me parecían demasiado presuntuosos; porque, aunque el libro está basado en mi experiencia personal, tampoco quería ser el protagonista. Luego decidí buscar un equilibrio para que el texto no fuese un relato solo para docentes. También recibí ayuda de los que leyeron los primeros manuscritos. Poco a poco, el relato se fue componiendo y tejiendo. Aún dudo si he escogido bien los retazos, pero es un riesgo que debo correr.
Usted relata en el ensayo que descubrió que quería ser maestro en una habitación de hospital después de 25 años de docencia. ¿Podría explicarnos esta epifanía?
En la UCI compartí espacio con una docente mucho mayor que yo. Hablaba en voz alta. Decía que había sido maestra de infantil. Pensé en todos los alumnos y alumnas a los que ella acompañó a lo largo de su vida. En ese momento, en el que ni siquiera sabía si iba a volver a ser maestro, fui consciente de que quería hacer el camino a la inversa: llevaba años preguntándome cómo enseñar este o aquel contenido, cuando lo que debía hacer era cuestionarme qué debía aprender. ¿Y qué mejor lugar que un aula para hacerlo? La escuela nos debe hacer mejores, ¿no?
Es de bien nacido ser agradecido y usted, en este libro, no habla únicamente de su experiencia docente, sino de todas esas personas que, de alguna forma, le influyeron. ¿Estamos hechos de retales de aquellos con quienes coincidimos?
Yo sí creo que son muy importantes los encuentros personales. La educación no es un trabajo en solitario, aunque muchas veces nos invada la soledad, el desasosiego y nos sintamos abandonados. En educación aprendemos más y mejor cuanto más compartimos nuestro trabajo. Mi experiencia personal no hubiese sido la misma si no me hubiese encontrado con maestras extraordinarias que me enseñaron a amar esta profesión. En otro contexto totalmente diferente a como lo utilizó Alice Miller, me gusta apropiarme de la expresión «testigo cómplice». Creo que es necesario reconocer que no estamos solos y que necesitamos de los demás. Y también que, con nuestras acciones, podemos convertirnos en «testigos cómplices» de nuestro alumnado o compañeras… Es apasionante saber que puedes contar con gente y que otros pueden hacerlo contigo.
¿Se trata de su libro más ambicioso?
No, no lo creo. Sí que pienso que es el libro con el que más me he expuesto. Este libro ha sido el que más trabajo y tiempo me ha llevado, pero no ha sido el más difícil. Escribir para niños y niñas me resulta mucho más complejo.
«La literatura es un buen medio para cimentar nuestros pensamientos a través de las palabras»
El subtítulo de la obra dice: Cómo la literatura infantil me hizo mejor persona. ¿Considera que no hay educación sin la presencia de la literatura?
(Ríe). Esa pregunta es algo tramposa. Porque yo estoy enamorado de la literatura, de los relatos, de los cuentos… Considero que sí. La educación debe servir para darnos las herramientas para construirnos y proyectarnos. La literatura es un buen medio para cimentar nuestros pensamientos e ideas que ligamos a través de las palabras, la lectura, la escritura y la comunicación. Una escuela sin literatura es menos escuela. Una comunidad educativa que no lee es menos comunidad. Un maestro que no lee difícilmente podrá llegar a serlo.
Ha escrito novela infantojuvenil, adulta, poesía, ensayo… Es un autor difícil de encasillar. ¿Qué será lo próximo, un guion cinematográfico?
Pasé muchas horas de mi infancia junto a mi abuelo en la cabina del Cine Apolo, que estaba en Schamann, al final de la calle Pedro Infinito. Sería un homenaje merecido que en algún momento decida terminar de escribir el guion que hace meses comencé, adaptando una novela… También me llama mucho la atención la dramaturgia. Todo llegará. Debemos seguir estudiando y aprendiendo. Pero nunca, nunca, abandonaré la literatura infantil, sé que aún me quedan muchísimos caminos que andar…
Solo si leen el libro podrán entender esta pregunta, pero ¿para qué sirve hablar, leer, escuchar y escribir?
Para ser mejor persona, para tener momentos de felicidad y provocar recuerdos que compartir. Sirve para tener experiencias, para conocerse y pasarlo bien. Para divertirse. Para provocar. También sirve para llorar, tener miedo o sufrir. Pero, sobre todo, sirve para buscar. Para eso sirven los «encuentracosas», para encontrar cosas que solo aparecen si se las busca.
Tras dos décadas dedicado a la etapa de primaria como maestro y director de centro, estos dos últimos años ha impartido clases en el Centro de Educación para Personas Adultas de Santa Brígida, San Mateo y Tejeda (CEPA). ¿Qué podría relatarnos de esta experiencia?
Muchos me decían que era una etapa para «acabar» la carrera profesional. Para mí ha sido todo lo contrario. Estoy aprendiendo muchísimo. Yo imparto clases en el periodo formativo de Educación Inicial. Recibo mucho más de lo que puedo dar. Tengo una alumna de 89 años, ¿qué le puedes enseñar a alguien que atesora tanta experiencia de vida? En las aulas ayudamos a que sigan desarrollando sus destrezas intelectuales y sociales y que se sientan orgullosas por ser mujeres que han trabajado y vivido en unas condiciones difíciles y en un momento complejo de la historia de Canarias. Como sociedad nos olvidamos muy rápido de las personas mayores y las relegamos como si ya no tuviesen nada más que aportar. Tengo muchísima suerte. Está siendo una experiencia muy gratificante. Sé que en algún momento acabará y cuando lo haga seré, sin duda, mejor maestro.
¿Qué consejo les daría a esos maestros que recién empiezan a dar clases?
Que tengan claro que estar dentro de una clase y delante de unos cuantos chiquillos no les convierte en maestros. Que alguien que no cuida su formación personal, no puede ser un buen maestro. Para ser un buen docente hay que intentar ser una buena persona. También que se lancen a la piscina sin miedo, aunque no sepan si van a hacer pie, siempre habrá algún alumno que les tire un salvavidas.
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