Entrevista |
Julián Maeso, músico de Combo Paradiso: "La gente ya no escucha canciones enteras"
El integrante de la banda Combo Paradiso critica las dinámicas efervescentes de la industria musical en una entrevista previa a su regreso al festival de soul SunBeat del Auditorio Alfredo Kraus: "Hay que hacer lo que te dé la gana"

El músico Julián Maeso. / lp/dlp
Esta es su segunda participación en el SunBeat en el Auditorio Alfredo Kraus. ¿Qué significa para ustedes regresar a los escenarios canarios?
También estuve en el festival Maspalomas Soul Festival. Como Julián Maeso preparo una serie de conciertos acústicos. Luego, estoy preparando un disco nuevo en Santiago de Compostela.
A la cita de esta tarde en el Alfredo Kraus acude con su grupo Combo Paradiso.
Sí, estamos presentando nuestro segundo disco Todo bien todo el rato. Como Paradiso es una banda de cuatro artistas diferentes, con sus carreras particulares, que en pandemia se unieron para conectar sus trayectorias y hacer música. Antes cantábamos en inglés y ahora cantamos en castellano. Es una manera de crecer y compartir juntos.
Compartirán cartel con músicos como Kat Eaton, Myles Sanko y Said Muti. ¿Han tenido la oportunidad de interactuar con ellos anteriormente?
Con Said Muti no he tenido ocasión. Sí que vi a Myles Sanko en concierto y me gusto mucho. Sobre todo el pianista.
Desde aquella cita en enero de 2022, en la que debutaban con su álbum postpandémico Loco vaivén (2021), ¿siente que ha cambiado algo en ustedes como formación?
La vida evoluciona y al igual que le ocurre a otras personas afrontas cambios. A nivel personal, cada uno hemos variado. Cuando te pones a tocar, esa evolución normalmente se plasma y hace mella. Los últimos tiempos nos afectan a todos y eso te hace ser más consciente de qué esperar de la ecuación que es tocar en directo para un público. A modo de resumen: queremos desconectar y que la gente disfrute. A veces le damos mucha importancia a cosas que no la tienen.
Fiel reflejo de las redes sociales. ¿Cómo gestionan las plataformas? ¿Se amoldan al algoritmo de Instagram?
Personalmente, yo no tengo Tik Tok. Instagram estamos obligados a tenerlo. Si no lo tienes parece que no existes. Lamentablemente, es un negocio en el que todo el mundo administra y contribuye con contenidos gratuitos, de los cuales otras empresas se lucran. Es una pena porque a los músicos les supone estar creando vídeos diarios y grabando canciones. Eso supone un tiempo. Estamos obligados a esta deriva que nos han impuesto.
Con una trayectoria marcada por proyectos en solitario y un camino constante en la música, ¿cómo vive la experiencia colectiva de formar parte de Combo Paradiso en comparación con su carrera individual?
Para mí es necesaria porque me lleva a salir de mi zona de confort. Cada uno como artista tenemos nuestra manera de funcionar y hacer música. Cuando te juntas con cuatro personas que actúan de manera diferente debes fomentar el consenso, la escucha, el reparto de tareas y las ganas de aprender de otros. Es un espejo. En tu proyecto tú llevas el ritmo y los demás que te acompañan te siguen. Aquí hay cuatro ritmos que hay que poner en común.
¿Llevan bien el ponerse de acuerdo? ¿Tienen un manual de instrucciones o alguna norma no escrita para evitar el caos?
No existe, al igual que no existe en la pareja ni en la familia [risas]. En el funcionamiento de una banda hay convivencia. Es crear y destruir. A mí últimamente me gusta quitarle aurea a todo esto y me limito a la música y humanizarla.
Siempre cuentan que Combo Paradiso nació durante la pandemia por una llamada telefónica que hizo usted a Juan Zelada, Adrián Costa y Alberto Anaut. ¿Qué fue lo que realmente ocurrió en esos momentos de incertidumbre en el que había pausado su carrera en solitario?
Hice dos parones por decepción con la industria musical. No te cuentan que hay mucho negocio y poco respeto al artista. Ha habido un cambio generacional, han llegado nuevas músicas y otros intereses. El caso es que en ese momento llevaba diez años con el proyecto en solitario y necesitaba aire fresco, desconectar de mí mismo. Hay que parar de tocar y hacer otras cosas que te motiven. Eso fue lo que hice.
¿Por qué pensó en ellos?
Creo que las carreras musicales de mis compañeros son muy parecidas. Llevábamos entre diez o quince años cantando en inglés y haciendo casi el mismo circuito de mezcla de música negra, folk, blues... Hemos coincidido en muchos festivales y en homenajes a figuras del soul y funk. Al final consideré que lo suyo era juntarnos y hacer algo. Ahora se nos ha incorporado el verano pasado Coque Santos.
¿Compone más cómodo en español o inglés?
Depende de lo que tengas interiorizado. Cuando empecé a componer en castellano me parecía todo un auténtico esperpento. No podía escucharme. Tenía todos los dejes del inglés y el castellano funciona de otra manera: con otras métricas y acentos. El inglés es un idioma muy fácil para cantar.
Imagino que ahora está más habituado.
Gracias a Dios ya pasé el susto [risas].
En Todo bien todo el rato (2024) incluyen versiones de temas como El río de Miguel Ríos y Toda una vida. ¿Qué les motivó a reinterpretar estas canciones?
Miguel Ríos es un artista como la copa de un pino. Él es, junto con Carlos Tarque, una de las voces del rock más míticas. Al igual que Los Zigarros. Creo que son indiscutibles estas voces. Nos gustaba la canción y no pensamos más allá. Salía sola cuando nos poníamos a tocar en los ensayos, camerinos... Las versiones sirven mucho para desestresar. Ahí aparecen.
Suelen mencionar que en Loco vaivén las canciones procedían de lugares muy dispares, mientras que en el segundo han unificado más el sonido. ¿Cómo se ha dado este proceso de consolidación de su identidad?
La progresión es algo lógico. Veníamos de un lugar particular en el que cada uno proponía y componía sus canciones. Cada tema sonaba a quien la hubiese escrito. En este segundo trabajo intentamos darle un sonido de banda que no teníamos al principio. Creo que se nota esta diferencia.
Llama la atención que ambos álbumes tengan una duración similar. ¿Por qué solo media hora?
El panorama ha cambiado. Hace años los discos podían durar una hora y media. Ahora ya no puede ser tanto. El formato físico del CD daba margen para hacer discos de hasta 20 canciones si querías. En el formato del vinilo caben ocho temas, como mucho diez.
Entonces es una cuestión de formato.
Sí, pero la gente ahora no pone atención ni para escucharse una canción entera. Prima más un concepto de singles, porque hay tanta información y contenido que la gente no tiene tiempo de sentarse a escuchar un disco de arriba a abajo sin interferencias de WhatsApp ni Tik Tok. Todos los elementos que nos rodean afectan al producto que tú tienes que sacar al mercado.
¿Es optimista respecto a que esto pueda cambiar en el futuro por una tendencia cíclica?
Lo inteligente es salirse de las modas. Hay que hacer lo que nos dé la gana. Si las normas indican que hay que hacer un single, la gente los hace. Lo que pasa es que nos llevan como borregos. Al final atendemos a las necesidades de la industria. Lo único que hacen las tendencias es restar creatividad. Hay muchos grupos que trabajan para contentar a la industria. Hay que salirse de todas esas mierdas.
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