Patrimonio
El Museo Canario acerca la historia aborigen a la Fundación ONCE de la capital grancanaria
La actividad se ha llevado a cabo con mediadores comunicativos en formación del IES Felo Monzón, que han adaptado los contenidos para las personas con discapacidad
Se ha contado con lengua de signos, lengua de signos apoyada, lenguaje dactilológico y el sistema DACTYLS

Martina Andrés

Esperanza mueve las manos con soltura y se ríe con Jaime mientras le explica qué es la vasija que sostiene entre sus manos. Sordo de nacimiento y con pérdida parcial de la visión, a través del tacto -y del cariño y el empeño de esta mediadora comunicativa en formación-, se puede acercar a la historia aborigen del Archipiélago en el marco de la actividad que el Museo Canario ha llevado a la Fundación ONCE en la mañana de hoy.
El objetivo: «Trasladar un pedacito del museo para hacer un trabajo colaborativo», en palabras de la responsable del departamento de didáctica de la institución, Carmen Gil. Esta iniciativa forma parte del proyecto Guías por un día -en colaboración con la Fundación DISA- donde distintos grupos de estudiantes se forman para ser capaces de contar el contenido del museo a otros colectivos. «En este caso, la fusión ha sido con el Ciclo de Mediación Comunicativa, que son los chicos y chicas [del IES Felo Monzón] que tenemos hoy aquí», indicó Gil.
Chicos y chicas como Esperanza a los que les impulsa la pasión por ayudar a los demás. Así lo explicó Yamile Yánez, otra de las estudiantes, que habló detrás de una mesa en la que se colocaron réplicas de cuencos y otros utensilios que reflejan parte del pasado de las Islas: «Estoy estudiando Medicación Comunicativa porque siempre, desde pequeñita, me ha gustado ayudar a las personas, tratar con ellas y hacerles un poco la vida más fácil, porque al final se trata de eso», expresó con una sonrisa.
Experiencia «gratificante»
«Ha sido bastante interesante, porque primero nosotros fuimos al Museo Canario y conocimos la historia. Yo había muchas cosas que no sabía. Después lo llevamos a clase y preparamos las actividades, además de ayudar con el tema de la momia, que la hemos hecho nosotros. Ha sido muy gratificante. Sobre todo saber que podemos ayudar a que esa información que tenemos ahora nosotros, también puede llegar a otras personas», añadió la joven.
La momia a la que se refiere reposa envuelta en una tela en la mesa de al lado, creación de los estudiantes. A partir de un esqueleto de clase de Biología, hicieron una réplica para esta actividad en la que también había cráneos o pintaderas. Así, los 13 asistentes -con diferentes tipos de discapacidad acústica, visual o de movilidad-, pudieron acercarse a la cotidianidad de los aborígenes canarios y conocer, por ejemplo, «la evidencia que un acto violento puede dejar en un cráneo», en palabras de Gil, o cómo eran los recipientes de cocina que se utilizaban hace siglos en las casas cueva.
Mientras Julia, guía del museo, daba las explicaciones pertinentes sobre las distintas piezas -empezando por el comienzo, cuando los amazig llegaron a las Islas desde el norte de África-, cada persona tenía a su lado a algún estudiante del IES Felo Monzón que les transmitía el mensaje adaptándose a sus necesidades comunicativas. Sentados en círculo, los distintos objetos iban pasando por las manos de todos y todas, siendo el tacto un aliado principal para acercarse al pasado.
Un sistema para cada persona
La lengua de signos, muy presente en la sala durante toda la mañana, no es la única que se emplea en este tipo de actividades. Cada persona es un mundo y no a todas les funciona lo mismo. Así lo explicó Iballa, trabajadora de la Fundación ONCE para la Atención de Personas con Sordoceguera (FOAPS): «Trabajamos la integración de personas con sordera, sordoceguera, Síndrome de Down, afasia, trastorno del lenguaje, parálisis… Depende de la persona, trabajas un sistema de comunicación u otro. Tenemos la lengua de signos, la lengua de signos apoyada -donde la persona sordociega apoya sus manos en las tuyas-, el dactilológico, donde se hace letra por letra la emisión de las palabras, ya sea en el aire, en la palma... Y luego, tenemos el DACTYLS, un sistema de la ONCE que mezcla las letras y los signos en la palma de la mano, que es lo que estamos intentando utilizar con ellos», explica la mediadora comunicativa originaria de Galicia.
Ella también fue estudiante, al igual que los chicos y chicas del IES Felo Monzón. Y ella también se metió en esta profesión persiguiendo su pasión por la integración social. «¿Te gusta tu trabajo» La respuesta viene acompañada de cero dudas y cara de satisfacción: «Me encanta».
Esperanza continúa trasladándole a Jaime las explicaciones. Ella tiene una disminución auditiva leve, uno de los motivos por los que decidió estudiar el ciclo de Mediación Comunicativa. Lo cuenta expresándose de dos formas a la vez, tanto con su voz como con la lengua de signos, que se cuela entre sus dedos por la fuerza de la costumbre. «Hay un gran desconocimiento de la discapacidad», reflexiona haciendo alusión a cómo mucha gente piensa que todas las personas con una limitación concreta son iguales. Luchar contra este desconocimiento es una de las formas de conseguir que, poco a poco, los museos y otros espacios culturales -como los teatros- sean accesibles para todos aquellos y aquellas que quieran acercarse a la cultura y a la historia.
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