David Baute: «Seguimos sin reconocer al emigrante climático»
David Baute nació para el cine, desde chico. No lo embelesa el triunfo de los Goya. Sus obras se parecen a su origen: bello, tranquilo, insobornable

David Baute no se olvidó de su Garachico natal en su discurso como ganador de un ‘cabezón’ en Granada.jpg / Álex Cámara/Europa Press

¿Cómo ha vivido esta alegría? ¿A qué otros momentos de su vida le ha trasladado?
Quizás me ha desbordado un poco, tantas muestras de cariño... Lo he vivido muy intensamente, y seguramente aún no soy consciente de lo que está generado en mí,en mi familia, en el equipo de Mariposas Negras. He visto a muchas personas verdaderamente emocionadas con el Goya, no solo en mi pueblo, sino en toda Canarias, que sienten el premio como suyo, y esto es muy hermoso. Siempre he disfrutado más regalando que recibiendo, pero ahora me han obsequiado con tanto afecto, que no me dará la vida para devolverlo. Me asusta que se me vea como un referente de algo, porque no lo soy, hay personas que han realizado trabajos mucho más importantes que el mio y no se las ha reconocido. La vida me ha deparado muchas alegrías, esta es muy importante, pero no me agoto por repetir que soy muy feliz con mi familia, con mis amigos, con mis vecinos en el pueblo en el que vivo, y de todo ello me nutro para poder realizar mis proyectos. No todo siempre es alegría, pero esos momentos más dolorosos que te van atravesando en el camino, son muy llevaderos si tienes el apoyo de tantas personas en las que puedes apoyarte, y ese quizás es el mejor obsequio que me ha dado la vida.
Su trabajo tiene que ver con un fenómeno gris, difícil, de nuestro tiempo. ¿Desde cuándo se le manifestó esta preocupación por el cambio climático?
Soy documentalista. Los documentalistas somos personas que dedicamos la vida a observar y a escuchar, quizás por eso estas situaciones en las que me expongo tanto, no las llevo tan bien. Cierto es que nuestros procesos de trabajo se alargan mucho en el tiempo, pero si quieres realizar un trabajo en conexión con tus historias y sus protagonistas, es un tiempo que necesitas tú y ellos. Si lo logras, consigues una conexión de la historia con algo de verdad que lo atraviesa, que va más allá de la belleza estética del trabajo, y que teje un respeto hacia las personas que están ofreciendo contar sus vidas. Desde niño me ha enamorado la naturaleza, quizás también se deba al lugar en el que vivo la Isla baja. He formado parte de grupos medioambientales, y desde 2009 dirijo el festival de Cine Medioambiental de Canarias, por lo que en mi vida siempre ha estado la preocupación sobre la situación medioambiental, de mis islas y el planeta. Desde hace años, en Tinglado Film hemos trabajado una línea de proyectos que transitan por lo social y medioambiental, vinculando estas películas al hemisferio sur, principalmente África e Iberoamérica. Vivimos en unas islas donde la emigración nos ha cruzado, nuestros abuelos emigraron a Cuba y nuestros tíos a Venezuela, y en casa siempre hemos convivido con estas ausencias provocadas por la necesidad, la misma que hoy tienen los habitantes de otros lugares que llegan a Canarias. Por todo ello, comenzamos en 2011 la investigación de flujos migratorios por la consecuencia climática, personas que lo perdían todo por el cambio climático, dolor que habíamos generado desde nuestro privilegiado mundo, ya que ellos vivían en total armonía con la naturaleza. A día de hoy, seguimos sin reconocer y dar amparo legal al emigrante climático, es decir que no solo hemos quebrado sus vidas, sino que además, no le tendemos la mano.
De chico viajaba al Puerto de la Cruz a ver cine. ¿Cómo vive esos recuerdos?
Calle Malteveo, donde mios tíos Juan y Lola tenían el bar, y al lado vivías tú, jeje.... Ese barrio atravesado por el barranco San Felipe y esa venta-bar con olor a barricas de vino y a tollos, con los trofeos del Club Deportivo Vera, era un espacio de cine. Un lugar dónde los mayores jugaban a las cartas, los jóvenes al futbolín, los vecinos hacían la compra, donde se podía comer a cualquier hora... De niño recuerdo un viaje de vacaciones que hicimos con mis padres a Lanzarote, el resto de los veranos, la salida de Garachico era para pasar unas semanas en la Calle Malteveo. Entre ir con mi tío a las compras, ayudarles a ordenar los productos de la venta, despachar lo que me dejaban, ver a los mayores jugando a las cartas..., y algunas tardes mi prima Loli me llevaba al cine, ese momento era muy especial. Pero en esa época, La Vera y Garachico eran lugares de esfuerzo, de sacrificio, entornos agrícolas, rurales, donde nuestros abuelos y padres construyeron el espacio y el sistema que hoy podemos disfrutar, y de esto debemos aprender mucho. Yo estudié en un colegio público de mi pueblo, y posteriormente, cuando quise estudiar cine, no fue posible porque las escuelas que solo estaban en Madrid y Barcelona, eran carísimas. Pero he tenido mucha suerte en la vida, y pude acceder al Instituto Público de Radio Televisión Española. Es cuestión de empeño de tu parte y mucha generosidad por parte de otros, sobre todo la de mi familia.
El éxito es una palabra que tiene porvenir y pasado. Y peligro. Ahora su nombre ya es un emblema de Garachico. ¿A qué le obliga este éxito?
Me estás diciendo que he tenido éxito y no lo he sentido así, o al menos de momento no tengo esa sensación: he tenido suerte, alegrías, felicidad... Pero ya andamos reseteando y comenzando de cero, siempre arranco mis proyectos de cero, con muchas ganas de sentir primero y de aprender después. Y aquí es donde residen los momentos más bonitos de los proyectos, siempre pienso que soy de víspera, no de fiesta, ese periodo lo vivo con más intensidad. Me atrae conocer historias que desconocía, escuchar e imaginar, y seguir percibiendo la sensibilidad de otras personas de amigos, vecinos, artistas... Y por ahí empezar a soñar una película, aunque del sueño a la producción final desaparecen muchas ilusiones, pero siempre hay algo de esa esencia primera. Por ello, creo que no estoy obligado a nada, aunque seguiré dedicando mucho y más trabajo a cada proyecto, pero sobre todo a disfrutar la vida con mi familia y seguir compartiendo momentos con los amigos, con los chicos de la parranda, con el grupo de EGB, con los colectivos culturales, con eso soy feliz.
¿Es la nuestra una tierra tan generosa como la que estos días le ha abrazado en las calles de su pueblo?
Sí, siempre lo ha sido y siempre lo será, porque el canario es así, está confeccionado a golpe de afecto y emotividad. Esto no quiere decir que no esté o estemos enojados por ver como el territorio se explota y se degrada, que no estemos cansados de sufrir como los servicios educativos y sanitarios continúan con muchas deficiencias, de ser trágica la situación de muchas familias que no pueden tener una vivienda digna... Aún así, el canario siempre te recibirá con una sonrisa, porque somos un pueblo honesto y generoso.
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