Segunda jornada 'posapagón' en el Festival de Cine de Las Palmas: El 'Boyhood' de 'Deuses de pedra', la película sobre la frontera luso galaica rodada durante 14 años

Existe una fina línea que separa en distancia Moimenta, un pueblo rural del Portugal vaciado, de sus aldeas homólogas en Galicia. Apenas unos kilómetros de margen para reflejar el calideoscopio de realidades en el que se refleja Mariana, protagonista de Deus en pedra (2025). La expresión del cine rural dirigida por Iván Castiñeira, en la que se plasman fluctuaciones entre idiomas; el folclore; microrealidades, como el desalojo de pueblos vecinos ante el fin de la industria minera; o el éxodo de población rural a las urbes, coquetea con la borrosa frontera del documental y la ficción.

La ópera prima del director gallego es una extensión de su cortometraje La raya seca, término que refiere a la aduana que separa la frontera luso galaica. Aunque en este trabajo la narración se construye a través de Mariana, una vecina de cuatro años, a la que el espectador ve crecer hasta alcanzar la mayoría de edad. El "Boyhood rural" que compite en la Sección Oficial del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, como la única producción íntegramente española.

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Más de una década de rodaje

El proyecto arrancó alrededor de 2011, cuando Castiñeira filma en 16mm como un experimento en solitario y las ayudas económicas mínimas, en la zona de la Raya seca, ubicada en Orense. El planteamiento inicial del cineasta era registrar el territorio al que pertenecía su familia, así como sus paisajes, la ideosincrasia de su gente y sus tradiciones, mediante un estilo esencialmente documental y observacional.

El resultado es un caleidoscopio de realidades rurales, una herramienta narrativa que articula la película. La observación y el juego fueron el motor creativo para plasmar las dudas de Mariana cuando debe elegir entre marcharse o quedarse, o su pena cuando su hermano abandona el pueblo para irse a Valencia. Su viaje muestra cómo cambia el paisaje y cómo cambian las personas.

El productor Ángel Santos Touza, que ha participado en el Festival de Las Palmas dentro del Mercado del Cine Casi Hecho (Mecas), conoció aquellas primeras imágenes y decidió apoyar el rodaje mediante su productora Amateur Films. Santos acudió a la primera proyección de la película y atendió a los medios de comunicación en ausencia de Castiñeira, retenido en Madrid a causa del apagón que afectó a la Península el lunes.

Aunque la filmación se prolongó más de una década, la organización formal llegó en la fase final. Hasta entonces, Iván operaba «solo con su cámara», y un núcleo duro de seis personas, proponiendo juegos colectivos a vecinos y familiares, sin un guion cerrado. En los últimos meses de rodaje se estableció un plan de producción más formal para articular el relato en torno a la familia de Mariana.

El dispositivo de proponer pequeñas ficciones —imaginar migraciones forzadas a los años 50, juegos de roles entre Galicia y Portugal— fue esencial para que los vecinos se implicaran con retazos de su intimidad. Mariana, la protagonista, no es actriz: sus reacciones surgen de preguntas directas, como «¿Qué vas a hacer?», o «¿Cómo te sientes?». Ese método crea la propia verdad de la película sobre la diáspora y el arraigo, sin recurrir a estereotipos de lo rural.

El volumen de metraje acumulado permitió distintas versiones de montaje: hubo cortes de más de dos horas, variantes centradas en el imaginario colectivo, y montajes previos con mayor protagonismo de paisajes y costumbres. Finalmente, se optó por equilibrar lo narrativo y lo emocional. 

También hizo falta restaurar parte del metraje en laboratorios de negativos, porque producir una película rodada en 16 mm durante 15 años presenta desafíos singulares. Las distintas etapas y el largo tiempo de rodaje requirieron de limpieza de imagen, corrección de color e integración de material de diversos formatos para lograr una línea visual homogénea.

La película no solo se verá en festivales: está prevista una función especial en el propio pueblo donde se rodó, para que los participantes locales celebren colectivamente su estreno. Esa proyección «de pertenencia» materializa el compromiso de Deuses de pedra con la comunidad filmada, que sigue activa en el proceso y refuerza el carácter híbrido entre testimonio y celebración

Más allá de gestionar subvenciones, Ángel Santos Touza ejerció un rol de interlocutor creativo: acompañó a Iván en la sala de montaje, debatió la estructura narrativa con el montador Antonio y propuso giros de ritmo. Su presencia mitigó la soledad del cineasta, facilitó decisiones sobre qué secuencias rescatar o descartar (especialmente de la parte gallega más «consciente») y aseguró que la película no se estancara en versiones excesivamente extensas .

Radiografía de una crisis

Según Santos Touza, el cine gallego vive un «goteo constante» de nuevos talentos y proyectos que trascienden lo regional en grandes festivales europeos de cine. Deuses de pedra comparte espacio como la multipremiada cinta O corno (2023), y se encuadra en un momento en que la industria local dialoga con circuitos internacionales sin renunciar a su identidad. Esa dinámica colaborativa, dice el productor, sirve para equilibrar diferencias presupuestarias y enriquecer el panorama creativo.

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