La aventura incombustible de Josep Vilageliu
El veterano director catalán siempre ha representado la imagen más heterodoxa e inconformista del cine canario, algunas de cuyas principales películas integrarán la retrospectiva organizada por el colectivo Vértigo

Fotograma de ‘La ciudad interior’, cinta que se proyecta el 19 de mayo. / La Provincia
Nacido hace setenta y siete años en Barcelona, Josep Vilageliu, ingeniero de profesión, inició su bulímica pasión por el cine a finales de la década de los sesenta, filmando en su ciudad natal decenas de cortometrajes con su vieja cámara de 8mm junto a un puñado de jóvenes entusiastas deseosos de participar en la explosión innovadora que vivía el cine europeo durante aquellos años al tiempo que atravesaba con frecuencia la frontera francesa para visionar en los cines galos aquellos estrenos cinematográficos que el ancien régime mantenía vetados al público español hasta que, por circunstancias laborales, decide trasladar su residencia a Santa Cruz de Tenerife, localidad en la que ha desarrollado su amplia e incesante trayectoria cinematográfica a lo largo de más de cinco décadas. Tras dirigir, en los años setenta —instalado ya en Canarias— cortos como Diagrama (1974), La estatua y el perro (1974) o Preludio (1974), funda, junto a un puñado de cinéfilos locales, Yaiza Borges, uno de los colectivos culturales más influyentes de Canarias, con el que dirigió y produjo muchos de sus mejores trabajos.
Aunque Josep Vilageliu. Cineasta a tiempo completo, ciclo que abre este lunes el homenaje que tributa Vértigo a este veterano director, contempla un programa muy resumido de su compleja y voluminosa filmografía, la muestra ofrece una panorámica sobre muchos de los aspectos esenciales de una obra que conserva, desde sus ya lejanos inicios, un celo muy especial por la exploración libre de la imagen cinematográfica, al margen siempre de cualquier noción convencional de puesta en escena. Entre las once piezas canónicas que integran esta retrospectiva figuran algunas, como Página 45 (1979), Iballa (1987), La ciudad interior (1993) o Paraísos (2014), que marcan las diversas fases del recorrido artístico de este cineasta. Iballa, una producción del Centro Regional de TVE, es un filme de corte experimental con el que Vilageliu se sitúa en medio de un dramático episodio histórico, oportunamente estilizado mediante su refinado estilo visual y su irrenunciable pulsión por sofisticadas composiciones escenográficas. Lo hace con la absoluta convicción de que su elaborado concepto de la imagen fílmica no alcanzará nunca los niveles de aceptación del cine convencional; de ahí que, desde sus imágenes iniciales, le película ninguna de las cartas de su sugestivo juego ni de su discurso estético, rigurosamente personal, se someta a otra servidumbre que a la inspirada inventiva del propio cineasta. La magnética belleza que destilan muchas de las secuencias de este filme revelaba a todas luces que, efectivamente, el cine isleño no era, bajo ningún concepto, un fenómeno monolítico sino todo lo contrario, pues en él podían cohabitar desde el apolillado realismo que defendían hombres, pongamos por caso, como Fernando H. Guzmán hasta el experimentalismo formal de Vilageliu.
Satisfecho con esta experiencia, Vilageliu opta por continuar en la misma línea de trabajo con otros dos filmes que, junto a Venus vegetal, integrarán su conocida trilogía: La ciudad interior (1993) y Ballet para mujeres (1994/95). Escritas ambas por Manuel Chinea, su guionista habitual, sus planteamientos narrativos no difieren demasiado de los empleados por ilustres figuras internacionales, como el griego Teo Angelopoulos, el portugués Manuel de Oliveira, el británico Peter Greenaway, el francés de origen chileno Raoul Ruiz o el alemán Hans Jürgen Syberberg, cuatro auténticos demiurgos del cine europeo que, como Vilageliu, abordan el cine desde una perspectiva radicalmente subjetiva y con una evidente pulsión investigadora. En La ciudad interior, rodada íntegramente en La Laguna, el autor de Bajo la noche verde recrea la angustia creciente que ahoga a su protagonista —un arquitecto lagunero que regresa a su ciudad natal tras largos años de ausencia— por descifrar el enigma que rodea la misteriosa desaparición de su hermano. Encarnado por el actor y escritor tinerfeño Alberto Omar, este personaje, a quien alguien no dudó en adjudicarle la etiqueta de sartriano, bucea en su propio pasado para intentar comprender el drama personal que rodea su afligida existencia pero mientras más penetra en sus recuerdos más confusos y duda que se crea a su alrededor.
Como clausura de este peculiar y original tríptico, el autor vierte toda su capacidad visual en Ballet para mujeres, una dosificada y audaz travesía por los senderos de la carnalidad a través de la cual nos sumerge en un juego de imágenes que conjugan perfectamente con una visión profundamente poética de su puesta en escena. La película, probablemente la más polémica de este autor, no fue acogida con demasiado entusiasmo ni por el público ni por la crítica especializada, a pesar de tratarse de su trabajo más ambicioso en el plano intelectual.
Su estructura circular y su tendencia a constante a teatralizar la trama son, sin duda, los dos grandes obstáculos que impiden que tanto ésta como el resto de la trilogía, puedan ser fácilmente digeribles por un público convencional. Y si, además añadimos que Vilageliu es un cineasta con un sólido e insobornable sentido de la independencia, es razonable pensar que, pese a quien le pese, su cine seguirá los mismos rumbos estéticos que han marcado hasta ahora su por otro lado larga y fecunda trayectoria como director, productor y guionista.
Lugar: CICA. Alameda de Colón, 1. Las Palmas de Gran Canaria
Horario: 18:30 horas.
Sesión I. 12 de mayo: Trajectoria (1970)
Preludio (1974)
Los Barrancos afortunados (1976)
Página 45 (1979)
Sesión II. 19 de mayo: Iballa (1987)
La ciudad interior (1993)
A la deriva (2010)
Sesión III. 26 de mayo: Reflejo en rojo (2011)
Paraísos (2014)
Mujer gato (2024)
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