Entrevista | Ismael Rodríguez Marrero Historiador

Ismael Rodríguez, historiador: «La población emigrada fue la gran precursora de la identidad insular»

La Casa de Colón acoge mañana a las 19.00 horas la presentación del libro ‘Guerra, posguerra e identidades insulares en el Atlántico y el Pacífico: las Canarias y las Ryūkyū’. La obra compara el valor geoestratégico que tuvieron Canarias y Okinawa para las potencias aliadas y del Eje hasta 1953 y es el resultado del trabajo presentado al Premio Viera y Clavijo de Investigación 2024 que convoca la Casa de Colón, donde fue galardonado con el accésit

El historiador Ismael Rodríguez Marrero.

El historiador Ismael Rodríguez Marrero. / LP/DLP

Martina Andrés

Martina Andrés

Las Palmas de Gran Canaria

¿De dónde surge su interés por establecer un paralelismo histórico entre las Islas Canarias y Okinawa o Islas Ryūkyū?

El germen de esta investigación radica en un aspecto personal: mi interés genuino por toda la cultura japonesa desde la adolescencia. Aquí fue cuando empecé a consumir productos culturales como películas, series, novelas u obras de arte de cualquier época. Fue lo que más me llamó la atención. A lo largo de mi trayectoria académica, justo en el momento de realizar la tesis doctoral, vi una oportunidad clara de tratar de acercarme a esa cultura. Y hablando con mi director de tesis, se nos ocurrió exponer este diálogo entre estos dos archipiélagos que luego acabó publicado en un libro. La propia inercia de la investigación me fue dando ya esta solidez, coherencia y lógica a la hora de establecer las comparaciones.

¿Por qué vio tan claro que podía existir un paralelismo entre estos dos territorios tan alejados?

Los factores esenciales para realizar la comparación partían un poco más de los puros asuntos militares, de la geoestrategia, de los planes de invasión y defensa aliados, y también de España y Japón. Y luego también los lugares que iban a ocupar estas islas en la los años de posguerra, los años 40, 50, como así se demuestra luego en los planes de la postguerra estadounidense. Yendo más allá de estas facetas puramente militares, la resistencia militar la representaban los protagonistas de estas islas, que son las sociedades insulares. Y a partir de ahí, se establecen también unos cuantos paralelismos sobre cómo, al calor de estos proyectos militares y imperialistas, a finales del siglo XIX, del siglo XX, se formaban estas identidades insulares.

Son identidades insulares que estuvieron marcadas, en ambos casos, por el factor migratorio.

Ismael Rodríguez Marrero

— Historiador

¿Cómo las describiría?

Son identidades insulares que estuvieron marcadas, en ambos casos, por el factor migratorio. Tanto las colonias de los canarios emigrados a América como las de los okinawenses, jugaron un papel bastante importante, incluso más que los propios residentes, en la formación de esa identidad insular. Y, por otro lado, el asunto de la experiencia de la guerra. Está muy bien analizar, desde un punto de vista general, la planificación militar de España, de Japón, de Estados Unidos o de Reino Unido, pero luego hay que bajar un poco a ese estadio más llano de la población que experimentó esa situación de guerra y de posguerra. Me pareció otro campo bastante fértil para indagar.

¿Por qué?

También tiene su sentido, sobre todo porque tanto España como Japón no participaron directamente en la Primera Guerra Mundial. Ahí se habla de cómo la Primera Guerra Mundial supone un cambio de paradigma bastante fuerte en la interpretación de los soldados, de la población civil, que ven la guerra como algo ya despectivo, un proceso destructivo, mecanizado, industrializado, a diferencia de esa visión romántica que se tenía de la guerra en épocas precedentes y a diferencia de países como Reino Unido o Francia, donde se ve la clara ruptura de esta visión, de esta subjetividad con respecto a la guerra. En España y en Japón tarda un poco más, se queda un poco a medio caballo por no tener esa gran masa de soldados retornados de las trincheras. Todo eso se traslada a esos períodos de la Segunda Guerra Mundial. Y los soldados canarios y okinawenses también son influenciados por esta subjetividad.

¿Esta subjetividad estuvo condicionada por los medios de comunicación?

El tema de los medios de comunicación lo toco más en el capítulo dedicado a la formación de las identidades insulares, sobre todo en los años 40, en la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, en Canarias, son varios los organismos que intentan atener a la población civil o a los excombatientes a través de consignas propagandísticas de esta unidad de la patria, de ese proyecto nacional franquista, a través de organismos como Falange, la Iglesia Católica, o el propio estado franquista que aglutina o monopoliza toda la opinión pública a través de la mediación de esos medios de comunicación. En el caso japonés pasa algo similar, con la instauración de un régimen militarista a finales de los años 30. Lo que ocurre respecto a Japón es que se intenta proyectar una imagen romantizada de esa antigua casta militar, de todos estos samuráis, a través de obras de literatura, dándole ese enfoque muy militarista en aras de proyectarlo hacia la población no solo combatiente, sino también civil. Al final esta idea de sacrificio, de morir por la paz, se difunde sobre la propia población civil.

Canarias queda un poco en el limbo. Los estadounidenses siempre la tienen como una posible base para establecer instalaciones, pero la política exterior con España no es muy fructífera en ese sentido.

Ismael Rodríguez Marrero

— Historiador

¿Por qué ha elegido el año 1953 como cierre de su estudio?

Porque es una fecha bastante significativa para ambos archipiélagos. Sobre todo porque uno de los aspectos a comparar eran los planes de posguerra estadounidenses. EE.UU. ya ve desde el año 1942 que la guerra, tarde o temprano, se va a ganar a las potencias del Eje, a Alemania, Japón e Italia, y quieren estar preparados para ese futuro nuevo orden internacional. Un nuevo orden cuyo gran competidor va a ser la Unión Soviética. Y quieren estar preparados tanto diplomáticamente como militarmente. En el ámbito militar eso se materializa en la instalación de bases por todo el mundo. En España eso culmina con los famosos Pactos de Madrid del 53, donde el gobierno franquista cede suelo español para que los estadounidenses las establezcan. Canarias queda un poco en el limbo. Los estadounidenses siempre la tienen como una posible base para establecer instalaciones, pero la política exterior con España no es muy fructífera en ese sentido. Es un campo todavía aún por investigar en profundidad. Porque, a pesar de que Estados Unidos obtiene bases militares en territorio peninsular, los diferentes organismos militares siguen haciendo informes sobre el lugar privilegiado que supone Canarias.

¿Y en el caso de Okinawa?

En este caso, esa fecha casi se solapa con la negociación de política exterior de Estados Unidos. En 1951, se firma el Tratado de San Francisco, que es como esa rúbrica oficial de tratado de paz de Estados Unidos y Japón de la Segunda Guerra Mundial. Es cuando Estados Unidos empieza a instalar bases militares por todo el territorio japonés. Okinawa, aparte de estar administrada en su totalidad por Estados Unidos, porque fue una de esas monedas de cambio -hasta el 72, ya que luego retornó a soberanía japonesa-, fue una de las principales bases militares para Estados Unidos. Más de la mitad de la isla por aquel entonces estaba dedicada a la construcción de estas bases militares. Ahí también radica el paralelismo de esos primeros años de la década de los 50, justo cuando se dan estos dos grandes acuerdos.

¿Hay algún dato o anécdota que refleje de forma muy clara el diálogo entre las dos regiones que compara en el libro que presenta mañana?

Quitando el tema puramente militar de estos enclaves como lugares geoestratégicos esenciales en el Atlántico y en el Pacífico, hay que tener en cuenta lo que comentaba anteriormente sobre el tema de las identidades insulares. Ese factor de emigrados canarios y okinawenses en el exterior fue uno de los pilares esenciales en la formación de las identidades insulares. Esta población emigrada fue la gran precursora de esta identidad insular. No tanto con aras de formar un movimiento político independentista, que sí lo hubo -pero no tuvo gran repercusión-, sino sobre todo, en aras de utilizar esta identidad insular como contrapeso a un proyecto nacional que se impone desde Madrid y como contrapeso a conseguir un trato más igualitario, tanto por parte de las élites insulares canarias como por parte también de los propios okinawenses. Es claro el papel que jugaron las colonias de emigrados okinawenses y canarios, sobre todo en territorio americano. Aunque en el caso de Okinawa, muchos de ellos emigraron también a otras prefecturas japonesas, a otras zonas del Pacífico o a otras colonias japonesas en Asia. Pero también hay un contingente importante en Bolivia, en todo lo que es el sur de América. Ahí se fragua esa identidad insular. Ese proceso migratorio fue evidente en ambos escenarios.

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