Ensayo
David López Canales, autor de '¿Una rayita?': "En España consumimos cocaína como los 'yuppies' de los 80, pero sin ser 'yuppies'"
El escritor y periodista reflexiona sobre las causas que hacen que la 'farlopa' viva su apogeo en el momento actual del capitalismo, con España en cabeza de los países consumidores

Una mujer y un hombre esnifan sendas rayas de cocaína / Archivo
Ramón Vendrell
Albert Niemann (1834-1861) destiló el activo principal de la hoja de coca y lo bautizó cocaína, cuya fórmula molecular terminaría de fijar Richard Willstätter (1872-1942) todavía en el siglo XIX. Su éxito instantáneo y su prohibición posterior son anecdóticas; lo sustantivo es que la cocaína vive su apogeo en la actualidad, no en balde sus efectos parecen diseñados para satisfacer a la sociedad del neoliberalismo tecnológico, regida por el lema anglosajón 'work hard, play hard', más o menos, machácate y desquítate.
"La cocaína es combustible para el ritmo de máxima productividad y máxima competitividad en el trabajo que hemos integrado dentro de nosotros, ya nos damos solos los latigazos -dice David López Canales, autor de '¿Una rayita?' (Anagrama)-. A la vez, permite una evasión inmediata a un ocio en el que buscamos experiencias nuevas y fuertes. Consumimos cocaína como los 'yuppies' de Wall Street de los 80, pero sin ser 'yuppies'".
Tiene también una explicación científica el reinado de la cocaína, droga ilegal y por completo 'mainstream'. "Vivimos en una sociedad que busca el placer inmediato -expone López Canales-. El 'like' o el comentario conseguido en las redes sociales, las compras o los restaurantes son pequeños chutes de dopamina. La cocaína proporciona lo mismo, pero a lo bestia".
Los motivos
'¿Una rayita?', publicado en la colección de ensayos breves Nuevos Cuadernos Anagrama, se subtitula 'Por qué en España se consume tanta cocaína y no se habla de ello'. España figura sistemáticamente entre los países que consumen más cocaína del mundo, según los informes del Observatrorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. López Canales expone varios motivos.
España es desde los años 80, cuando comenzó la era popular de la cocaína, puerto de entrada en Europa de la sustancia. Ello significa disponibilidad y baratura. Su precio es alucinantemente estable en el mercado español. 10.000 pesetas costaba el gramo hace 40 años y su equivalente exacto en euros (60) cuesta ahora. La congelación del precio se debe a que el aumento de la demanda ha ido parejo al aumento de la oferta. En los últimos 15 años, explica López Canales, se ha triplicado la producción de cocaína, cuyo consumo está concentrado en Estados Unidos, Canadá, Europa occidental y Australia.
Normalizado
El autor considera que el estilo de vida español, las terracitas y eso, impulsa un consumo "más social" que en otros países. Asimismo, indica el ensayista, los estragos que la heroína causó en España en las décadas de 1980 y 1990 permitieron paradójicamente a la cocaína mantener un aura de droga guay. Aunque una y otra formaban el núcleo de lo que entonces se llamaba "drogas duras", señala López Canales, la primera originó el cliché del consumidor marginal y quedó apestada, mientras que la segunda se asoció a ambientes 'interesantes' y prosperó de mala manera. "El yonqui era el que se metía heroína; el que se metía cocaína a lo sumo era adicto", ilustra el escritor. Hace tiempo que la cocaína está presente en todos los estratos sociales y seguramente ha perdido glamur, pero da igual: "Cuesta mucho acabar con un relato".
El consumo de cocaína está tan normalizado en España que "en las fiestas la gente ya no va al lavabo a hacerse una raya, se la hace en la estantería de Ikea", ilustra López Canales. En la esfera pública, un bar de Valladolid presentó la tapa 'Un pollo de coca... Cola', consistente en un saquito de pollo a la Coca-Cola, un canutillo relleno de mermelada de frambuesa y dos líneas de azúcar glas, y un establecimiento de Madrid ofrece el combo 'Pillamos un pollo', pollo al carbón y vermut. Un pollo es un gramo de cocaína en argot. Aunque poco argot es ya.
Silencio
Y de lo que está normalizado no se habla. No importa que España también despunte en personas que se someten a tratamiento por adicción a la cocaína, lógico si despunta en consumo. "Es reciente que hayamos empezado a hablar con cierta normalidad y sin estigmas de los problemas de salud mental, y las adicciones son problemas de salud mental -cuenta López Canales-. Pero no solo apenas se habla de la adicción a la cocaína, tampoco se habla de la gente enganchada a los ansiolíticos o los sedantes, drogas legales. Las drogas están fuera de la conversación". Con la salvedad del punto de vista policial.
A López Canales le parece "muy buen reflejo" de la cocaína en España la serie de Rodrigo Sorogoyen 'Los años nuevos', en la que la 'farlopa' es un ruido de fondo de la relación de un grupo de amigos, concentrada en una pareja. Tampoco pasa gran cosa cuando uno de ellos ingresa en un centro de rehabilitación.
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