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Cuando las paredes sienten: el arte que transforma una casa en hogar

Un trazo, una textura o un color pueden alterar la atmósfera de un espacio sin necesidad de palabras. Cuatro artistas vinculados a Canarias reflexionan sobre cómo sus creaciones aportan emoción, memoria y carácter a los lugares donde transcurre la vida cotidiana. Sus obras no solo decoran: también acompañan

'Megumi Yamada', 2023, (118cm x 80cm). Oleo sobre lienzo. Obra del joven artista MÁMM

'Megumi Yamada', 2023, (118cm x 80cm). Oleo sobre lienzo. Obra del joven artista MÁMM / LP / DLP

María Alfonso Rodríguez

María Alfonso Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria

Una casa puede tener ventanas amplias, paredes lisas o muebles de diseño. También puede ser luminosa, práctica y cómoda. Pero sin arte, le falta algo. Falta alma. Un cuadro o un mural —esos fragmentos de mundo detenido en papel, lienzo, madera o papel— no solo decoran: habitan, conversan y resuenan. Hacen de un espacio una historia, y de una historia, un hogar.

Cuatro artistas con raíces o residencia en Canarias —MÁMM, Gina Castellano, Margullito e Irene Polinelli— comparten su visión sobre lo que sucede cuando la pintura entra en lo doméstico. Y es que, aun siendo cuatro personas con estilos diferentes, todos llegan a la conclusión de que el arte no es adorno: es identidad y lo transforma todo.

«El arte le da personalidad a una casa», expresa Miguel Marrero (MÁMM). «Vivimos rodeados de cosas producidas en serie. El arte rompe eso. Es lo más auténtico que puedes tener en una pared», comparte el joven artista, quien lleva jugando con colores y facciones desde que tiene uso de razón. Su obra, marcada por un surrealismo figurativo y una paleta serena, invita a detenerse y respirar.

MÁMM junto a su obra 'Magec' (80cm x 100cm) Óleo sobre lienzo

MÁMM junto a su obra 'Magec' (80cm x 100cm) Óleo sobre lienzo / LP / DLP

Gina Castellano lo expresa con otra sensibilidad: «Una casa sin arte puede ser funcional. Pero una casa con arte está viva». Su pintura, abstracta y táctil, genera atmósferas de paz a través de colores suaves y texturas que invitan al recogimiento. «La obra no quiere imponerse. Solo acompañar», concluye.

La artista Gina Castellano y su obra 'Mareas'

La artista Gina Castellano y su obra 'Mareas' / LP / DLP

Identidad hogareña

Para Sandra González, conocida artísticamente como ‘Margullito, colgar arte en un hogar es un acto de afirmación: «Es una forma de reafirmar una perspectiva del mundo. Cuando eliges una obra para tu salón o tu dormitorio, estás diciendo: esto soy yo». Sus figuras femeninas de trazo minimalista, bañadas en referencias isleñas, tienen algo de espejo colectivo y de refugio íntimo.

Sandra González Reina, 'Margullito'; a través de su arte

Sandra González Reina, 'Margullito'; a través de su arte / LP / DLP

Irene Polinelli, artista e ilustradora y conocida por su firma 'Eneri Concept'; habla desde la experiencia personal. Recuerda con una mezcla de humor y desazón el momento en que entró en una casa vacía, sin cuadros ni imágenes en las paredes. Le pareció triste, casi inhabitable. «Ahora —comparte— está llena de ilustraciones y carteles, y la energía es completamente distinta». Para ella, el arte es compañía, luz y refugio. Si hay algo que tiene claro es que la creatividad tiene un alma que «te acoge, te hace sentir menos sola».

La ilustradora Irene Polinelli junto a uno de sus murales

La ilustradora Irene Polinelli junto a uno de sus murales / LP / DLP

El arte como presencia cotidiana

Los cuadros no nacen siempre para museos. Algunos están pensados para dormir cerca de la gente, para convivir con las rutinas, con los silencios y hasta con las meriendas en pijama. Para muchos artistas, esa idea es central. «Poder caminar por el pasillo y pararte treinta segundos a mirar algo hoy es una acción revolucionaria», afirma MÁMM. Gina lo refuerza: «El arte está hecho también para formar parte de los momentos tranquilos del día a día».

«Poder caminar por el pasillo y pararte treinta segundos a mirar algo hoy es una acción revolucionaria»

MÁMM

Irene tiene cuadros por toda su casa: ilustraciones irónicas en la cocina, obras emocionales en el dormitorio, escenas urbanas en el salón. «Me gusta que el arte acompañe todo el recorrido del hogar. Que esté en cada rincón como una presencia que camina contigo». Margullito, aunque no cree pensando en el espacio, se emociona cuando ve sus obras en casas ajenas: «Es una coincidencia de visiones. Un sentir compartido».

Ilustración de Irene Polinelli

Ilustración de Irene Polinelli / LP / DLP

Color, textura y energía

«El color transforma el estado de ánimo. El arte cambia cómo vivimos un espacio», afirma Irene, que analiza con precisión qué tonos funcionan mejor en cada estancia. Para la cocina, rojos y naranjas; para el salón, verdes suaves y azules; para el dormitorio, lilas o tonos tierra. MÁMM, más introspectivo, cree que «el arte no debe buscar encajar en un espacio, sino resonar con quienes lo habitan». Y eso incluye forma, tamaño, intensidad. «No pondría un cuadro que grita en un sitio que pide silencio», reflexiona.

«El arte no debe buscar encajar en un espacio, sino resonar con quienes lo habitan»

MÁMM

Gina, especialista en texturas, añade otra capa: «Algunas obras no solo se ven, también se sienten». Sus piezas de pasta de modelaje y acrílico tienen volumen, profundidad, piel. «El arte puede ser descanso visual», dice. En definitiva, una pausa en medio del ruido. Marguillito añade que «una casa sin arte está menos vivida», dice Margullito. Para ella, esa ausencia concibe que «falta alguien, falta calor». Su planteamiento, lejos de lo estético, apunta a lo simbólico: el arte no decora, cuenta. «Dice cómo vemos el mundo, lo que queremos mostrar. A veces, incluso sin saberlo», añade.

Irene lo suscribe: «El arte que elegimos para casa refleja nuestra historia, nuestras emociones, lo que necesitamos para sentirnos bien. Es una forma de expresión íntima. Una casa con arte tiene alma. Y el arte revela parte del alma de quien la vive».

'Ventana al mar', ilustración de Margullito

'Ventana al mar', ilustración de Margullito / LP / DLP

Pintar con raíz

¿Y si hubiera que pintar el alma de un hogar canario? Las respuestas coinciden en el fondo, aunque no en la forma. MÁMM piensa en símbolos como los faunos de Néstor de la Torre, entre lo telúrico y lo onírico. Gina evoca texturas volcánicas, azules atlánticos y la luz del archipiélago. Para Irene, serían capas de tierra, mar y figuras femeninas que caminan hacia dentro. «Para mí, las personas dan alma a la imagen. No puedo pintar un paisaje sin una presencia humana», expresa. Margullito lo ve desde la diversidad: «No puede haber un solo cuadro. Hay tantas almas como hogares canarios existen. Pero todos parten del mismo hogar: la Isla».

Obra de Gina Castellano

Obra de Gina Castellano / LP / DLP

El arte no solo acompaña: ancla, vincula, recuerda. «Cada obra que alguien cuelga en casa habla de un momento vivido, de algo que le refleja o le recuerda», dice MÁMM. A veces, ese cuadro es una foto intervenida. Otras, una explosión de color o una frase. Pero lo que siempre hay, coinciden, es una intención. «Elegir arte es un acto íntimo y valiente», afirma Irene. Para ella, es un reflejo, «es mostrarte sin palabras». Lo más bonito —añade— es cuando alguien cuelga una obra tuya en su casa. «Es como desnudarte delante de alguien. Pero al mismo tiempo, es saber que no estás sola. Que lo que tú sentiste, alguien más también lo sintió. Y ahora vive con ello».

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'Ach Guañac', obra de MÁMM / LP / DLP

Somos lo que colgamos

Una casa con arte no es una galería. Es algo más visceral. Es una declaración. Es el eco de una memoria, el ancla de un deseo, el espejo de una emoción que no se sabía expresar. A veces una casa puede estar bien amueblada, iluminada o equipada; pero sin una obra que te mire desde la pared, aún le falta alguien. Y como dicen estos cuatro artistas: lo que cuelgas también eres tú.

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