NOVEDAD EDITORIAL
Luz Gabás viaja al Far West con una historia de amor, aventuras y colonos españoles
La ganadora del Premio Planeta en 2022 publica 'Corazón de oro', su primera novela tras el galardón, un relato con aroma a 'western' protagonizado por un joven aragonés en los Estados Unidos de mediados del siglo XIX

Luz Gabás publica este 17 de septiembre su nueva novela, 'Corazón de oro'. / Javier Ocaña
Hay carromatos que atraviesan el corazón de unos Estados Unidos todavía a medio construir, en dirección a esa California de mediados del siglo XIX en la que estalla la fiebre del oro. Un paisaje con un paisanaje hecho de colonos y ganaderos; de europeos, nativos y mexicanos. Hay odios que acaban mal, amistades resistentes al fuego y romances más grandes que la vida. Y sin embargo, aunque creamos reconocer todos esos elementos y queramos emparentar esta historia con la que hemos visto en cientos de películas, dice Luz Gabás que su nueva novela, Corazón de oro (Planeta), no es un western. "Bebe de él", admite al menos la autora. "Pero el western es un género muy concreto, con un héroe violento y rudo y una descripción amable de lo que fue la conquista del Oeste, de ese 'destino manifiesto' que implicaba el deber de colonizar, de conquistar, de poblar el territorio. Y este no es el caso de la novela. Sí coincide en la estética, pero el libro es más bien revisionista, porque nos ofrece algo que no sabíamos".
Ese algo del que habla la escritora aragonesa es una historia que apenas se conoce: la de los españoles que participaron en aquella conquista del Oeste tantas veces retratada por el cine. Lo cuenta tras bajarse ella también, junto a un grupo de periodistas, de la caravana de carretas que acaba de recorrer un pedregoso paraje cerca de Madrid donde se han rodado unos cuantos clásicos del cine de vaqueros, y donde la editorial ha querido que su autora presente el libro a la prensa. Es el primero que publica después del Premio Planeta que se llevó en 2022 con otra historia ambientada en unos Estados Unidos de época, Lejos de Luisiana.
Corazón de oro, que Gabás ha titulado como una conocida canción de Neil Young, se adentra en aquellos parajes del Far West con un protagonista, Lorient, que es aragonés como ella. Un pastor que deja Pasolobino, el pueblo ficticio de la montaña oscense en el que transcurría parte de la novela que la dio a conocer, Palmeras en la nieve, en busca de un futuro mejor. Será un suceso trágico el que le aleje de su tierra natal, y tras pasar por Francia recalará en Nueva Orleans, ciudad que ya aparecía en su novela ganadora del Planeta. Allí comenzará la aventura de cruzar un país cuyos tesoros él también quiere conquistar para, en cuanto pueda, volver a su casa rico.
Pero en toda aquella odisea, tan épica como cabría esperar, se cruzarán el amor, la amistad y también algunos encontronazos con rivales o simples desalmados. "Yo no quería que mi héroe fuese un hombre violento -explica-. Quería que fuese un héroe con un corazón de oro en un contexto en el que hay racismo y codicia, luchas por el territorio, miedo ante los cambios, pero también ilusión. En proceso de adaptación a un nuevo mundo, a un entorno lleno de oportunidades, pero que también es hostil".
Pasado californiano
Que Luz Gabás ambientase esta novela en California no es casualidad. El estado norteamericano es un territorio que conoce, porque allí pasó un año como estudiante, en la ciudad de San Luis Obispo, cuando tenía 17. Dejó Monzón (Huesca), su localidad natal, para cruzar el Atlántico e instalarse casi a orillas del Pacífico cuando lo de viajar no era algo tan común como hoy. "Yo no había probado ni la pizza, para que nos hagamos una idea" [risas]. De entonces recuerda que tenía muchas imágenes de películas en la cabeza. "Pero una cosa son las películas y otra cosa es la realidad", dice sobre un año en el que tuvo que aprender no solo otro idioma, sino también otra forma de relacionarse, otras costumbres, otra cortesía. A pesar de que la suya fue una experiencia fácil, cómoda, no como la de los protagonistas de su libro, "echaba de menos muchas cosas, tuve mucha nostalgia. Y todo eso me ha servido para el viaje de Lorient en la novela, aunque él se queda mucho más tiempo".

Reproducción de un antiguo cartel en un mirador del espacio natural Dehesa de Navalvillar, donde se rodaron escenas de películas como 'El Cid' o 'El bueno, el feo y el malo'. / Javier Ocaña
Como toda novela histórica o de época que se precie, Corazón de oro requirió un importante trabajo de documentación. "Tengo más de 100 páginas de notas con todo lo que apareció en la prensa sobre California entre 1770 y 1865. Quería saber lo que podía conocer de aquel lugar un chaval de 20 años en la España de la época". Encontró relatos reales de viajes de aventureros como él, casi todos de hombres pero también alguno de mujeres, y se topó con bulos e historias claramente inventadas. Ella también ha inventado cosas para construir las relaciones que unen a los personajes, pero el itinerario que relata, asegura, es el de la Guía del Emigrante a Oregón y California publicada por Landford Hastings en 1845, un libro emblemático que utilizaron muchos viajeros de la época.
A través de diferentes lecturas, algunas más actuales, pudo conocer las historias de españoles emigrados a California en diferentes épocas. Mirando hacia casa, cuenta que a mediados del siglo XX "hubo dos ramas familiares, una de Huesca y otra de Zaragoza, que crearon en la zona de Lancaster grandes explotaciones ganaderas". Pero como esa época ya la había explorado en Palmeras en la nieve y en este libro quería viajar todavía más atrás, fue otra la historia en la que se inspiró: la de los pastores vascos que, muchos desde Argentina, otros directamente desde Bilbao, llegaron a Nueva Orleans y luego a las grandes praderas a mediados del siglo anterior, y de ahí a California. Una odisea que conoció por el libro Amerikanuak, publicado en los años 70.
Amor y amistad
Será precisamente un personaje vasco, Sandor, uno de los mejores amigos de Lorient en una novela en la que la amistad es uno de los ejes fundamentales. Junto a él, en la misma cuadrilla, Escolano y Darragh, un chileno y un irlandés. Eran esas dos nacionalidades, según pudo saber en sus investigaciones, las peor tratadas en aquellas tierras del nuevo mundo porque eran de las más numerosas entre los que llegaban. También hay un hombre negro, Festus, antiguo esclavo, que se unirá a los amigos en sus aventuras y sufrirá como ninguno el racismo que les rodea.
La palabra que resumiría Corazón de oro es, para Gabás , "la bondad, esa capacidad para preservar nuestro corazón a pesar de la hostilidad que nos rodea". Pero la autora reconoce que lo que ha querido escribir con su novela, como también en ocasiones anteriores, es "una gran historia de amor". Ese amor es el que une a Lorient con Cynthia, la californiana que recorre el país con su hermano y muchas cabezas de ganado para ampliar el rancho familiar, y para la que dice que se inspiró en el personaje de Luz Benedict en Gigante (1956), la película de George Stevens, una mujer de fuerte carácter e ideas claras. Los dos, Lorient y Cynthia, tendrán que sobreponerse a los conflictos e intereses que se empeñan en separarles.
Sobre el posible vértigo que provoca la responsabilidad de publicar después de ganar un Planeta, Luz Gabás admite que lo ha sufrido. Tras esa exposición extrema que supone hacerse con un premio así, con las decenas de entrevistas, presentaciones y encuentros con lectores que trae consigo, necesitó encerrarse a leer y a pensar, a ver qué se le ocurría para la próxima. Pero no se dejó intimidar, sino más bien al contrario. "Si es necesario, lo voy a hacer mejor", se dijo. El despliegue de la editorial con este lanzamiento demuestra que la confianza es alta.
Tampoco le quita el sueño que su libro se convierta o no en película, aunque le encantaría que lo fuera y repetir el éxito que supuso la adaptación a la pantalla de Palmeras en la nieve. "Yo me imagino todas mis novelas hechas película. Lo que pasa es que luego los productores me dicen que no pienso escenarios sencillos, tipo una calle de Madrid", bromea la autora. "Aunque después de ver este entorno -dice girando la vista hacia ese paraje madrileño 100% western- rodar esta película es fácil. Así que... que no me hablen de dinero ahora" [risas].
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