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Juan Cambreleng Roca: «La Filarmónica nunca ha sido elitista: siempre ha sido una sociedad transversal, abierta y respetada»

«La educación y la cultura se inculcan en casa. En el colegio te enseñan, pero en casa te forman»

Imagen de archivo de Juan Cambreleng Roca en el Club La Provincia.

Imagen de archivo de Juan Cambreleng Roca en el Club La Provincia. / Adolfo Marrero

María Alfonso Rodríguez

María Alfonso Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria

Este sábado 25 de octubre, el Teatro Pérez Galdós acoge el 'Concierto de Inauguración' de la nueva temporada de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria. La cita, protagonizada por el violonchelista Ángel Luis Quintana y el pianista José Luis Castillo, marca el arranque de un curso muy especial en el que la institución celebra 180 años de historia como una de las sociedades musicales más antiguas de España. El expresidente de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria, Juan Cambreleng Roca comparte su experiencia al frente de la organización.

La Sociedad Filarmónica cumple 180 años. ¿Qué significa para usted formar parte de una institución con tanta historia?

Yo estuve al frente una época y me siento muy orgulloso de haber sido presidente de la Filarmónica. Siempre fue una entidad con mucha importancia no solo en la vida cultural, sino también en la vida social de Las Palmas de Gran Canaria y del resto de Islas. Es la sociedad más antigua de España entre las que existen, y eso dice mucho. Refleja el grado de penetración que ha tenido la música en la sociedad canaria y la naturalidad con la que aquí, desde hace generaciones, ha estado presente la música clásica, la música buena. Era parte de la vida cotidiana.

A veces da la sensación de que las nuevas generaciones se alejan un poco de la música clásica, ¿cree que es cierto?

Yo no lo veo así. Creo que las nuevas generaciones se van incorporando de una manera natural a los gustos, a la tradición y a lo que es la cultura. Pero eso no ocurre solo: tiene que haber una labor de las generaciones anteriores. Hay que tomarlo con paciencia, no decaer, y sobre todo trabajar mucho desde la educación. Hay familias donde la música es una cosa natural y otras en las que no, ahí es donde debemos actuar. Cuando voy a conciertos y veo gente joven me gustaría ver más, pero sé que es cuestión de trabajo, de divulgación y de enseñanza. Colegios, conservatorios y familias tienen que remar en la misma dirección para que la música no se quede solo en unos pocos.

Entonces, ¿podría decirse que la educación musical empieza en casa?

Efectivamente. La educación y la cultura se inculcan en casa. En el colegio te enseñan, pero en casa te forman. Y eso es fundamental. Cuando veo amigos que me dicen «en mi casa nunca se escuchaba música», pienso que es una pena, una oportunidad perdida. Eso hay que recomponerlo con divulgación, con enseñanza, con paciencia. La cultura y la música son una herencia de siglos, una tradición muy profunda. No se va a perder por mucho que cambie el mundo. No se va a perder, eso se lo garantizo yo.

La cultura y la música son una herencia de siglos, una tradición muy profunda. No se va a perder por mucho que cambie el mundo.

Juan Cambreleng Roca

¿Cómo ha evolucionado la Sociedad Filarmónica a lo largo de los años?

La Sociedad ha vivido muchas etapas. Cuando yo asumí la presidencia, estaba en un momento de cambio. Hasta entonces, los presidentes habían sido figuras políticas —alcaldes o presidentes del Cabildo—, lo que mostraba su importancia en la vida de la ciudad. Nosotros quisimos darle otro enfoque: abrirla, modernizarla, actualizarla. Introdujimos repertorios nuevos, trajimos grandes orquestas e instrumentistas. Llegamos a tener casi 2.000 socios y una programación viva, diversa y con ambición. Fue una etapa intensa, de transformación y de cierta «revolución» interna, porque cambiamos la forma en que se gestionaba y se proyectaba la entidad.

¿La Filarmónica tenía orquesta propia?

Sí. Durante muchos años tuvo una orquesta semiprofesional. Tenía pocos medios y poco tiempo para trabajar, pero mucho entusiasmo. Era una orquesta meritoria, aunque no de gran categoría. Cuando desapareció, fue un revés sentimental, pero también supuso un alivio económico. Eso nos permitió reforzar otras actividades: ciclos de cámara, conciertos escolares e invitados internacionales. Pudimos traer grandes conjuntos, como la Filarmónica de Nueva York, gracias a una oportunidad muy ventajosa. Dedicamos temporadas enteras a repertorios específicos, como la música barroca de Bach, y también abrimos el abanico con gospel. Fue una época de expansión artística..

También estuvo vinculado a la creación de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.

Sí. Participamos en su creación desde la Sociedad. La orquesta lleva el nombre de Filarmónica precisamente como homenaje a la Sociedad, porque es su origen. Para mí es un orgullo enorme ver cómo ha crecido y el nivel que ha alcanzado. Aquella fue una de las pocas exigencias que planteé al Cabildo cuando se creó la Fundación: que se reconociera el legado de la Sociedad Filarmónica en esa nueva etapa.

¿Qué papel ha tenido la Sociedad Filarmónica en la ciudad?

Básico. Si celebramos casi 200 años de vida es porque ha estado siempre presente y ha marcado mucho. El Gabinete Literario, la Sociedad Filarmónica, el Teatro, el Museo Canario o la Escuela de Luján Pérez son instituciones que forman el esqueleto de la cultura de la ciudad. Cada una cumple su papel, y juntas han permitido que florezcan otras iniciativas más contemporáneas, como los festivales o los amigos de la ópera. La Filarmónica nunca ha sido elitista: siempre ha sido una sociedad transversal, abierta, respetada por la sociedad y por la política. Y eso es muy importante: que la política entienda que su papel es respetar y apoyar la actividad de la sociedad civil, no dirigirla.

Si celebramos casi 200 años de vida es porque ha estado siempre presente y ha marcado mucho. El Gabinete Literario, la Sociedad Filarmónica, el Teatro, el Museo Canario o la Escuela de Luján Pérez son instituciones que forman el esqueleto de la cultura de la ciudad.

Juan Cambreleng Roca

¿Ha cambiado el público en los últimos años?

Sí. La afluencia se redujo un poco con el tiempo, como en todas partes, pero se está recuperando. Tras la pandemia, en muchas ciudades de España no se han recuperado los niveles de asistencia previos, pero en Las Palmas he visto una normalización. Nuestra orquesta tiene una gran categoría y eso se refleja en el público. Además, hay un factor que siempre me ha llamado la atención: muchos visitantes extranjeros se sorprenden de la afición musical que hay aquí. No se explican cómo existe este nivel de oferta y de seguimiento en una ciudad como la nuestra. Eso habla muy bien de la base cultural que tenemos.

¿Qué hace especial el concierto inaugural de esta temporada?

Me parece muy meritorio. Se incluye un repertorio de músicos relacionados con Canarias que en muchos casos está por descubrir. Hay archivos y música antigua que merecen ser estudiados. Siempre hemos tenido grandes instrumentistas y orquestas en Las Palmas de Gran Canaria, y eso es un lujo.

¿Cómo valora la relación actual entre la Sociedad Filarmónica y la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria?

Hay buena armonía. No se dan la espalda. Y eso debe trasladarse a socios y abonados de ambas entidades para sumar más, justificar más producción y ampliar la propuesta de conciertos y actividades en la Isla.

¿Cuáles son los retos de futuro?

La competencia cultural es enorme. Hoy hay muchas ofertas de ocio y la gente tiene que elegir. La Sociedad tiene el reto de ofrecer un aliciente claro para que el público vuelva a sentirse representado e integrado. En mi época llegamos a hacer más de 20 conciertos al año; ojalá se acerquen a esa cifra. También hay que implicar más a los conservatorios: son el futuro de nuestra actividad musical, los profesionales de mañana. Y seguir trabajando en la educación y la divulgación, porque la música necesita alimentarse de generaciones nuevas para seguir creciendo.

Si tuviera que definir el alma de la Sociedad Filarmónica en pocas palabras, ¿cuáles serían?

La cultura, la historia y la tradición canaria. Es uno de los pilares de la ciudad y de la Isla. Como tal, es la base sobre la que podemos construir un futuro mejor para todos.

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