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Balonmano
Daniel Sarmiento Melián Central grancanario de la selección española

Daniel Sarmiento: «Miro la medalla y solo veo el trabajo que hay detrás»

El grancanario Dani Sarmiento lanza a portería, ayer, en el partido por el bronce de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. | | JOSÉ MÉNDEZ/EFE

Solo le quedaba la medalla olímpica con España y ya la tiene. A sus 37 años, Dani Sarmiento es más que leyenda del deporte canario con un palmarés majestuoso.

Ya lo puede decir: es medallista olímpico. ¿Cómo se siente uno ya con ese estatus?

Creo que seremos más conscientes mañana o pasado porque ahora mismo estamos en una nube [la entrevista se realizó ayer tras la conclusión de la ceremonia de entrega de medallas]. Estamos contentos y tal, tenemos la medalla, pero todavía no somos muy conscientes de todo esto [risas].

¿Cuántas veces la ha mirado? ¿Le ha dado muchas vueltas?

Pues pesa bastante y es realmente bonita. Miro la medalla y veo todo el trabajo que hay detrás de esto, lo que se ha sufrido, el camino que se ha hecho por todos para llegar hasta aquí. Es la recompensa que hay de todo esto.

¿Y qué caras ve en esa medalla? ¿Cuáles son los rostros que se reflejan?

Toda la familia. Mi mujer, mis hijos, mis padres, toda esa gente que está detrás durante estos años apoyándote, que son el gran apoyo en la carrera de un deportistas en las buenas y en las malas. Pero también me acuerdo de todas las personas que han estado detrás de este grupo durante estos años y que nos han permitido llegar hasta aquí. Gente que por lesión o por decisión técnica no han podido estar aquí en Tokio.

Señala al grupo. Esa referencia la dejó Raúl Entrerríos nada más acabar el partido. ¿Cuánta importancia tiene que el gran músculo de España sea más el equipo que las individualidades en todos estos años?

Se ve en la pista. El balonmano es un deporte de equipo y, normalmente, son los mejores equipos los que ganan o los que compiten mejor. Creo que es una experiencia a nivel general que hemos vivido todos los que pasamos por aquí. El gran ambiente, la buena salud del grupo es lo que hace que este equipo sea algo especial. La medalla es merecida por esa unión del grupo y por todo lo que hemos peleado como equipo por tener este objetivo en la mano.

Resoplaron cuando se metieron en los Juegos Olímpicos a lo grande, resoplaron cuando acabó el partido... ¿Resoplaron también cuando se vieron ya con la medalla en el cuello?

Por una parte sí porque fue un alivio para muchos de nosotros que ya estamos al final de nuestra carrera y era lo que nos faltaba. No se pudo conseguir en Londres 2012, no nos metimos en Río 2016 y esto era lo que nos quedaba a muchos. No pudimos estar en la final porque, sinceramente, creo que Dinamarca y Francia han estado muy bien, han sido superiores a nosotros en los partidos que hemos jugado contra ellos. Teníamos que terminar de esta manera como fuera. Y no ha sido nada fácil porque Egipto es un gran equipo que nos puso las cosas muy difíciles. Nos plantearon un partido muy difícil, pero al final también tuvimos esa pizca de fortuna y el resultado cayó de nuestro lado. Poder ganar una medalla olímpica con este grupo, con estos jugadores después de tantos años entrenando y jugando con ellos lo hace más especial todavía.

«El bronce se va para Las Torres. Justo es el cumpleaños de mi padre, así que se llevará un regalito»

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¿Cómo se limpia la mente para resetear la cabeza tras perder la oportunidad de estar en una final?

Con la experiencia [se ríe]. Ya nos hemos visto en algunas así. Hemos perdido otras semifinales y sabes que tienes que reponerte si quieres llevarte ese premio, que es muy grande. Un tercer puesto en unos Juegos Olímpicos no los tiene todo el mundo. Esa experiencia nos valió para sobreponernos. Tuvimos nuestro momento de luto, pero a las pocas horas ya estábamos pensando en lo que teníamos contra Egipto.

¿Ha sido de verdad el último baile de esta generación? Está claro que Entrerríos ya no sigue, igual alguno más...

Se ha demostrado que viene gente nueva, con ganas, con calidad y con el mismo nivel competitivo. Es ley de vida. Hay jugadores que van llegando al final de su carrera, parando, otros que siguen y otros que se suman. Se están haciendo las cosas bien. Obviamente hay mucho camino, hay mucho que trabajar porque hay muchos países competitivos. Pero la cosa es estar ahí, metido entre los mejores para poder seguir en esta lucha.

¿Y su idea es la de siempre? Le queda un año de contrato en Saint Raphael. ¿Seguirá siendo elegible por Jordi Ribera?

Vamos a ver... A ver cómo estoy. Necesito descansar, desconectar, empezar la nueva temporada en Francia y ver cómo me encuentro. Eso lo primero. Ya veremos después cómo me siento mentalmente y físicamente. También si cuentan conmigo o no. Ya veremos. Ahora mismo, quiero disfrutar de este momento, saborearlo y ya llegará el momento de pensar en esas cosas.

¿Pudo hacer ya la videollamada con sus padres en su casa familiar de Las Torres?

Hablé con ellos porque la conexión no era muy buena para la videollamada. Cuando esté más calmado todo ya nos veremos bien y hablaremos tranquilamente.

Imagino que su padre Pepe si que ya le tiene el hueco guardado en el museo que le tiene en casa... ¿O la medalla olímpica se la va a quedar en su hogar?

Seguro, seguro, el bronce se va para allá. Además, hoy es su cumpleaños así que se va a llevar un pequeño regalillo. Pudo brindar por él y por una medalla.

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