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El rostro de la esperanza

Nilofar Bayat, capitana de la selección afgana de baloncesto en silla de ruedas, empieza una nueva vida tras huir de su país | «Allí no hay futuro para las mujeres», apunta

Nilofar Bayat, jugadora de baloncesto en silla de ruedas y refugiada afgana en España, en la terraza del hotel Cordial Malteses, en Las Palmas de Gran Canaria. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

Con apenas un par de años, Nilofar Bayat perdió una pierna por culpa de un misil. Ni eso ni el hecho de ser mujer en Afganistán dobló su tenacidad para salir adelante. Estudiante universitaria, activistas por los derechos de las mujeres y capitana de la selección afgana de baloncesto, su historia se torció cuando los talibanes tomaron el control del país el pasado verano. Ahora, con el balón naranja como principo, vuelve a comenzar.

«Me siento tremendamente agradecida por lo que me ha pasado, pero no es fácil. Yo estoy aquí, pero mi cuerpo y mi cabeza está en Afganistán, con mi familia y en todo lo que pasa allí. Nunca estoy completamente relajada». Las heridas de Nilofar Bayat están abiertas. Las suyas son puñaladas de esas que tardan en cicatrizar y aunque lo hagan algún día, siempre van a doler, siempre le acompañarán. Hace solo un par de meses que ella, capitana de la selección afgana de baloncesto en silla de ruedas, licenciada en Derecho y trabajadora del Comité Internacional de la Cruz Roja, tuvo que abandonar su país después de que la ofensiva talibán tomara Kabul. Junto a su marido Ramesh Naik huyeron de su casa, víctimas del miedo que ha vuelto a cubrir el país asiático. «No hay futuro para nosotras», explica. Y menos para ella, activista por los derechos de las mujeres en un país que ha vuelto a la más absoluta oscuridad.

Un futuro que Nilofar y Ramesh intentan labrarse en España. En Euskadi, de la mano del club de baloncesto Bidaideak Bilbao BSR, mira adelante sin olvidar lo que dejó atrás. Eso es imposible. «En cualquier lugar, en cualquier momento estoy mirando las noticias sobre el país, intentando hablar con mi familia y amigos, con mis padres, con mis hermanos, por saber si están bien, si están seguros. Cada día es un nuevo desafío para ellos, mucha gente está intentando empezar su vida desde cero en Afganistán y no es fácil. Es una situación triste porque no hay futuro en Afganistán y menos para las mujeres», lamenta en un inglés soberbio.

«Yo estoy aquí, pero mi cuerpo y mi cabeza está en mi país. Nunca estoy completamente relajada», relata

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Nilofar Bayat jamás imaginó que tendría que huir de su casa para pedir asilo en otro país, que tendría que empezar de cero en otro lado. Ni siquiera cuando el avance talibán en el norte del país hacia la capital puso en jaque –una vez más– a Afganistán. «Nunca pensamos que entraran en Kabul con esa facilidad. Cuando me lo dijo mi marido, le decía que era imposible. Estábamos positivos porque creíamos que todo se arreglaría en Doha, con las reuniones entre el Gobierno y los talibanes, pero no pasó», cuenta.

El mensaje que cambió todo

Con los talibanes de nuevo en Kabul, tras casi 20 años fuera de las instituciones, los cimientos de la vida de Nilofar y las de miles de personas se tambalearon por completo. Ahí, un mensaje lo cambió todo para ella. Era del periodista Antonio Pampliega, corresponsal de guerra, cautivo en Siria por Al-Qaeda 10 meses y conocedor de la realidad afgana. «Él fue el verdadero héroe que salvó mi vida», apunta Nilofar Bayat con brillo en los ojos.

«La primera persona que me escribió cuando entraron en Kabul los talibanes fue él. Le dije que todo iba bien. Al día siguiente, me volvió a escribir y la cosa fue distinta: los talibanes estaban delante de mi casa. Ahí sí que estaba en peligro. Le conté eso y me dijo que trataría de hacer todo lo posible para que saliera de ahí, que daría lo mejor de sí y lo hizo, consiguió que nos metieran en la lista del gobierno español», explica, en una relación que comenzó cuando Pampliega conoció a Nilofar en Afganistán en el momento que escribía su primer libro sobre el país.

Pampliega movilizó a la Embajada Española en Afganistán, al Ministerio de Exteriores y al Consejo Superior de Deportes. La Federación Española de Baloncesto se implicó pronto también en la historia, que corrió por Twitter. «Salvó mi vida, es así», prosigue.

«Cada día es un nuevo desafío, mucha gente quiere comenzar desde cero en Afganistán y no es fácil», argumenta

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Después comenzó una odisea en el Aeropuerto Internacional de Kabul donde «miles de personas» peleaban por intentar acceder al recinto y subir a un vuelo que les diera la oportunidad de salir del país. «El Kabul que dejé es un sitio muy peligroso. Entendí el peligro que vivía cuando hablé directamente con un talibán por primera vez, aunque ni siquiera me respondía a mí por hecho de ser mujer... Es imposible razonar con ellos, te empujan hacia sus reglas. Fue una situación muy desesperanzadora. El último día que estuvimos en Kabul, una vez que entramos en el aeropuerto, fue una situación de pánico, de mucho miedo viendo a tanta gente intentando salir del país. Eso te muestra el miedo que le tiene la gente al talibán», comenta.

«Me encanta ver la independencia con la que se mueven las chicas aquí. Nunca lo había visto», agrega

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Ella y su marido pudieron escapar. Miles de afganos que pretendían salir de Kabul quedaron bajo el mandato talibán. Ahora, en España, busca una nueva vida con el deporte como hilo conductor. Todo bajo una palabra que repite una y otra vez: seguridad. «Lo más bonito que he encontrado aquí es la seguridad. Desde que llegue me di cuenta: tienes seguridad. Cuando llegué vi que la gente está segura aquí y así puedes tener una vida maravillosa. Cuando vi la seguridad con la que se pueden mover las mujeres aquí... Te puedes mover con tranquilidad siendo mujer y nunca había estado en ningún lugar con una seguridad así para nosotras. Me encanta ver la independencia con la que se mueven y viven las mujeres aquí», explica. Un modo de vida que anhela para todo un país, para todo un pueblo.

Premiada por Charter 100

Nilofar Bayat se encuentra en Gran Canaria para recibir el galardón de la Asociación Charter 100 Gran Canaria, que engloba a mujeres emprendedoras y profesionales que buscan la consolidación del papel femenino. Distinguida por su lucha en favor de los derechos de las mujeres en Afganistán, Bayat quiere más. «Otras chicas no han tenido la oportunidad que tuve yo. Hay otras dos compañeras que están en Pakistán y las otras no pudieron salir. Ahora quiero progresar aquí en España, seguir con el baloncesto, pero también quiero intentar trabajar y trabajar por mi gente. Creo que puedo hacer algo por ellas, por mis compañeras de equipo», repite. Mientras en su cabeza siguen otro sueño: participar alguna vez con su país en unos Juegos Paralímpicos. Eso significaría que Afganistán ha cambiado mucho. | E. L.

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