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Lucha canaria

Ellas toman los terreros

La lucha canaria femenina vive una explosión sin precedentes en Gran Canaria | La liga juvenil pasa de cuatro a nueve equipos | El Proyecto Escuela, clave en este auge

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Lucha canaria: Presentación de la II Liga Femenina ABT Canarias. Andrés Cruz

Casi dos años de parón aventuraban tiempos difíciles para la lucha canaria. Si había algún miedo era que la base se quedara por el camino. Y ahí, el colectivo que más riesgo corría era el de la mujer. Sin embargo, el trabajo de la Federación de Gran Canaria ha conseguido que la línea que iniciaron hace un lustro no se perdiera: hoy hay más luchadoras que antes de la pandemia. Un éxito que busca reforzarse en 2022.

«Había practicado otros deportes antes como el fútbol o el kárate, pero como la lucha no he encontrado nada. En el equipo todas somos una familia, nadie me ha acogido igual». La historia de Mónica Sandoval no difiere demasiado del resto de niñas, adolescentes y jóvenes que pululaban por la pista central del Gran Canaria Arena. Ataviadas con la ropa de brega, los ojos destilaban ilusión y detrás de la mascarilla, sin que se vieran, se esbozaban amplias sonrisas. Y es que todas tenían motivos para estar felices.

Nunca antes se había visto una explosión femenina así en la lucha canaria. De los cuatro equipos que afrontaron la última Liga Femenina ABT Canarias de Lucha Canaria se han pasado a nueve escuadras. Una revolución que quedó patente en Siete Palmas, donde ellas mostraron que la lucha canaria tiene futuro. Y se escribe también en femenino plural.

Un crecimiento que no es casual. Porque si Mónica Sandoval, con los colores del Unión Sardina, estaba ayer en el Arena era porque por su centro educativo pasó el Proyecto Escuela de la Federación de Gran Canaria de Lucha Canaria, impulsado por el Instituto Insular de Deportes del Cabildo desde 2017. Ella no tenía familia apegada al terrero, pero aquella visita despertó su curiosidad. «Es un deporte que se está perdiendo y siempre me llamó la atención. Me gusta por la tradición que tiene. Siento una gran responsabilidad», enuncia.

Puede que por todo eso, Jennifer Pérez, una de las responsables del Proyecto Escuela, no podía ocultar la emoción que le producía ver un Arena lleno de niñas con ganas de bregar. «Me siento muy orgullosa, prometí no llorar, pero solo puedo dar las gracias. Estamos viendo los frutos de nuestra tradición. Así que les doy las gracias por ponerse la ropa de brega, por defender a nuestro deporte vernáculo», afirmó durante su exposición.

De las 20 licencias femeninas en 2017 se ha pasado a las 90 antes de arrancar la temporada 2021-22

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Una agradecimiento de alguien que ama a la lucha en busca de esparcir ese sentimiento de pertenencia a la arena sobre unas chicas que rebosan felicidad por volver a luchar. Muchas debutarán a partir del próximo 29 de enero. «Tengo nervios por cómo será esa primera luchada porque llevo poquito, un par de meses entrenando», concreta Marta Casimiro, que junto a su hermana Elena forman parte del equipo femenino del Castro Morales de Telde. «Me gusta porque es un deporte donde se emplea el compañerismo. Todas estamos muy unidas, no hay nadie apartada», explica. Con 12 años es la mayor del grupo.

Casi extinta

Cuando el Proyecto Escuela arrancó en 2017, la lucha canaria femenina agonizaba con 20 licencias. En 2019 se alcanzó la cifra de 80 y en 2020, el año donde estalló la pandemia, el montante había vuelto a subir. Ahora las fichas femeninas han superado las 90 para esta temporada y se espera que durante el curso este número pueda subir.

El Proyecto Escuela aparece como hilo conductor en casi todas las historias que se juntaban en el Gran Canaria Arena. «Si no llega a ser por esos monitores que pasaron por allí no creo que hubiera probado en la lucha canaria», agrega Rebeca García, que defenderá esta temporada los colores del Vecinos Unidos de Firgas. Había probado otros deportes como el fútbol o el kárate, pero «nunca duraba mucho». «La lucha canaria es diferente. Trata de valores, de sentimientos, de humildad... Ahora tengo el sueño de ser alguien en la lucha canaria», explica. Ella tampoco tenía los terreros enraizada en su familia. «Me emociona ver a tantas niñas aquí, a tantos equipos llenos de mujeres dándonos la mano», apunta.

Una aspiración de ser referente para otras niñas como ya lo es Ana Santana, del CL Santa Rita, que lleva desde los 11 años en los terreros. Ahora, con 22 siguen en la brega. «Empecé siendo la más pequeña y ya soy de las mayores. Creo que lo que nos diferencia es que somos compañeras, tenemos un respeto enorme al adversario y salimos a disfrutar», argumenta.

Algo que también mueve a Blake Castellano, que porta el verde y amarillo del Unión Gáldar. «El equipo te trata como una familia. Te sientes a gusto a la hora de expresarte, de vivir el deporte», comenta. Otra licencia que ha recuperado el Proyecto Escuela. «Es perfecto ver que somos un montón», puntualiza. Todo con una sola pasión: volver a bregar.

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