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Balonmano

Abián Rodríguez, corazón contra todo

El portero internacional juvenil vuelve a entrenar tras superar un problema cardíaco

Abián Rodríguez, en su vuelta a los entrenamientos con el Cisne en Pontevedra. | | LP

Las puertas de la élite nacional se abrieron para el juvenil Abián Rodríguez el pasado verano. Sin embargo, la revisión médica destapó un asunto serio que quiere empezar a ser ya parte del pasado.

El pasado verano estaba destinado a ser su gran verano. Puede que llegasen otros después, pero de momento tenía que ser ese. Delante tenía su gran oportunidad: salir de Gáldar para volar hasta Pontevedra y dar un salto en busca de la élite. Su fichaje por el Club Cisne Balonmano estaba hecho. Delante, el reto de tocar la División de Honor Plata y empezar Segundo de Bachillerato. Sin embargo, el corazón de Abián Rodríguez frenó aquel despegue.

«Me hice la revisión médica y en el electrocardiograma salieron algunos valores raro. Fue un toque de atención. Volví a casa de vacaciones y me dijeron que lo tenía que mirar en profundidad: y así era», explica el portero galdense, internacional juvenil con la selección española. Un problema cardíaco que ya está controlado, en una evaluación continua y que no le ha apartado de su sueño: hacerse un nombre en el mundo del balonmano profesional.

Porque tras seis meses fuera de las pistas, Abián Rodríguez volvió a los entrenamientos con el Cisne hace una semana. «Mi cabeza nunca pensó que esto se fuera a alargar tanto. El proceso fue duro», relata Rodríguez. Esta travesía llevó al guardameta a transitar por un sinfín de cardiólogos y especialistas para dar con un diagnóstico claro, un tratamiento y resolver la gran cuestión: ¿podía volver a jugar al balonmano?

«Iba de hospital en hospital. El principio del curso me lo pasé entre médicos. Casi ni iba a clases porque estaba todo el día de pruebas», relata . El problema que había en su corazón tenía nombre: una arritmia cardiaca derivada de una hipertrofia del ventrículo izquierdo. La pregunta derivada de todo eso era descubrir por qué. «Pensábamos que podía ser una enfermedad cardiovascular, pero los estudios han demostrado otra cosa y es que tanto entrenamiento han desarrollado así al corazón. Las paredes del ventrículo están más dilatadas de lo normal. Literalmente, tengo un corazón muy grande», relata el portero al teléfono, ya instalado en Pontevedra. «Ahora lo cuento y me dicen que tengo un corazón que no me cabe en el pecho», narra entre risas.

La implicación de las partes ha sido clave para que Abián Rodríguez pueda volver a ponerse bajo los palos, algo que ha hecho casi desde que tiene uso de razón. Por un lado, del propio Cisne, su Gáldar, pero también de la Real Federación Española de Balonmano. Ahí hubo un actor clave: Jordi Ribera, seleccionador nacional y exentrenador del Gáldar durante casi una década. «Me apoyó muchísimo desde el principio, se preocupó en especial por mi casa y me permitió ir a Madrid a hacerme prueba con cardiólogos de nivel internacional. Solo puedo darles las gracias. Ellos han conseguido que yo pueda volver a tiempo», apunta Abián Rodríguez, que no tiene ni voz ni una madurez de adolescente. Está varios pasos por encima de ese nivel.

La vuelta a los entrenamientos va cuesta abajo ya para él. «Me lo tomé en serio estos seis meses para no regresar tan mal e hice algo de gimnasio para no volver en un estado peor. Estoy molido, como cualquiera que vuelve después de las vacaciones a entrenar, pero cada vez tengo mejores sensaciones», apunta el portero, que cuenta con un chivato dentro de su cuerpo: un holter, un dispositivo que registra la información sobre cómo funciona su corazón.

Tras pasar por este tránsito el debut ya se ve más cerca en una vida y una carrera que siempre estará marcada por su corazón «Tengo la suficiente madurez para entender lo que tengo y saber mis límites. Soy consciente de que lo que tengo no es moco de pavo y tengo más posibilidades que otra gente de que me pueda pasar algo. Esta conversación la he tenido ya con mis padres antes: está muy bien perseguir mi sueño, pero también está la vida. Si me encuentro mal, pararé. Eso es lo importante», reflexiona Abián Rodríguez, en una muestra de corazón, pero también de mucha cabeza. La élite ya le espera.

Un escudo para el pecho

Que un portero de balonmano lleve coquilla es habitual. Pero lo que no se suele ver es que un guardameta se ponga bajo palos con un peto de taekwondo. Y así se verá a Abián Rodríguez para proteger su torso cuando vuelva a los partidos, algo que está previsto que pueda suceder incluso esta semana con el equipo juvenil del Cisne. El motivo está escondido bajo su pecho, donde Abirán Rodríguez tiene un holter -un pequeño aparato bajo la piel- que monitoriza cómo responde su corazón en el día a día de una vida de lo más normal. Para amortiguar los golpes que pueda recibir en el cuerpo durante los tres años que tiene que llevar el dispositivo, la solución que encontraron fue este peto hecho para reducir el impacto de las patadas sobre el tatami. «Lo que buscamos es que no se pueda romper el aparato de ninguna manera por culpa de un balonazo. Se supone que no se rompe y esto es una protección más», cuenta Abián Rodríguez. Un chaleco para detener lo que se le ponga por delante. Del casco de Cech en fútbol al peto de Abián.

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