De la gloria del deporte profesional a las trincheras de la guerra. Los ucranianos Vitali Klitschko, alcalde de Kiev, y su hermano Wladimir, campeones del mundo de boxeo, defienden a su país de la invasión rusa. Atrás quedan sus días de esplendor en el pugilismo, una época que les trajo al sur de Gran Canaria. Eligieron la Isla para realizar ‘stages’ de preparación entre mediados de los 90 y principios de 2000.
La huella canaria de los Klitschko. La invasión de Ucrania por el ejército ruso desvela historias conmovedoras, únicas y que hablan de la fragilidad de la paz y del mundo tal y como lo conocemos. En esta espiral de violencia y locura, es imposible no detenerse durante unos instantes para sobrecogernos con el caso de los hermanos Klitschko. Dos púgiles de leyenda del boxeo ucraniano que no han dudado ni lo más mínimo en defender a su patria, igual que lo hicieron en su momento de gloria dentro del ring. Pero ahora arriesgando sus vidas para intentar recuperar una normalidad que perdieron de la noche a la mañana el pasado 24 de febrero, ellos y todos sus compatriotas.
Su padre, un antiguo oficial del ejército de la extinta URSS, fue destinado a Ucrania durante su labor de limpieza de la central nuclear de Chernóbil, tras el accidente de funestas consecuencias en sus instalaciones. Fallecido en 2011, les transmitió a sus dos hijos el amor incondicional por su país y del servicio a la patria en los momentos de necesidad.
El complejo turístico en el que se alojaban en la Isla les montaba un ring en el mismo jardín del hotel para entrenarse
Wladimir y Vitali marcaron una época dorada en el boxeo mundial en la categoría de los pesos pesados, teniendo al sur de Gran Canaria como uno de sus lugares favoritos para realizar stages de preparación desde mediados de los 90 a principios de 2000. Su centro de operaciones, el complejo de Anfi del Mar, todavía a día de hoy el lugar escogido por un buen número de deportistas de relevancia del ámbito nacional e internacional como lugar de preparación. Entre ellos, los Klitschko.
Llegaron a la Isla por la amistad que unía a un jefe de ventas de Anfi, que era ucraniano, con el entrenador de los púgiles. Su presencia allí durante cinco o seis años seguidos motivaba siempre un gran despliegue. De hecho, en el propio jardín de hotel se instalaba un ring para ellos.
Las visitas de los ucranianos supuso una gran atracción para los muchos aficionados al noble arte del boxeo de la Isla, recibiendo numerosas visitas de gente en busca de un recuerdo suyo en forma de autógrafo o foto con los campeones; ellos respondían a esas muestras de cariño de los grancanarios con mucho afecto, a pesar del hándicap del idioma.
En Jinámar
Rafael Marrero, Feluco, prestigioso preparador grancanario de boxeo, nos recuerda con nostalgia aquella época, en la que «les facilité todo el material que necesitaron para su entrenamiento durante su estancia en la Isla». «Ambos vinieron hasta Jinámar e hicieron guantes con algunos boxeadores de aquí, entre ellos Pedro Miranda, que por aquel entonces estaba preparando el Campeonato de Europa -en el que conseguiría el título-», apunta el entrenador isleño.
A pesar de pelear ambos en la misma categoría, los hermanos Klitschko nunca se enfrentaron sobre un cuadrilátero en un combate oficial, a pesar de las millonarias ofertas que les llegaron a poner encima de la mesa, al ser los únicos hermanos que consiguieron ser campeones mundiales del peso pesado simultáneamente, aunque en distintas organizaciones del boxeo profesional.
Ese mismo amor fraternal es el que ha llevado en estos tiempos convulsos a ponerse al servicio de su país, Ucrania, que está siendo atacado sin miramientos por Rusia. No dudaron en alistarse para defender a su patria.
El estilo de estos dos púgiles ucranianos sobre el ring era «muy similar, al tener ambos a los mismos preparadores y entrenar juntos», señala Feluco. Hablar de Wladimir Klitschko (Kazajistán, 25 de marzo de 1976) es hacerlo de un boxeador legendario, del gran dominador del peso pesado en el inicio del siglo XXI. Antes de su retirada, en 2017, llegaba a defender hasta en 23 ocasiones su corona. El Dr. Martillo de Acero, como era apodado por su legión de seguidores, contaba con 69 combates profesionales a sus espaldas, de los que venció en 64 de ellos, 53 por la vía del cloroformo; sufrió tan solo cinco derrotas, las dos últimas ante púgiles británicos, Tyson Fury y Anthony Joshua, los últimos rivales que tuvo el campeón olímpico en Atlanta 1996 antes de su adiós a los cuadriláteros.
«Hicieron guantes con boxeadores de aquí, entre ellos Pedro Miranda», cuenta el histórico ‘Feluco’
Su hermano mayor, Vitali (Kirguistán, 19 de julio de 1971), no le va a la zaga. Como profesional, logró un total de 45 victorias, 41 de las cuales fueron por K.O. Solo encajó dos derrotas, ante Chris Byrd y Lennox Lewis.
Vitali, campeón emérito
Conocido en el mundo del boxeo por el apodo de Dr. Puño de Hierro, Vitali, al igual que su hermano, defendió el cetro mundial en muchas ocasiones, 15 en total, pasando a los anales de la historia como el único campeón del mundo profesional de boxeo en posesión de un doctorado universitario, por la Universidad de Kiev.
Su carrera política le hizo alejarse del cuadrilátero, si bien nunca se llegó a retirar formalmente. En diciembre de 2013, recibió el título de campeón emérito por el Consejo Mundial de Boxeo al no poder defender su entorchado por ser incompatible con su carrera política, que le ha llevado a ser alcalde de Kiev, la capital de Ucrania, durante los ocho últimos años como cabeza de cartel del partido Alianza Democrática Ucraniana para la Reforma, fundado por él mismo hace 12 años.
Ahora, también juntos como en su época como boxeadores, los hermanos Klitschko han decidido dar un paso al frente para luchar en primera línea contra la invasión rusa, haciendo gala de un patriotismo que les ha llevado a empuñar un arma para defender a un país que se resiste a ser dominado y rendirse sin luchar.
En este sentido la formación militar dispensada por su padre, además de su experiencia previa durante el servicio militar obligatorio, les otorga una preparación vital para afrontar, sin duda, el combate más importante de sus vidas hasta la fecha. En esta ocasión sin embargo, no deben esquivar puñetazos, sino fuego real.
