Espino, como le gusta que lo llamen, procede del barrio de San Nicolás y se inició en el fútbol en el equipo cadete del Santo Domingo. Su carrera continuó en los juveniles de este mismo equipo, en el Unión Peña y en el Huracán, con el que actuó en la Liga Nacional con Julio Suárez de entrenador. Hasta que fichó por el Real Sporting de San José para ponerse a las órdenes de Toni Umpiérrez.

Recalca que en el club de la barriada de San José ha sido un hombre muy feliz «porque me he sentido querido y respetado, tanto por los compañeros, técnicos, directivos y aficionados durante los 23 años que he defendido los colores de esta centenaria entidad». Quienes lo conoce bien, dicen de él que se trata de una persona humilde y sencilla, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego.

Después de tanto años, Espino reconoce que el fútbol ha sido «una parte muy importante de mi vida». «Este deporte me ha permitido divertirme, crecer personal y físicamente, además de hacer numerosos amigos y compañeros de los cuales guardo grandes y buenos recuerdos, entre otras cosas».

Se queda con la parte humana de su carrera, pues en cuanto a la monetaria reconoce que «no he ganado dinero como para ahorrar». «En las categorías donde he actuado solo he cobrado primas por partido ganado y una ocasión cuando el presidente del San José de aquella época, y tras un ascenso a Preferente, nos dio 50.000 pesetas a cada jugador».

Por su manera de ser, Espino, que tiene en su ahijado Yenedey a su seguidor número uno, se ganó la confianza de los entrenadores para lucir la banda de capitán durante más diez temporadas, una función que ha asumido con responsabilidad, aconsejando a los compañeros y respetando a los árbitros.

Aunque nunca ha sido de tener manías futbolísticas, relata que «a la hora de entrar en el campo intento no pisar las lineas con la pierna derecha». Añade que también le ha gustado embetunar o ensebar sus propias botas.

«Un club señor»

Cuando llega el momento de hablar del Sporting, no solo le brillan los ojos sino que también se emociona, quizás recordando su marcha como jugador. «Se trata de un club especial, un club señor, con una gran afición y una historia de 109 años que lo convierten en uno de los equipos más importantes de Canarias», señala.

Espino actuó en distintas posiciones a lo largo de su trayectoria y terminó su carrera como central. Le hubiera gustado cumplir el sueño de tantos futbolistas grancanarios, el de vestir la camiseta de la UD Las Palmas. Entre sus gustos futboleros, su preferencias se dirigen hacia el Barça, y reconoce sentir devoción «por el juego de Xavi e Iniesta» y se rinde a «la magia del argentino Leo Messi».

Jesús Yeray Espino Padrón, que trabaja como celador en el Hospital Insular de Gran Canaria donde es muy querido y respetado, tiene muchos planes para el futuro. En lo deportivo está formarse como entrenador para dirigir a un equipo infantil o juvenil para intentar trasmitir a los jóvenes los conocimientos y experiencias adquiridos durante todos estos años, así como formarlos como deportistas y como personas.

Juan Francisco Melián, actual presidente del Real Sporting de San José, destaca la implicación de un hombre que siempre ha sentido como suyo este club, de hecho lleva tatuado su escudo. «De Espino se puede hablar horas y siempre bien. Es un hombre comprometido, servicial y humilde, que ha hecho grande a esta entidad. Lo ha dado todo en el campo durante estos 23 años. Ha sido un jugador y una persona ejemplar. Aquí lo queremos mucho y esperamos contar con él para los equipos de nuestra Escuela”, admitía el dirigente.

Referente

Carlos Marín, su entrenador en esta última etapa, no duda en calificar al capitán como «un referente para toda la plantilla». «Jugador disciplinado donde los haya, ha sido un líder, ganándose el respeto de todos. Futbolista ejemplar por su conducta fuera y dentro del campo. En los partidos ha sido todo un señor a la hora de ayudar a los árbitros y a los jugadores rivales», apuntaba el entrenador.