Paulino Rivero Baute (El Sauzal, 1952) ha aceptado la proposición que le han realizado los principales accionistas del CD Tenerife para convertirse en diciembre en el vigésimo segundo máximo mandatario de la historia del representativo y en el tercer investido en este siglo, después de Víctor Pérez Ascanio y Miguel Concepción.

Presidente del Gobierno de Canarias entre 2007 y 2015, ha decidido dar un paso al frente después de ser persuadido por el jerarca actual, Amid Achi, Conrado González Bacallado y José Miguel Garrido, quien pronto se convertirá en el máximo accionista de la institución. Todos ellos avalarán y apoyarán la candidatura que encabezará el dirigente nacionalista, candidato de consenso y que se pondrá al frente del club para el próximo quinquenio.

Será un presidente sin honorarios, como así establecen los Estatutos del CD Tenerife, reformados antes de las elecciones de 2016. Ha sido Achi quien se ha ocupado de pilotar personalmente las conversaciones para convencer al expresidente del Ejecutivo, que había pedido un tiempo prudencial para sopesar la proposición y dar una respuesta, que ha sido afirmativa.

Entre Rivero y los accionistas de referencia del club isleño se han ocupado de pergeñar un nuevo consejo de administración en el que solo continuarán Conrado González y Samuel Gómez Abril. El resto serán caras nuevas. Una de ellas, la de Juan Guerrero –hombre de confianza de José Miguel Garrido– se ocupará de la parcela deportiva, mientras otra de las nuevas incorporaciones, Santiago Pozas Arjona, hará las veces de consejero y también director general. El último de los integrantes del principal órgano gestor de la sociedad será un hombre de sobrada reputación en su profesión, ajeno al fútbol y cuyo nombramiento está casi cerrado, después de que Concepción y Garrido se hayan implicado en conseguir su respuesta afirmativa.

El club cambia su funcionamiento y abandona el perfil presidencialista que ha caracterizado la gestión de Concepción, quien asumió el cargo en febrero de 2006 tras la situación de orfandad en la que había quedado el representativo con la renuncia de Pérez Ascanio y de su directiva al completo. Paulino Rivero se convertirá en el primer presidente del fútbol nacional en haber estado antes a cargo de una comunidad autónoma. Ya en 2017 se manejó la opción de que sucediera entonces a Concepción, quien sopesó su retirada, pero una posible situación de incompatibilidad –había inyectado cuantiosas cifras al CD Tenerife y también a la UD Las Palmas mediante contratos de patrocinio desde el Gobierno de Canarias– puso en duda su nombramiento. Su cargo será más institucional que ejecutivo; y entre sus competencias más inmediatas están las relacionadas con revestir de un mayor prestigio a la institución, acercarla a los diferentes estamentos de la sociedad insular y completar un proceso aperturista en el que tendrán un papel relevante las peñas, colectivos de animación y medios de comunicación.

Antes, a Rivero le espera la presentación pública de un proyecto, que tendrá lugar entre 48 y 72 horas después de la rueda de prensa que convocará Miguel Concepción para la próxima semana, presumiblemente el martes, aunque la fecha definitiva está por definir. Todas las partes implicadas en el proceso han creído conveniente que no haya ninguna comunicación del expresidente regional hasta que el empresario palmero no dé un paso al costado. Lo hará en una comparecencia con un mensaje muy claro, que tendrá tres propósitos principales: hacer un balance positivo de la gestión llevada a cabo durante casi 17 temporadas; garantizar un relevo tranquilo y subrayar la viabilidad del proyecto venidero. En este sentido, Concepción hará hincapié de que no deja el club a la deriva, ni en una situación de incertidumbre; y que tampoco lo abandona, puesto que él mismo formará parte del conjunto de accionistas que pretenden pilotarlo, ahora bajo presidencia de Rivero y con nuevos gestores en el organigrama blanquiazul, hacia el anhelado ascenso a la máxima categoría.