Obituario

Doble mazazo para el balonmano grancanario

La familia balonmanística de la Isla, de luto por los fallecimientos de Eduardo Fernández (78) y Tomás Ruiz (61), dos referentes

Eduardo Fernández, el primero de la derecha en la fila superior, como entrenador del mítico Canteras UD

Eduardo Fernández, el primero de la derecha en la fila superior, como entrenador del mítico Canteras UD / LP/DLP

Santiago Icígar

Santiago Icígar

El balonmano grancanario está de luto por el fallecimiento de dos ilustres, Eduardo Fernández Álvarez y Tomás Ruiz Delgado, referentes de este deporte que con su labor colaboraron en el crecimiento de esta modalidad en la Isla. El pasado viernes se conocía la noticia de la muerte de Tomás Ruiz Delgado, a los 61 años de edad. Un enamorado del balonmano que pasó por todos los estamentos. Comenzó su carrera como jugador. A finales de los 70 y durante la década de los 80, como portero, defendió la meta del Canteras. Esta actividad la compaginaba con la de portero de fútbol 11 en el Escaleritas e incluso de fútbol sala, sus otras grandes pasiones, aunque con el paso del tiempo el balonmano fue ganando la batalla.

Tomás Ruiz junto a una portería de balonmano

Tomás Ruiz junto a una portería de balonmano / Twitter

Después de colgar las zapatillas, comenzaba su carrera en los banquillos, lo que le permitió transmitir sus conocimientos a los más jóvenes. Además de su amado Escaleritas, dirigió al Juventud Las Palmas, el CD Ingenienses, el CB Ciudad de Las Palmas o el UD Vecindario, además de su paso por el balonmano extremeño dirigiendo al Villafranca y al Tierra de Barros, antes de regresar a su Isla. La labor docente fue una constante en su trayectoria, ejerciendo de seleccionador de Gran Canaria y de Canarias en categoría cadete masculina y en la escuela del BM Somar.

De los banquillos, Tomás Ruiz pasó a desempeñar funciones en los despachos, donde intentó mejorar las condiciones del balonmano en su Isla, aportando su experiencia y su visión de este deporte como presidente de la Federación Insular de Gran Canaria y del CB Escaleritas.

Grancanario de adopción

Eduardo Fernández en una imagen reciente

Eduardo Fernández en una imagen reciente / LP / DLP

Sin tiempo para asumir el adiós a Ruiz, las últimas horas del viernes deparaban otra fatal noticia para el balonmano grancanario, la del fallecimiento, a los 78 años de edad, de Eduardo Fernández Álvarez, conocido en su Avilés natal con el apodo de Guerra, un sobrenombre que le venía por parte de su padre, quien fuera alcalde de la ciudad. En los años 70, Eduardo encontró acomodo en Gran Canaria; aquí, desde su llegada, se le apodó el Minero, debido a su origen asturiano. 

Para Falo Méndez, uno de los entrenadores de balonmano más laureados de Asturias, hablar de Eduardo es hacerlo del «entrenador que puso a Gran Canaria en la élite, primero ascendiendo al Pepsi Sansofé y posteriormente llevando al Canteras UD a la División de Honor, que era la máxima categoría, equivalente a la Liga Asobal actual». En su opinión, su llegada a la Isla sirvió para «elevar al balonmano grancanario a lo más alto, junto al inolvidable Tonono Lozano -primer internacional absoluto canario con España-». 

«Hace unos 15 días hablé con él», recuerda emocionado Falo, quien fue discípulo de Eduardo en su etapa de entrenador en Avilés y con el que el paso de los años le convirtió en un «íntimo amigo».

A pesar de su origen asturiano, el tiempo le convirtió en un canario de adopción en toda regla. Tras dejar su carrera como entrenador, permaneció en la Isla, si bien cambió el balonmano por el ladrillo, dedicándose al sector de la construcción. Fundó Improcansa, empresa que dirigió con éxito durante varios años.

Como técnico, Fernández destacaba por su talante, su rigurosidad táctica y por la disciplina que imponía en sus equipos. Desde su llegada, Eduardo dejó un sello de entrenador de altura y hombre muy riguroso en lo táctico y en lo disciplinario. A pesar de que la Federación Española vetó el ascenso que consiguió al frente del Pepsi Sansofé, argumentando que los gastos de desplazamiento para afrontar los partidos en la Isla resultaban inasumibles para los clubes peninsulares, la palabra rendición no tenía cabida en su diccionario. Así, en 1977, llevaba Canteras a lo más alto. Con él en el banquillo, el histórico equipo grancanario lograba el ascenso a la División de Honor del balonmano masculino nacional, un hito sin precedente en la Isla hasta ese momento. 

Bajo su manto pasaron los mejores jugadores grancanarios de la época, como Miguel Ángel Rodríguez, Felo, Toba, Tonono Lozano, Calero, Abilio, Sulo o Conde, además de ser el impulsor del fichaje de dos jugadores internacionales por Dinamarca que marcaron una época, y que todavía hoy se les recuerda con mucho cariño: Jens Christenssen y Jan Lauridssen.