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Carreras de montaña

Un canario en la cima del mundo

Rafa Bethencourt deja huella en su estreno en la carrera de ultra trail más dura del planeta, la UTMB Mont-Blanc, tras lograr la plata en la categoría máster (45-49 años)

Rafa Bethencourt muestra orgulloso el trofeo que le corona como segundo clasificado de la UTMB Mont-Blanc (45-49). | | LP/DLP

Rafa Bethencourt, en su primera experiencia en la mítica UTMB Mont-Blanc, conseguía subirse al podio. El grancanario se hizo, el pasado fin de semana, con la medalla de plata en la categoría máster (45-49 años). Toda una hazaña para el isleño, que disfrutaba y sufría a la vez durante los cerca de 173 kilómetros de los que consta la prueba más mediática y dura de la ultradistancia, tras 26 horas de frío, calor, ilusión y orgullo.

Tan temida como admirada, la UTMB Mont-Blanc se ha ganado a pulso, durante sus dos décadas de historia, la fama de ser la carrera de ultra distancia más dura del planeta. Chamonix alberga cada año en la gran final de las UTMB World Series a la élite del trail mundial, con cerca de 10.000 corredores que se adentran en una aventura única, poniendo a prueba sus límites físicos y mentales con el único propósito de cruzar la línea de meta.

De entre esos miles de valientes destacaba en la última edición la presencia de un grancanario que llegaba a la cita con el objetivo de disfrutar de una experiencia única, atravesando los valles y collados de una de las cimas más bellas del mundo. Rafa Bethencourt rompía todas sus previsiones, conquistando el segundo puesto en la categoría máster (45-49 años). Ponía así el colofón a uno de los mejores días de su vida, en el que se alinearon los astros para, con un poco de fortuna, lograr una gesta inolvidable para el deportista isleño.

Además de la dosis lógica de suerte, Rafa se adentraba en esta aventura como colofón a una exhaustiva preparación física y mental junto a otros atletas de la Isla que participaron en esta cita, como su compañero Aarón Adasat, quien también dejó alto el pabellón isleño en la prueba.

«Para mí fue un sorpresón, a pesar de que era consciente de lo mucho que había entrenado, porque me salió una de las mejores carreras que he hecho en mi vida», se sincera el atleta grancanario. Una de las claves de su éxito estuvo en el análisis previo que realizó de la carrera de 172,9 kilómetros, que se divide en dos partes. «La primera parte de la prueba llegaba hasta Courmayer (81,3 kilómetros) y en ella era necesario ir rápido, pero a la vez conservando bastantes fuerzas», explicaba Rafa Bethencourt. «En ese punto se realizaba un pit stop en el que consideré que era importante alimentarse muy bien y a partir de ahí arrancar con un buen ritmo por una subida de casi 1.200 metros positivos, que me la tomé de menos a más, porque al comer bien siempre es más complicado al tener al principio el estómago lleno y una vez arriba, si aún tenía piernas, era el momento de correr», explica al revelar su exitosa estrategia.

Uno de sus grandes enemigos durante la exigente prueba fue el frío durante la noche. El propio deportista afirma que le hizo «tiritar», pero una vez llegó arriba se dejó envolver por el ambiente, el entorno y el hermoso paraje que se abría ante sus ojos; a partir de ese momento comenzó a «sentirse muy bien y empecé a correr».

Montaña rusa

Como en toda carrera de ultra distancia. Era importante «no crecerte en los momentos buenos ni venirte abajo en los malos, porque este tipo de carreras son como una montaña rusa, pero me veía compitiendo con deportistas de nivel top mundial y me sentía bien».

Al llegar a Champex-Lac (127 kilómetros), las noticias que le llegaban no podían ser más positivas. Era el momento en el que se enteraba de que era uno de los españoles mejor clasificados y el segundo en su categoría, con más de media hora de ventaja sobre el tercero, una renta que le sirvió para amarrar su histórica segunda plaza en la línea de meta.

A pesar de su éxito, Bethencourt reconoce que «no iba con el objetivo de ganar porque nunca había hecho antes una carrera con 10.000 positivos; y pruebas de 100 millas había hecho una con anterioridad por el desierto, pero que no tenía nada que ver con lo que me encontré allí, por lo que acudía a la UTMB Mont-Blanc con mucho respeto y mucho miedo».

Como todos los corredores, su objetivo de partida era acabar la carrera. Pero él mismo es el primero en admitir que, «aunque públicamente todos digamos que queremos acabar la prueba en unas horas determinadas», realmente en la cabeza se suelen guardar la idea de hacerlo al menos «una hora más rápido». Al final se quedó a las puertas de bajar de las 26 horas, al sufrir mucho durante los dos últimos descensos, reduciendo en una hora el mejor tiempo que tenía pensado hacer.

Las bajadas, el gran enemigo

A pesar de lo que se pueda pensar desde fuera, Bethencourt aclara que lo más complicado para los corredores de ultra distancia son las bajadas y no las subidas. Después de recorrer casi 173 kilómetros en 26 horas, «lo único que no te duelen son las pestañas», se sincera Rafa, quien reconoce que nada más terminar la carrera no creía que fuese capaz de disputar la prueba el año que viene. «Aunque con el paso de los días te vas quedando con lo bueno de la experiencia y no me extrañaría que pueda volver», apunta.

«Olvidar las malas sensaciones»

Si algo diferencia a la Ultra Trail del Mont-Blanc del resto de pruebas en las que ha competido Rafa Bethencourt, hasta el momento, es por la «velocidad». «Atraviesas terrenos que te permiten correr mucho; el desnivel tanto positivo como negativo, y sobre todo por la altura a la que tienes que correr, es lo que te termina desgastando», relata el grancanario. En su opinión, lo que te hace sobrevivir en un evento de esta envergadura es «la experiencia, el haber pasado anteriormente por situaciones similares, el saber que si tienes frío por la noche por la mañana saldrá el sol, y no dejarte llevar por esas malas sensaciones». El ambiente que se crea en torno a esta carrera la colocan en el top de las citas de ultra distancia, la forma en cómo tratan a los deportistas y la gran cantidad de aficionados que acude a animarles. | S. I.

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