Pawel Zasadny y su gol al cáncer
Dos años después de que se le detectase la enfermedad el capitán del Molina recupera un rol protagonista con los amarillos, levantando el primer trofeo del curso, la Supercopa

De izquierda a derecha, Sara, Pawel y Danuta, la familia Zasadny junto al trofeo de la Copa de Europa. / LP / DLP

Pawel Zasadny es un ejemplo de superación. Un cáncer le impidió hace dos años seguir practicando el deporte que ama, pero tras ganar el partido de su vida regresa a escena con un rol protagonista, el de capitán del mejor equipo de Europa en las dos últimas temporadas. Su capacidad para afrontar la enfermedad y luchar contra ella es un ejemplo para los miles de personas que están pasando actualmente por lo mismo que él.
Historias como las del capitán del Club Molina Sport de hockey línea, Pawel Zasadny, son dignas de ser contadas. 17 temporadas consecutivas lleva el eterno 9 de los amarillos defendiendo la casaca amarilla de los grancanarios y a pesar de su nacimiento en Polonia, ha encontrado en la Isla su hogar junto a su esposa Danuta y a su hija Sara, quien como su padre es deportista de élite, aunque ella prefirió cambiar los patines y el stick por la arena, jugando al vóley playa en el CVP Net 7.
Dos años han pasado desde el día en el que un aparentemente inofensivo bulto en su pecho derivó en un cáncer que cambió toda su vida de un día para otro. Después de librar el partido más importante de su vida, se encuentra en plena forma, liderando a los bicampeones de Europa en la cancha, en una temporada en la que ya han conquistado su tercera Supercopa de España y han sumado dos victorias en sus dos primeros partidos de la temporada regular de la Liga Élite.
«En un primer momento el médico de cabecera pensó que se trataba de un quiste de grasa, pero al pasar los meses y ver que no me llamaban y que ese bulto en el pecho no dejaba de crecer volví al centro de salud y dio la casualidad de que me vio una doctora que estaba sustituyendo a mi médico y cuando lo vio me mandó por vía de urgencia al Hospital Doctor Negrín para hacerme una serie de pruebas de urgencia y fue donde me detectaron que era un cáncer», relata el jugador del Molina Sport quien recuerda que en aquel momento al recibir la noticia de sopetón «se me doblaron las rodillas y lo primero que me vino a la cabeza fue la preocupación de no saber como le iba a poder transmitir a mi familia esta noticia, porque yo me encontraba bien, estaba entrenando fuerte cada día y jugando cada partido y no me lo podía creer».
Con la confirmación del diagnóstico tras someterse a una segunda opinión tuvo que someterse a una operación en la que «me sacaron cuatro ganglios para hacer las pruebas y al resultar positivos de cáncer tres de los cuatro, tuve que operarme una segunda vez para limpiar toda la zona y someterme posteriormente a un tratamiento de quimio y radioterapia», rememora Zasadny.
En esa larga travesía por el desierto de la enfermedad, tiene claro que «lo más duro fue la quimioterapia, eran ocho sesiones durísimas que durante los primeros días te duelen todos los músculos, los huesos y había días en los que no tenía fuerzas ni para levantarme de la cama, pero siempre a los dos o tres días después intentaba siempre hacer algo para no quedarme tumbado en casa, por eso iba a los entrenamientos, si me encontraba bien patinaba un poco con el equipo, que siempre me ha apoyado en todo este proceso que ha sido duro para mi familia y para mi mismo».
En todo este proceso duro de batalla contra la enfermedad, tiene claro que ha sido vital el apoyo tanto de Alejandro Molina, el presidente del club, como de todos sus compañeros: «Esta batalla la hemos ganado todos junto a los compañeros del hockey línea y con Alejandro, el presidente. Estuve todos los partidos en la grada y ellos estuvieron apoyándome en todo momento y la verdad es que siempre noté mucho cariño por parte de todo el club. La última Copa de Europa que ganamos, los chicos me dijeron antes de jugarla que la iban a ganar por mí y cumplieron su palabra».
La luz al final del túnel
Dos semanas después de acabar con el tratamiento durísimo de la quimioterapia recuerda Pawel que comenzó a entrenar con el equipo durante la preparación de la Copa de Europa. «Pude jugar incluso algunos minutos y tocar la pista, aunque no estaba en las mejores condiciones, pero sentía que podía estar con el equipo y ayudarles», recuerda.
Incomprensiblemente en estos casi dos años de recuperación, un cambio en la normativa de la Liga élite le obliga como polaco a jugar como extranjero a pesar de ser ciudadano de un país de la Unión Europea como es Polonia y de llevar 17 temporadas consecutivas jugando en el mismo club. Zasadny tiene claro que «es vergonzoso y creo que es algo que sólo lo puede hacer la Federación Española de Patinaje para complicarnos la vida, porque antes la normativa decía que después de tres años jugando en el mismo equipo pasabas a jugar como si fueses un nacional y ahora sin embargo han cambiado la regla de nuevo para complicar la vida a nuestro club».
Alejandro Molina ha puesto en manos de los abogados del club esta situación, pero mientras tanto y aunque sea como jugador foráneo, su regreso a las pistas ha venido acompañado de otro título para las vitrinas del club, la Supercopa de España y un comienzo de curso en el que ha vuelto a tener un rol protagonista en el equipo, asistiendo y marcando goles con el dorsal 9 a las espalda.
«Este año parece que por fin he recuperado las fuerzas, porque las ganas es algo que nunca he dejado de tener en todo este proceso y más formando parte de un equipo como el que tenemos esta temporada en el que todos los jugadores tienen mucho nivel y con mi experiencia todavía siento que puedo aportar cosas importantes en el equipo, por eso me preparé bien físicamente, empezamos bien la temporada y esperamos poder seguir así, trabajando duro y continuar con la racha buena para seguir ganando todo lo que se pueda», destaca el capitán amarillo.
La luz de sus ojos
Además de disfrutar de su deporte lo hace también siguiendo la evolución de su hija Sara, primero en el voleibol con el filial del Hidramar Gran Canaria y desde este año en el vóley playa con el CVP Net 7. «Después de 11 años en el Olímpico ahora cambió al vóley playa, está súper contenta, aunque siendo los dos deportistas de élite cuando uno no está de viaje lo está el otro (risas)», explica Pawel que reconoce que no puede estar más orgulloso de ver como su hija se abre camino en una modalidad con cada día más auge en España.
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