Vela
«Esto es lo más parecido a estar en trance»: los regatistas del Trofeo Armada explican sus sensaciones en el mar
La clase crucero luce y pone en valor la náutica canaria en una de las citas más esperadas

Manuel Ortiz, con el sombrero, junto a Thorsten Pieper, de blanco, y Nacho Padín en el Club Náutico. / Jose Carlos Guerra
Una de las citas más esperadas por los regatistas llegó ayer con el Trofeo Armada. La clase crucero mostró su mejor arsenal en una reunión anual. Entre su flota de 14 participantes, el barco Ikko y el Mimawy con sus respectivos tripulantes disfrutaron de una jornada en la que la libertad de bailar sobre el mar fue protagonista.
«Esto es lo más parecido a estar en trance, que no lo es», asegura Manuel Ortiz. Es anestesista, pero desde hace más de 20 años compagina sus ratos libres con el mar. La libertad que siente al navegar no lo compara con nada. «Es lo que me desconecta, en lo único que pienso es la libertad», indica. Está acompañado por Thorsten Pieper y Nacho Padín. El trío de amigos perfecto para llevar a cabo uno de sus mejores pasatiempos: la regata. Ayer, con el barco Ikko -significa gaviota o princesa en guanche- participaron en el Trofeo Armada de la clase crucero ORC.

Los tripulantes de Mimawy se preparan para poner rumbo a la casilla de salida de la regata / Jose Carlos Guerra
El más veterano, sin lugar a dudas, es Thorsten Pieper. Comenzó a los ocho años, cuando su padre decidió inculcarle los valores del mar a través del optimist. Desde entonces, su historia de amor no ha finalizado, siguiendo los pasos de su progenitor. La manera en la que se conocieron estos tres colegas fue de lo más casual: mientras que Thorsten y Manuel se conocieron a través de la mujer del primero de ellos, que también es anestesista, a Nacho les unió el mundo de la regata. «Soy militar, y mis inicios en crucero fue con la Armada», apunta este gallego, que después de tantas idas y venidas a la Isla, se acomodó.
El mar es su segunda casa. Navegando se siente a gusto, y no le ha quedado otra por motivos laborales. Estuvo cinco años navegando en la Operación Centinela, y se pasaba 20 de los 30 días que suele tener un mes en el agua velando por la seguridad marítima.
Mareos pese a ser veterano
Manuel siempre va al timón. A pesar de todos los años que lleva bailando con el movimiento del mar, sigue mareándose cada vez que pasa por la bahía de La Isleta. «Vomito dos de cada cinco veces que paso por ahí, pero una vez expulso todo vuelvo a ser yo y me siento como nuevo», comenta entre sonrisas. Los días entre semana, aunque cada uno de ellos está sumergido en sus asuntos personales, hay veces que tienen que reunirse en el Club Náutico, donde tienen a Ikko, y llevar a cabo labores de mantenimiento. «Los ingleses dicen que por cada hora de navegación son siete de mantenimiento», expresa.

Barco participante en el Trofeo Armada / Jose Carlos Guerra
Siguiendo el camino del pantalán, los tripulantes del barco Mimawy se preparan para soltar velas y poner rumbo a la casilla de salida de la regata. Es el barco más antiguo de la flota que participó ayer en el Trofeo Armada, pues este 2025 está cumpliendo su 50 aniversario. La peculiaridad de Mimawy no es otra que su tripulación, que está formada por mujeres a excepción de Mili Hernández. Cuatro de estas mujeres, además, llega después de formar parte de la Vela latina, concretamente del bote Tara del Mar. «Si no estamos en regata es como si nos faltara el aire, para nosotros estar en el mar lo es todo», apunta Mili como portavoz del grupo.
El militar Nacho Padín estuvo cinco años en la Operación Centinela y se pasaba 20 días en el mar
«Vamos a salir a hacerlo lo mejor posible. Falta experiencia pero eso es todo» comenta Mabe Tirado, mujer de Mili. Ella, que lleva toda la vida de la mano de su marido -aseguran que comenzaron su relación cuando apenas tenían 14 años-, presume de lo que ha creado junto a su familia, así como de aquel año en el que Mili le trasmitió el amor por el mar y se enganchó hasta ahora. Además, ambos son oficiales y nacionales de regata y tienen un hijo campeón del mundo en vela.
Un lugar hostil
«Nos gusta competir. Siempre lo hacemos lo mejor que podemos a pesar de que al ser un barco antiguo solemos tener algunos problemillas», apunta Mili. «Es una sensación única, sólo te ocupas del barco y los problemas se quedan en tierra. El mar es un medio hostil y hay que estar preparados», indica. Con el reloj a punto de marcar las diez de la mañana, la última frase de estos tripulantes va acompañada de un «vamos que soltamos velas». Los seis, que van vestidos de azul cielo a modo de uniforme, ocupan sus puestos y en menos de un minuto ya están poniendo rumbo a la salida de la regata.
El Trofeo Armada, que este año cumple su 16 aniversario, está organizado por el Real Club Náutico de Gran Canaria y la Armada Española junto a la Comisión Naval de Regatas en Canarias. Para el capitán de fragata Antonio Ugarte, el trofeo significa mucho, «porque es una manera de dar a la náutica deportiva nuestros conocimientos. Esto es compartir dos días de mar y nos llena de orgullo», puntualiza Ugarte cuando está a punto de comenzar su ruta por la bahía capitalina.
El barco Mimawy, que fue el más antiguo de la flota ayer, cumple este año su 50 aniversario
Entre la cantidad de anécdotas que tienen en su cajón de recuerdos todos los que han participado en esta regata desde entonces, destaca una que difícilmente podrá olvidar Antonio Ugarte. «Tengo en la mente como si hubiera sido ayer el día en el que colgaron de una grúa un barco a 30 metros de altura. Fue a modo de publicidad, porque del mismo colgaba un cartel que ponía ‘Trofeo Armada’ para dar difusión», rememora. Además, uno de los cambios que ha habido a lo largo de estos años está en el intercambio de mes para celebrar la regata. «Antes se hacía en noviembre, pero decidimos cambiarla por los vientos alisios», explica.
Un trofeo que para los regatistas es mucho más que una cita. Para ellos, es la tercera más importante de Canarias y el momento en el que desconectan de sus problemas. Unas horas en las que mientras que para unos es como estar en trance, para otros es la tranquilidad y la libertad de estar vivos.
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