La Unión Deportiva Las Palmas tiene un defecto: no sabe defender. Y un sólo dato vale para sostener semejante alegato: en 19 partidos ha encajado 38 goles, muchos más que el resto de equipos de la Liga Adelante. Más allá de cifras reveladoras, de promedios tragaldabas en la retaguardia, el problema de contención que angustia al equipo de Paco Jémez adquiere dimensiones mayúsculas cuando es incapaz de sofocar una jugada que parte, a más de 30 metros de su portería, en un saque de banda. No hay en el fútbol jugada tan inofensiva, tan cándida, como ésa. Y fue así, en una acción inocente a más no poder y bien lejos de los dominios de Pindado, donde el conjunto grancanario incoó todos los trámites para empalmar otra goleada, en esta ocasión ante un agradecido CD Numancia.

Y es que no habían transcurrido tres minutos de juego, 180 míseros segundos, cuando un resbalón de Juanpe generó una reacción en cadena de errores tan cruel como ridícula. Lento en recuperarse del patinazo, la desorientación del canterano trastocó al resto de la defensa ante la rápida reacción del CD Numancia para poner en juego la pelota: David García se escoró para cubrir el hueco de Juanpe, Aythami repitió el movimiento para tapar el agujero del otro central y tanto desbarajuste liberó a Cedric para que, desde la banda izquierda y tras un preciso pase de Garmendia, batiera a Pindado (1-0, min. 2).

Traumático por todo, por hipotecar las opciones de victoria y por incidir en la incapacidad para defender, el gol no quebró a la UD Las Palmas. Ni siquiera envalentonó a un CD Numancia que, ante semejante presente, optó por retroceder, resguardarse alrededor de la portería de Eduardo, contener la ventaja y calcular el paso del tiempo. Se desentendió de tanto el cuadro soriano que hasta le cedió la pelota al equipo amarillo. Y por ahí, desde la posesión del balón, el conjunto de Paco Jémez se desprendió de temores y complejos.

Para ejecutar con ciertas garantías de éxito el ejercicio de la remontada, la UD Las Palmas se encomendó a dos futbolistas de carácter capital en este proyecto: Josico y David González que, tras no poder jugar ante el Barça Atlètic, ayer retomaron su puesto de mando en el centro del campo. Forman ambos una pareja casi perfecta, de movimientos sincronizados, en la medular. Uno, Josico, siempre bien ubicado, corta y conecta con el otro, David González, continuamente ligero y ávido para lanzar el ataque amarillo. Y desde ese núcleo, que tan bien mezcla oficio y talento, el equipo grancanario ganó metros, sumó confianza e inmovilizó -durante casi una hora- a un CD Numancia superado.

Dominio improductivo

Con el talento y el empeño de David González por atacar a partir de la pincelada ligera, y no por el asalto a pelotazo limpio, se mezclaron bien Armiche, el debutante Quero, Aythami, Javi Guerrero y Perea. Entre todos combinaron para poner en jaque a la defensa del CD Numancia, que sufrió para contener la carga ligera de una UD Las Palmas que zozobró, bajo una lluvia pelma, por su incapacidad manifiesta para imponerse a su rival en las dos áreas. Porque si el equipo de Paco Jémez fue inocente al defender la portería de Pindado, al atacar la meta de Eduardo alcanzó niveles de pistolero desarmado.

Imperó, domó y hasta sometió la UD Las Palmas al CD Numancia en el centro del campo, en una parcela no más extensa de unos 30 metros, justo donde el peso de la pelota, de un lado para otro, se vuelve intrascendente. Más allá de sus dominios, en cualquiera de las dos áreas, el equipo de Paco Jémez se sacudió a oscuras: sin ingenio ni chispa; sin hambre ni gloria. Porque fue incapaz de generar ocasiones claras de gol para poner en jaque a Eduardo y porque se desinfló para defender su propia meta. Y así, en una categoría que no perdona al incauto, sólo le espera un camino: el tormento.

Cierto que no tuvo fortuna la UD Las Palmas con una decisión concreta del árbitro Gil Manzano, que anuló desde el error (por un fuera de juego inexistente) una acción que acabó en gol de Javi Guerrero (min. 56), pero también resultó manifiesto, un desastre manifiesto, que ante el siguiente revés propinado por Cedric (2-0, min. 58) se descompuso hasta rozar un despropósito que lleva camino a la perdición.