La partida por la Copa del Rey llegaba a su última mano cuando el Gran Canaria 2014 decidió arriesgarlo todo a una sola carta. All-in, pareció apostar Pedro Martínez al plantarse en el Martín Carpena sin nada que perder y con el cociente de la lógica en negativo. Fue un órdago al límite, casi suicida ante una de sus bestias negras, si no fuera porque el plantel amarillo escondía una jugada plagada de ases.

El conjunto grancanario, apoyado en sus virtudes defensivas, en su orgullo y en la fuerza del grupo como los principios esenciales sobre los que se erigen sus éxitos, atacó la moral del Unicaja de Málaga, su ansiedad, su línea de flotación, hasta que ésta se fracturó, un momento en el que el combinado claretiano, comandado por la muñeca inspirada de Tomás Bellas y un Xavi Rey crecido en centímetros, pasó por encima de un rival que terminó perdido en su propia identidad y a punto del motín ante su jefe de filas, Aíto García Reneses.

Fue Martínez, desde su pizarra, el que lanzó el anzuelo y Aíto el que picó. La estrategia amarilla no era ningún farol, el movimiento del balón debía ser tan espeso como tupida su línea defensiva para empantanar el juego superior de su oponente, que, a pesar de su errático caminar, está clasificado entre el Top 16 de la Euroliga. En ataque, la premisa consistió en asegurar cada posesión. Por encima del acierto, no se permitió el juego fluido ni el contraataque para que, una vez tras otra, los de verde se toparan, en estático, contra la fortaleza visitante. Esta táctica hubiera sido estéril sin el compromiso de los diez jugadores. Diez nombres convencidos en la gesta y que dieron un paso al frente para asumir en bloque toda la responsabilidad. Anotaron todos. El primer cuarto, en el que el ex claretiano Joel Freeland -10 puntos- se cargó de faltas, fue igualado y contó con un Moran hiperactivo. El segundo resultó premonitorio. Era como chocar contra un muro, debieron pensar los jugadores del Unicaja cuando la defensa claretiana sólo les permitió sumar dos canastas, para irse al descanso con una renta de 7 puntos. Después, con Berni Rodríguez y Jaycee Carroll -8 puntos- anulándose mutuamente, los canarios afinaron su puntería y la diferencia llegó a ser de 16. Demasiado remar para los jugadores de verde, que comenzaron a ceder ante la desesperación de sus propios errores y a bajar la mirada en cada pérdida de balón, como si nada pudieran hacer para remontar.

Tomás Bellas, máximo anotador con 12 puntos, se erigió en el protagonista del último cuarto con dos triples consecutivos que acabaron con la esperanza local. Pero no hubo celebración sobre el parqué malacitano. La tensión se trasladó a la Caja Mágica, donde el guión más despiadado guardaba una trampa letal. El Real Madrid perdía en los últimos minutos con una ventaja de 13 puntos, pero una canasta de Sergio Llull, a falta de un segundo y cuatro décimas, puso al Granca, por primera vez en el campeonato, entre los primeros ocho clasificados en la jornada que decide la pole position de la Copa del Rey.