A veces, por el Centro Insular de Deportes deambula un espectro con forma de disparate. Es un fantasma habitual en el pabellón desde una noche, la del 19 de mayo de 2009, en la que Melvin Sanders -por su propia cuenta y riesgo- decidió convertirse en un héroe. Fue en un partido intenso, inolvidable, entre el Club Baloncesto Gran Canaria y el Unicaja Málaga. En juego, aquel día, estaba el pase del equipo claretiano a la ronda de semifinales de los playoffs por el título de la Liga ACB. Y en el reloj sólo resistían unos segundos antes de que se decretara el final del encuentro.

Sanders, alero de Arkansas, un trotamundos capaz de enchufar triples estratosféricos y de convertir el balón en melones maduros que cruzaban sin ton ni son el espacio aéreo, optó aquella noche por recurrir a la gloria a título personal, por encima de cualquier colectivo, en busca del desquite ante un Unicaja que había prescindido de sus servicios pocos meses antes.

Falló Sanders, en un precipitado intento de anotar un triple, y con aquella aventura imprudente del jugador estadounidense fracasó todo el Granca, que aquella noche cayó ante un atormentado Unicaja y pocos días después empuñó la bandera blanca para la rendición en el Martín Carpena de Málaga.

Aquella jugada de Melvin Sanders, casi dos años después de su origen, es una aparición, un infame recuerdo en el imaginario colectivo de toda una entidad que simboliza todas las frustraciones que han acompañado, durante los últimos 15 años, al Granca en su empeño por pelear, cara a cara, contra todos los grandes equipos del baloncesto español.

Y en todo este tiempo, además, el Unicaja se ha convertido en un castigador habitual para las aspiraciones del CB Gran Canaria, al que ha eliminado en dos ediciones de la Copa del Rey (2006 y 2009, en Madrid) y en una serie de playoffs por el título de la Liga ACB (2009).

Con estos antecedentes, con la temeridad de Sanders aún reciente y todavía presente como un fantasma errante por el Centro Insular, la victoria que firmó ayer el Granca en Málaga ante un desorientado Unicaja vale oro. Porque, además de colar al equipo de Pedro Martínez en la fase final de la próxima edición de la Copa del Rey, liquida a un verdugo frecuente en la travesía histórica de la entidad de la Vega de San José.

Asalto sin compasión

No tuvo piedad el Gran Canaria 2014 del Unicaja, al que ganó ampliamente y al que remató sin compasión. Firmó un partido soberbio el conjunto amarillo, sobre todo en defensa. Mordió tanto que dejó en 50 míseros puntos la ofensiva local, un borrón tremendo en la impecable hoja de servicios de Aíto García Reneses.

El triunfo del Granca, cimentado y levantado sobre la colectividad (todos los jugadores anotaron), irradia luz sobre dos figuras fundamentales para comprender e interpretar la fortaleza del proyecto claretiano: Himar Ojeda y Pedro Martínez.

Ojeda, con cada vez menos parné, ha vuelto a confeccionar una plantilla capaz de competir al mejor nivel en la Liga ACB, circunstancia que le convierte en un valor seguro desde la dirección deportiva, mientras que Martínez ha extraído un rendimiento sobresaliente a un grupo en el que figuran jugadores que, antes de recalar en el Gran Canaria 2014, siempre se movían bajo sospecha por la competición (Taurean Green, Xavi Rey o Javier Beirán).

El Granca vuelve a la Copa. Madrid espera al Granca. Y la fiesta acaba de comenzar. No pierdan de vista a este equipo, porque nunca falla.