Había una catálogo abundante de mejoras que realizar en la Unión Deportiva de Paco Jémez, que no ocultaba ni el propio interesado. Los arreglos más urgentes, lo sabía todo el mundo, se dirigían al entramado defensivo, que se había mostrado calamitoso durante 26 jornadas casi consecutivas. El despropósito en la zona de cobertura había sido tal en estos meses de campenato que incluso en los partidos donde quedó la portería a cero tampoco se pudo sacar demasiado pecho. Sólo hay que repasar la primera parte en Tarragona para comprobar la excepción que confirma la regla. Por lo tanto, el heredero, Juan Manuel Rodríguez, tenía claro por dónde empezar a tomar medidas cuando asumió el cargo. Había parte del camino andado porque el problema estaba detectado, otra cuestión era aplicar la solución.

Ayer, Rodríguez ordenó retrasar 20 metros la defensa y ató en corto a sus laterales. La cuestión defensiva no se resolvió por completo, de ahí el gol del Recreativo de Huelva, pero esbozó lo que se verá en las próximas semanas en el estadio de Gran Canaria. Nada de alegrías para los cuatro de atrás. Juan Manuel no quiere ni en pintura una goleada más, quiere evitar los sonrojos que marchitan la fe y la confianza.

En tres días Juan Manuel sólo pudo imprimir su sello en las órdenes imperativas, es decir, no suba o suba, vaya o quédese, pero no en el estilo ni en la forma. Y si intentó otra cosa en algún momento, no se vio reflejado en el campo, porque los futbolistas se movieron en base a los automatismos adquiridos desde la pretemporada.

Sin embargo, a pesar de los tres días de trabajo con la plantilla, Juan Manuel no obvia las capacidades de sus piezas y las posibilidades de sus elementos. Sabe que Mauro Quiroga tiene hambre de minutos y goles. Que Jonathan Viera destila talento , aunque sea postrado en la banda izquierda demasiado rato y que Pedro Vega tiene un buen porcentaje de centros potables. Eso, sumado a que la fortuna alguna vez tiene que sonreír debería haber sido suficiente ante un Recreativo más bien escaso de todo. Pero no, Juan Manuel ha comprobado que el reencuentro esperado con el triunfo no será fácil, y quizás lo haga más difícil si media decisiones extrañas, cuando en esta plantilla las habas están contadas. Los que resuelven deben jugar siempre y los demás esperar su ocasión en el banquillo o en la grada.

El empate sirve para poco en la clasificación que se comprime por abajo como nunca durante esta Liga. Aunque le sirve a la Unión Deportiva para llegar al entrenamiento esta mañana y notar que todavía se encuentran vivos. Que pudieron haber ganado si el tiro de Javi Guerrero, que lo ha metido mil veces en entrenamientos, hubiera entrado. Que la montaña del gol del Recreativo se pudo haber convertido en arenilla.

Así, con merecimientos o sin ellos, la Unión Deportiva ya se encuentra en la zona equivocada de la tabla clasificatoria. Los errores ya son fatales cuando se ha perdido la fiabilidad y no hay más colchones. Urge la reacción, porque en el lado contrario está el abismo de un categoría maldita.

Sin embargo, este equipo cuenta con jugadores que durante cinco años se han arrastrado por el fango de Segunda División, conocen las cloacas de la categoría. No son nuevos en el cuerpo a cuerpo de la zona delicada de la clasificación. Saben manejarse en situaciones límites entre sables y precipicios. De esto tienen un doctorado David García, Samuel o David González. Ahora, los veteranos, los sufridores por oficio en este último lustro, deberán irradiar ese mismo espíritu en el vestuario. Enseñar a los jóvenes a pelear con el cuchillo entre los dientes y salvar a un equipo que camina con el paso cambiado.