Lastrado por un guión equivocado, por un plan inicial que planchó la travesía del Recreativo de Huelva por el Estadio de Gran Canaria, a la Unión Deportiva Las Palmas le tocó rebuscar en su orgullo para, al menos, rescatar un punto. Evitó la derrota el equipo amarillo, con Juan Manuel Rodríguez de regreso al banquillo para sustituir a Paco Jémez, por coraje, por furia ante tanta adversidad, por resistencia frente a una caída libre hacia el pozo que parece no tener fin. Sólo así, por denuedo en medio de un páramo de ideas, aseguró un empate que no le saca de pobre: permanece en zona de descenso a Segunda B.

No hubo revolución en la primera alineación de Juan Manuel Rodríguez. Sólo detalles. Empleó el entrenador la única variable que tenía entre manos para formar la defensa y, a partir de ahí, algún gesto. Con Josico tocado, incapaz de completar un solo entrenamiento tras la derrota ante el Granada CF, optó por recuperar para la causa a Vicente Gómez con voz de mando en la medular. La apuesta le salió rana al técnico.

No mezcló bien Vicente Gómez con David González en la cocina de la UD Las Palmas. De perfiles similares, con movimientos en coordenadas similares, descolgados del aplomo defensivo para contener al adversario, ninguno fue capaz de imponer ni el juego ni el ritmo que más provechoso para el equipo amarillo. Desconectado, desorientado ante un recreativo mandón, desparramado entre las enormes distancias que separaban sus líneas, al conjunto grancanario le tocó recular.

Retrocedió y reculó tanto la UD Las Palmas, con la línea de su defensa aposentada sólo unos metros por delante de la frontal del área de Barbosa, que tanto repliegue pareció horadar el terreno de juego hasta convertir el camino de ataque del Recreativo en una pendiente, una estupenda rampa de bajada considerable, con final feliz en la portería amarilla.

En el medio del caos, sin el control de la pelota, a la UD Las Palmas le dio por correr. Por perseguir y por acosar a todo rival que se moviera. Daba igual si la oscilación conllevara algo de peligro, tuviera lógica o simplemente fuera una acción espontánea. El equipo amarillo se sacudía como un pollo sin cabeza. Y así, siempre a la contra y con la posesión del balón como una ilusión, al Recreativo le bastó con madurar un poco el partido para golpear a un adversario enredado en un cóctel venenoso repleto de ingredientes contraproducentes: presión, miedo, ansiedad, inquietud, angustia, desasosiego o congoja.

Dominio visitante

Con este panorama, con todo a favor, en pleno ejercicio de dominar la pelota, el espacio y el tiempo, el Recreativo tiró de manual para lanzarse a por la victoria. Adelantó líneas, tanto que su zaga se movió con acritud por la línea del centro del campo, y buscó a sus mejores futbolistas al son que marcaron Jesús Vázquez y Matamala.

Sólo un accidente, un pelotazo de Barbosa sobre la espalda de un lentísimo Andrés Lamas, sonrojó al Recreativo en pleno sometimiento sobre la UD Las Palmas. Falló el central uruguayo, en un desacierto muy suyo, y ahí estuvo presente Javi Guerrero para poner a prueba a Fabricio. Salió vencedor, en el duelo ante el delantero, el joven portero de Vecindario, que desvió a córner el tiro cruzado del atacante amarillo (min. 5).

Fue esa acción, inesperada, de trazo fortuito, una anécdota en todo el repertorio que escenificó la UD Las Palmas antes del descanso. No funcionó nada en toda la batería de modificaciones que presentó Juan Manuel Rodríguez. Zozobró Randy por el extremo derecho. Y desbarró Sergio Suárez, tanto por el flanco izquierdo como cuando se dejó caer por el centro, maniobra que desplazó durante demasiado tiempo a Jonathan Viera al carril siniestro, lugar por el que ni creó peligro, ni movió a sus compañeros, ni nada.

Dispuesto todo donde más interesaba al Recreativo, llegó el gol del cuadro onubense. La novedad, para la UD Las Palmas, es que el tanto no llegó en una acción a balón parado, herida habitual por la que el conjunto grancanario se ha desangrado con anterioridad. No, mejoró por ahí el equipo amarillo tras un par de lecciones de Juan Manuel Rodríguez, aunque insuficientes para defender una segunda jugada tras un saque de esquina. En medio del despiste general, Javi Villar apareció por el corazón del área para cabecear y batir a Barbosa, timorato bajo palos (0-1, min. 32).

El gol, de repente, disparó la tensión de la UD Las Palmas. Indeciso, confuso, titubeante, al equipo amarillo le entró pánico ante la amenaza de incendio en el Estadio de Gran Canaria. No le salió nada al representativo durante los siguientes minutos. Encogido ante la magnitud de una situación de dificultad máxima, el conjunto de Juan Manuel Rodríguez dio por bueno no encajar más golpes antes del descanso, ante de la desesperación de la grada.

No fue mala elección, la de esconderse ante la posibilidad de naufragar con estrépito, la de la UD Las Palmas. Rectificó el boceto original Juan Manuel Rodríguez. Movió piezas, mantuvo el esquema y agitó a su equipo. Dejaron sitio Randy y Sergio, entraron Mauro Quiroga y Pedro Vega, y Jonathan Viera se movió con libertad -de un lado para otro- por todo el ataque.

Insistencia de Pedro Vega

El juego de la UD Las Palmas, entre tanta sacudida, mejoró por arrojo, por ímpetu, por empeño. Ni fue más brillante ni más excelso el fútbol desplegado por el equipo amarillo, pero al menos sirvió para arrinconar a un Recreativo dominante, pero poco atrevido a la hora de buscar las cosquillas a Barbosa.

Encontró un filón la UD Las Palmas por su banda izquierda, punto desde el que Pedro Vega organizó el ataque a base de centros. Insistió tanto el extremo zurdo que el estrés, ante tanto balón colgado al área, se apoderó de la defensa de un Recreativo superado por un rival con un corazón enorme.

De tanto empujar, la UD Las Palmas encontró premio a su insistencia. Llegó el empate a través de un futbolista hambriento, que por encima de cualquier límite vigorizante, tiene la pelea, el deseo, la tenacidad y la perseverancia como máximas: Mauro Quiroga, que cabeceó sin piedad -ante la mala salida de Fabricio- un balón trazado con una rosca perfecta por David González al botar una falta (1-1, min. 70).

Encontrado el camino para derrumbar al Recreativo, a esas alturas ya inofensivo, la UD Las Palmas persistió en la refriega. Sin orden, dominado por el instinto, el equipo amarillo se lanzó a por la victoria. Buscó por los centros de Pedro Vega. Indagó por el talento de Jonathan Viera. Husmeó por la constancia de Quiroga. Y al final la tuvo por el ingenio de Javi Guerrero, al que Fabricio le arrebató el gol en el último palmo (min. 89).

Así llegó un empate que revela poco fútbol, ofrece algo de ánimo y determina poca aritmética para la UD Las Palmas de Juan Manuel Rodríguez.