Es una vergüenza que de los veinticuatro clubes europeos acogidos al concurso de acreedores, veintiuno sean españoles. Es discriminatorio que en el reparto de ingresos por derechos televisivos, España sea diferente. En incomprensible que dieciocho clubes de Primera se bajen los calzones ante los dos grandes y acepten contratar individualmente, en lugar de hacerlo colectivamente, con lo que tendrían más fuerza ante las cadenas de televisión. La Liga española se descompone.

La Liga, a la que se califica de las estrellas, tiene el mayor agujero económico del continente. Pese a ello, cada temporada crece el endeudamiento con la idea de que algún día llegará un nuevo plan de saneamiento con el que seguir huyendo hacia delante. El Valencia sigue siendo, en opinión de los medios informativos nacionales, el club con mayores deudas cuando la realidad dice que lo son el Madrid y el Barcelona aunque, como es natural, ambos tienen mayor poder de convocatoria para aumentar sus ingresos. Ningún club ha reducido tanto sus deudas como el Valencia. Madrileños y barcelonistas tienen quienes les escriban.

La UEFA, con la bendición de su presidente, Michel Platini, y apoyos de clubes como el Bayern Múnich, presidido por Karl-Heinz Rummenigge, ha planificado el llamado Juego Limpio Financiero, con el que se pretende equilibrar la economía de los clubes al tiempo que potenciar sus bases, que son el futuro. Se quiere garantizar la estabilidad justamente cuando las alarmas han denunciado la posibilidad de que muchos acaben desapareciendo. El programa se pretende que funcione en tres años y entrará en vigor tras la declaración financiera de 2012. Está previsto imponer sanciones en 2014 a quienes no cumplan. Ya hubo sanción para el Mallorca en la pasada campaña. Se le impidió disputar la Europa Liga, porque había entrado en concurso de acreedores, lo que benefició al Villarreal. El Juego Limpio pretende establecer la norma de que no se puede gastar más de lo que se ingresa. Está comprobado que en una temporada en que la que se percibieron 71,7 billones de euros, cantidad superior a la del año anterior, la deuda aumentó en 11,2 billones.

El fútbol español, hace unos años, basó su economía en las plataformas televisivas gracias a la competencia entre estas. Los años del maná no supieron aprovecharse y por los clubes pasaron gestores tan significados como Juan Soler, que dejó al Valencia en la auténtica quiebra, y José Luis Astiazarán, quien preside la Liga de Fútbol Profesional después de haber arruinado a la Real Sociedad. La televisión sigue siendo el principal ingreso aunque está mal repartido. Por imposición de Mediapro, la jornada liguera se disputa en sesión continua, lo que me recuerda los años en que el Ideal llegaba a dar tres películas seguidas y, naturalmente, una de vaqueros.

Florentino Pérez fue el primero en lanzar la idea de organizar jornadas con horarios impropios, con la idea de vender los partidos españoles especialmente en Asia. Lo incompresible es que se quiera conquistar el mercado chino y el primer partido de las doce de la mañana programado fue el Rayo-Mallorca. Y encima, Jaume Roures, presidente de Mediapro, apareció diciendo que Madrid y Barcelona no jugarán por la mañana porque pertenecen a otro estamento. ¡Toma del frasco! La principal desavenencia que existe en la LFP radica en el reparto de los ingresos televisivos. Según los últimos datos que poseo, España percibe 612 millones de euros por este concepto. La Premier inglesa, 1.270 y la Bundesliga, 506. Según los expertos, los clubes españoles, si firmaran un convenio solidario, podrían ingresar 300 millones más, con lo que superarían los 900.

José María del Nido, presidente del Sevilla, es ariete contra el estado actual y el primero que se le ha lanzado a la garganta ha sido el miembro del cuerpo diplomático, Sergio Ramos, patriota que ha sido capaz de agredir a compañeros de selección. Fernando Roig también ha vuelto a plantear el asunto, aunque ya lleva hablando de la necesidad de reformar el reparto actual hace al menos tres años. Fue entonces cuando, además, anunció que reduciría el presupuesto del Villarreal y pronosticó la necesidad de que todos se apretaran el cinturón. Roig ha luchado contra la crisis regalando abonos a quienes han perdido el trabajo. Los precios no nos los ha aumentado considerablemente (no llega a mil euros) a quienes, aunque solamente acudamos un par de veces al Madrigal, cotizamos como si fuéramos espectadores constantes. Es más, para el partido decisivo contra el Odense quiso llenar el campo y por las entradas de mi hijo y mi nieto en tribuna únicamente pagué veinte euros. Esta política de austeridad para que el público no se desanime tiene relación con el deseo de aumentar los ingresos y, especialmente, por los derechos televisivos.

Los dineros guardan desproporciones como esta: Madrid y Barça cobran 140 millones de euros y el último de la Liga, 12. Atlético y Valencia,

teóricamente beneficiados, 42 y el Villarreal, equipo de Liga de Campeones, 25. En Inglaterra, el Manchester United ingresa 58,2 y el último 34,9. El Liverpool 56,8. La clase media va de los 48 a los 38. En Francia el Olimpique de Marsella ingresó 49,9 y el colista, 13,9. En Alemania, el Bayern Múnich está en los 28,1 y el último en 13,3. No existe la desproporción de que el Madrid llegue a los 140 millones y el Sporting se conforme con 12. En las actuales circunstancias la Liga española continuará siendo propiedad de los dos grandes. La fórmula inglesa es más justa y solidaria. Hay que llegar a la conclusión de que la mejora general está basada en el contrato conjunto y este se desglose en tres capítulos: cincuenta por ciento, a partes iguales, veinticinco por ciento de acuerdo con la clasificación y el veinticinco por ciento restante, determinado por las audiencias televisivas. Estos porcentajes, naturalmente, son susceptibles de discusión y ajuste.

La Liga la disputan veinte y Madrid y Barcelona no pueden imponer su criterio dado que ellos solos no pueden obtener el contrato del que ahora disfrutan. El fútbol, además, tiene que acabar implantando la fórmula del límite salarial de modo que cada club podrá invertir un porcentaje concreto, para todos igual, de acuerdo con los ingresos de la temporada anterior. El sistema, seguido en la NBA estadounidense, impide que un club con grandes beneficios contrate a todos los mejores jugadores. El límite salarial no impedirá nunca que Madrid y Barcelona fichen a Pelé o a Maradona, pero el resto del dinero a invertir tendrá que hacerse con jugadores de menor valía en el mercado. Ello tiene como compensación que los clubes no gasten más de lo que pueden generar y de ahí el cumplimiento del Juego Limpio Financiero. Con ello se equilibraría la potencialidad de los equipos y la competición española se parecería cada día menos a la escocesa, en la que mandan siempre Celtic y Glasgow. Reglamentaria y económicamente, en años de tribulación sí conviene hacer mudanza.