Cuando un periodista preguntó hace unas semanas a Sergio Suárez si debía dar la mitad de su sueldo a Juan Manuel, el futbolista sonrió y movió la cabeza con un gesto de leve aprobación. En círculos públicos y privados, el canterano nunca ha escondido que el actual entrenador ha sido el gran valedor en su trayectoria profesional, aún en línea ascendente a sus 24 años.

Nadie, ningún entrenador, desde Javier Vidales a Sergio Kresic, pasando por el tándem León y Castellano, le ha dado tanta confianza y crédito al futbolista para que demuestre en el terreno de juego su talento con un balón de por medio. No en vano, el interior ha sido indiscutible durante la tercera etapa del entrenador grancanario en el banquillo, desde que en febrero pasado relevara a Paco Jémez tras el cataclismo de Granada. El ocho amarillo fue titular durante toda la segunda vuelta del campeonato anterior, salvo en dos partidos que se perdió por sanción federativa a causa de la acumulación de amarillas, por lo que en total, disputó 28 partidos, de los cuales la mitad fueron a las órdenes de su mentor.

De izquierda a derecha

El inicio de esta campaña no alteró la posición de Sergio en la escala de importancia de la Unión Deportiva. El técnico le buscó acomodo en el conjunto y le cambió de banda tras la reaparición de Vitolo, de izquierda a derecha, para que siguiera contando con peso y minutos de calidad. Por ejemplo, en Tarragona todavía deben acordarse de la recuperación de balón en la posición de lateral derecho, una cabalgada poderosa y una asistencia hacia Viera.

Por eso, con estos antecedentes sobre la mesa, causa extrañeza que el pasado sábado, ante el Valladolid, Sergio fuera el jugador descartado de una lista de 19 convocados para el compromiso frente a los pucelanos. Pocos hubieran apostado su dinero por esta circunstancia.

Sin embargo, su ausencia del grupo de los elegidos se venía macerando jornadas atrás cuando se alejó de la titularidad en el partido de Balaídos frente al Celta de Vigo, precisamente el día que debutó Roque Mesa, llegado del filial, quien ha ocupado con solvencia la demarcación de interior derecho en el campo.

En Sergio Suárez también confluye un extraño ciclo de juego en las primeras vueltas de los campeonatos. Los datos (en número de partidos y goles) ponen a las claras que el futbolista crece en su rendimiento a medida de que la temporada va avanzando. Se trata de una suerte de motor diésel que comienza demasiado frío y alcanza su tope en la ronda definitiva. Sin ir más lejos, de los seis goles que anotó en el curso pasado, cinco fueron en la segunda vuelta. Algo similar le había ocurrido en la temporada 2009-10, donde hizo tres. En esta campaña todavía no ha marcado. La grada le espera.