La Copa de Maestros llegó este año tras una temporada demasiado larga, a juzgar por el cansancio que evidenciaron algunos jugadores en el torneo de Londres que acabó conquistando por sexta vez el suizo Roger Federer, el único de entre los mejores que parece seguir vivo en la recta final del año.

El torneo enfrenta entre sí a los ocho mejores tenistas del mundo como desenlace de cada temporada pero, en esta ocasión, los tres primeros quedaron fuera al concluir la fase de grupos y se fueron de Londres confesándose exhaustos.

Los dos tenistas que encabezan el ránking, el serbio Novak Djokovic y el español Rafael Nadal, cayeron ante rivales asequibles a priori, mientras que el escocés Andy Murray se retiró a las primeras de cambio por molestias musculares.

En ese escenario, Federer, que comenzó cuarto en el ránking de la ATP y que ha salido tercero, encontró el camino despejado para batir en la semifinal al quinto del mundo, el español David Ferrer, y en la final al sexto, Jo-Wilfried Tsonga.

A sus 30 años, el helvético cerraba así con buen sabor de boca un curso irregular, el primero desde 2003 en el que no ha sumado ninguno de los cuatro Grand Slam.

Quizás para tratar de solventar esa falta de títulos en 2011, Federer no aflojó su ritmo en las últimas semanas del año, como sí que hicieron Nadal y Djokovic, que llegaban a Londres tras tomarse un tiempo de descanso.

El mallorquín, que todavía debe comparecer a principios de diciembre en la final de la Copa Davis que enfrenta en Sevilla a España y Argentina, admitió desde el primer momento que no albergaba muchas expectativas en el Masters y terminó derrotado por Tsonga tras sufrir un severo castigo ante Federer (6-3 y 6-0).

Nadal no dejó pasar ni una de las ruedas de prensa en las que compareció en Londres para lamentarse de lo larga que resulta la temporada para los tenistas y recalcó que siete años soportando la presión de la elite, sin apenas descanso, le están haciendo perder la "pasión" por este deporte.

El actual número dos del mundo, que se alejó de las pistas durante algunas semanas en noviembre, no hará vacaciones en este final de año y, tras la Davis, comenzará a entrenarse sin transición para 2012, que comenzará en enero con el Abierto de Australia y que presentará un calendario especialmente apretado, al que se suma la cita olímpica de Londres.

El español ya está pensando en una nueva temporada en la que tratará de frenar la inercia ganadora de un Djokovic que este año le ha arrebatado en la final dos grandes torneos, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos, y le ha desbancado del primer puesto del ránking de la ATP.

El serbio ha firmado uno de los mejores cursos de la historia del tenis, en el que solo ha perdido seis partidos, dos de ellos en la Copa de Maestros, una estadística que demuestra que el número uno no llegaba al último torneo del año con la concentración y el estado de forma adecuados.

Ferrer, quinto del mundo, le asestó al serbio la derrota más severa que ha recibido el número uno del ránking en los últimos 28 años (6-3 y 6-1) y el jugador reserva del torneo, su compatriota Janko Tipsarevic, volvió a superarle y le tiró de la primera ronda.

El estado de forma anómalo de los mejores brindó la oportunidad para lucirse a los tenistas que llegaban por debajo de los cuatro primeros, especialmente a Ferrer y Tsonga.

El español, que ya había sido finalista de la Copa de Maestros en 2007, cuando había perdido ante Federer, no pudo igualar este año aquel resultado, pero se fue satisfecho del torneo tras batir al número uno, Djokovic, y al número tres, Murray, en la fase de grupos, y haber caído en la semifinal frente al suizo.

Tsonga, por su parte, confirmó en Londres el buen momento de juego que ha lucido en una temporada en la que ha logrado dos títulos, Viena y Metz, y eliminó de Wimbledon en los cuartos de final al seis veces campeón Roger Federer, que le ha devuelto el golpe imponiéndose en la final del Maestros.