La maquinaria blanca está engrasada y perfectamente rodada. El pecho del Real Madrid vuelve a henchirse de orgullo mientras aniquila a sus rivales desde la contundencia de su juego. Ahora, en su segunda temporada al frente de la nave, Mourinho ha afianzado las líneas maestras que rigen el paso triunfal de su equipo por la Primera División. El Madrid gana los partidos antes de llegar al descanso y con goleadas a partir de una presión asfixiante, la superioridad física de sus jugadores, la transición entre defensa y ataque más veloz que se recuerda y la pegada criminal de su delantera. Con seis puntos de ventaja sobre su máximo oponente cuenta con todo de cara para ganar el duelo al Barcelona de Pep Guardiola y dejar el campeonato, salvo catástrofe mayúsculo, visto para sentencia.

Solo una duda asoma en el horizonte blanco de cara a un nuevo capítulo en la batalla a muerte entre estos dos colosos. Las preguntas giran en torno a la propuesta y la disposición táctica que presentará su entrenador, José Mourinho. ¿Mantendrá la ambición ofensiva que muestra su equipo a partir de la posesión del esférico o repetirá la apuesta del pasado curso por la contención y la destrucción?

Esta segunda opción es la que al técnico portugués le valió un empate en el Camp Nou, la clasificación para la final de Madrid y, a la postre, una Copa de Europa cuando entrenaba al Inter de Milán. A partir de esta experiencia Mou diseñó la estrategia en la saga de duelos -entre Liga, Copa y Champions- de la recta final de la pasada campaña. El elegido optó por dar galones de mando a Pepe en el centro del campo y minar, con patadas, el juego de los culés. El resultado fue desigual. El Madrid ganó la Copa del Rey, superando así el mal fario que lo perseguía en esta competición, pero perdió la liga y la orejona europea. El saldo fue deficiente. Mientras, la primera opción, la que conlleva salir a ganar sin variar el estilo en función del rival, le permitió tutear al Barça en su estadio durante la primera parte del partido de vuelta de la eliminatoria europea. También, volviendo al Inter, le sirvió para batir holgadamente a su rival 3 a 1 del Giussepe Meazza. La respuesta es de Mou.