La guerra de guerrillas es un invento tan español como el submarino que luce el Cartagena en su escudo. Surgió en la invasión napoleónica. La táctica militar consistía en hostigar al enemigo, siempre mayor en número, con destacamentos irregulares y mediante ataques rápidos y sorpresivos. Aún se dan casos de guerrillas en el planeta tierra. Ayer, en Cartagonova, alejado de esta idea perniciosa de muerte y caos, la Unión Deportiva empleó una estratega castrense similar. El objetivo era robar la pelota y hacer daño a un adversario temeroso, que apenas movía el balón por pavor a perderlo.

El Cartagena es el peor equipo de la categoría por todo lo que vimos. Le falta gol, eso es evidente, pero también le faltan argumentos como conjunto a pesar de tiene una razonable calidad individual.

A Las Palmas le costó darse cuenta que lo único potable que intentaron los anfitriones fueron los balones a los espacios detrás de la defensa. La espalda entre los laterales y centrales se convertía en terreno propicio para las incursiones del habilidoso e ineficaz Collantes. Pero una vez restañada esa adversidad, los amarillos pudieron hacerse con el control del partido, aún cuando se quedaron con diez elementos en el terreno de juego por la expulsión de Javi Guerrero, tras un inocente agarrón.

Más presión

Precisamente el madrileño, junto a Portillo, apretó la línea de presión hasta las proximidades del área del Cartagena a mediados de la primera parte y los locales empezaron a temblar como flanes de huevo. A los centrales les quemaba la pelota y el portero también contribuyó a la ceremonia de la confusión para los cartageneros. No sólo el medio del campo local carecía de una armamento algo fiable sino que los zagueros fallaban y restaban fluidez a la mínima circulación de balón.

El partido estaba para Las Palmas en el inicio de la segunda parte. La presión amarilla subió unos pasos y al estilo incisivo de los delanteros se les sumaron los mediocampistas. Todos mordían, todos iban a una, lo que propiciaba que la Unión Deportiva recuperara balones en situaciones comprometidas para los dueños de Cartagonova. Quizá en ese tramo de máximo control amarillo, se echó de menos la aportación de Jonathan Viera, que se debió quedar en Gran Canaria a causa del castigo federativo por las cartulinas.

Con el talento de La Feria en el campo, todos los caminos hubieran apuntado a la portería de Manu Reina, que aún así se veía cada vez más asediada con el paso de los minutos.

La expulsión de Javi Guerrero sirvió para descomprimir el partido. La roja salvó de la quema al grupo de Javi López cuando más asfixiado estaba sobre el césped. La postura lógica de Juan Manuel fue retrasar a todos sus elementos diez o veinte pasos. En la televisión se escenificó el movimiento con un gesto aclaratorio de Juan Carlos Socorro, que ejerció ayer como primer técnico, donde colocaba sus dos manos en perpendicular, destacando cuatro dedos en cada una de ella. 4-4-1.

Disposición defensiva

Las bandas se cerraron y los gemelos tuvieron que multiplicarse hasta que fueron relevados. Tampoco se inhibió del esfuerzo colectivo el cuarteto defensivo, que achicaba al máximo los espacios. Un par de fueras de juego bien tirados por la zaga permitieron que Barbosa no pasara tantos apuros ante los ataques desordenados pero continuos de los locales.

Juan Manuel siguió aplicando con diligencia la guerra de guerrillas, pero ahora los contragolpes avanzaban más pesados. Esto fue porque Vicente se olvidó de cualquier ramalazo ofensivo y se centró en la contención; mientras que Javi Castellano se convirtió en el general de división que necesita la zona ancha cuando un equipo se encuentra disminuido en número.

El mediocentro despachó con excelencia el trabajo en el centro, evitando que Mariano y Dimas accionaran las palancas a su antojo. Fue el mejor jugador sobre el césped, a excepción de Barbosa, que se hizo de oro parando el penalti. Ahora queda averiguar cómo jugará esta Unión Deportiva sin Javi Castellano.