En un partido tan sosaina como el que ayer disputaron la UD Las Palmas y el Deportivo de La Coruña, sólo el centelleo de Jonathan Viera con la pelota pegada a su pie derecho alcanzó para sacudir a los 10.832 espectadores que se dieron cita en el Estadio de Gran Canaria. Aún así, el descaro del joven mediapunta, alineado -como una condena- para escorar su juego hacia las bandas, resultó insuficiente para tumbar a un rival que, al pausado pero infalible son marcado por Juan Carlos Valerón, se llevó un triunfo que vale oro.

Jugó Jonathan Viera, pero ganó Juan Carlos Valerón que, de paso, instruyó al joven valor de la UD Las Palmas sobre la importancia de la eficacia en el negocio. El futbolista de Arguineguín tiró de picaresca para provocar un penalti que, al final, resultó definitivo para dar la victoria al Dépor. Pero, además, aplicó con elegancia, en una lección ejecutada en 60 minutos, todo el manual para hacer la vida más fácil en el campo, sin excesos, a todos sus compañeros.

Valerón, en una hora, repartió 22 pases, 16 de esas caricias al balón que, casi siempre al primer toque, acabaron en los pies de otro jugador del Deportivo, dato que resalta el nivel de eficiencia de un futbolista que, lejos ya de su mejor momento, marca la pauta de un equipo que se mueve y gravita a su alrededor.

Ante la hipnótica parsimonia de Juan Carlos Valerón, Jonathan Viera tiró de atrevimiento. En el escaparate, en un partido televisado a nivel nacional y frente al coco de la categoría, el canterano de la UD Las Palmas no se guardó nada en la chistera. Tiró de regates, cambios de ritmo y ruletas para sacar de quicio a la zaga del Dépor. Diabluras todas que, situado en un extremo, resultaron improductivas para el buen funcionamiento colectivo.

Atrapado el juego de la UD Las Palmas en el centro del campo, con el Deportivo bien plantado a lo largo y ancho del campo para generar un cortocircuito en cada intento de transición rápida planteado por el equipo amarillo, a Jonathan Viera no le quedó otra que descolgarse hacia posiciones muy retrasadas, lejos de la zona donde incrementa el valor de todas sus virtudes: el área.

Jonathan Viera, de perfil más individualista, tiró 20 pases a sus compañeros, de los que sólo 11 encontraron el destino correcto. Más allá de la combinación, el joven canterano buscó la portería de Aranzubía a través del desborde en una mañana en la que puso a prueba la disposición defensiva de Laure, lateral derecho del Deportivo, incapaz de contener tanto talento.

Con Vitolo, indultado tras varias semanas de exclusión técnica, por la derecha y Jonathan Viera por la izquierda, el juego de la UD Las Palmas se diluyó por el eje. Y sin la asociación de los futbolistas más verticales y sin la relación de los jugadores con más sentido del desmarque, todo tiene un tono más gris, más tristón, en un equipo que pierde fuelle según pasan las jornadas.

Justo todo lo contrario que el Dépor, que ha encontrado en Valerón su faro y su guía.