Revoloteó por sobre muchos campos a lo largo y ancho de este terráqueo globo. Uruguayo de nacimiento, pero español de adopción, Héctor Núñez fue un verdadero trotamundos del fútbol, si bien es cierto que repitió y tripitió etapas en algunos de sus equipos, porque en todos ellos siempre dejó huella. La huella de su impronta, de su exquisita personalidad y, sobre todo, de su saber de fútbol, porque por encima de todo, de ser una gran persona, también era un grandioso entrenador.

Héctor Núñez Bello (Montevideo, 8 de mayo de 1936), apodado el Pichón desde su época como futbolista en el único equipo que defendió en su país natal, el Nacional de Montevideo -luego defendería las casacas del Valencia, y, en menor tiempo, las de Levante y Mallorca-, emprendió este pasado lunes su último vuelo. El vuelo hacia el cielo.

Víctima de una penosa enfermedad, Héctor Núñez falleció en Madrid, donde había fijado su definitiva residencia, a los 75 años de edad.

Etapa amarilla

En los albores de la temporada 1983/84, después del doloroso descenso de Primera tras 19 temporadas consecutivas en la máxima categoría, el entonces presidente de la UD Las Palmas, José de Aguilar, contrataba al técnico charrúa, que venía de realizar dos buenas campañas con el cuadro de la Universidad Autónoma de Guadalajara, equipo conocido como Los Tecos, de ahí que a su hijo le llamase precisamente Teco como apelativo cariñoso.

Fue una temporada un tanto atípica, con excelente rendimiento en la Copa y muchos altibajos en la Liga.

El Barça de Maradona

En la competición del ko, el cuadro amarillo se parapetó en semifinales, donde cayó a manos del todopoderoso Barcelona de César Luis Menotti que comandaba el astro argentino Diego Armando Maradona.

Los amarillos cayeron 2-1 en el Camp Nou y, en la vuelta, un golazo del chileno Koke Contreras hizo posible la prórroga y el posterior lanzamiento de penaltis, donde los errores del propio Koke y de Félix Marrero sentenciaron al cuadro amarillo y dieron el pase a la final, con el susto en el cuerpo, a los blaugrana.

Al no llegar a cumplir el objetivo trazado de retornar entre los grandes, el propio Núñez dio un paso al costado y dejó el equipo con la finalidad de que los dirigentes pudiesen empezar a preparar la siguiente campaña, en la que él no formaría parte del proyecto.

Fue la campaña del ascenso con Roque Olsen como patrón de la nave.

Héctor Núñez dio muestra entonces, una vez más, de su bonhomía, de su buen corazón, en el que siempre llevó al equipo amarillo en lo más hondo, como también llevó a la multitud de amigos que dejó a su paso por la Isla, a la que de vez en cuando regresaba para echar unos mates y alguna partida de envite.