El clásico enfrentamiento entre Real Madrid y FC Barcelona se ha convertido en los últimos años, por insistencia, en una novela por entregas en la que sus dos personajes estelares, José Mourinho y Pep Guardiola, figuran enfrentados y bajo una comparativa constante, inmersos en una trama de poder, ambiciones e insidias. Por eso si la naturaleza humana ha sido objeto de estudio por los más grandes autores de la literatura, ambos encuentran su reflejo fiel, negro sobre blanco, en la biblioteca universal.

Bajo esta premisa, Mourinho es el espejo de las pasiones, deseos, instinto y sentimientos que mejor encarnan, sin esconderse ni ocultar defectos, los personajes de William Shakespeare, mientras que su homólogo, Josep Guardiola, esconde el carácter estoico y sacrificado, enmarcado en una realidad agresiva que le es ajena, propia de la concepción filosófica de las obras de Albert Camus.

El Iago de Mourinho

El entrenador blanco ha asumido el papel controvertido como pocos. Sentimientos como la ira, el temor o los celos pueden verse en el entrenador madridista formando parte de aquello que le motiva a actuar y regalar una frase pérfida, primero, seguida de una puntiaguda después. Mou, por lo tanto, es el maquiavélico Iago de Otelo, modelo de intriga universal, con su paciente dedicación a doblar y desdoblar los pliegues de la astucia. Es el Claudio de Hamlet o el Casio de Julio César, "No me llaméis arrogante, soy campeón de Europa, soy especial", aseguró The Chosen One mientras entrenaba al Chelsea en la Premier League.

La corona en el autor isabelino y los títulos, en especial la Copa de Europa, en el técnico portugués, mueven, como motor inmóvil, a muchos de los personajes de la ficción de Shakespeare y la realidad de Mou, con mensajes que se suponen, se adivinan, o se revelan a golpe de cuchillo. "Guardiola es un gran técnico pero ganó una Champions que a mí me daría vergüenza", proclamó el técnico portugués en las semifinales de la pasada edición en las que se enfrentó a su archienemigo blaugrana. Macbeth y Lady Macbeth sirven el ejemplo en el autor clásico. Ambos sueñan en su ambición y se convencen de ser las únicas criaturas capaces de merecer el cetro que tanto ansían. Y también es la ambición de los personajes del autor inglés que los empuja a una lucha por una especie de permanencia y de inmortalidad que aflige al ser humano. "Tampoco Jesucristo era simpático para todos, así que imagínate yo", se justificó el madridista.

Por contra, su colega blaugrana encuentra su mayor recreación literaria en la figura de Mersault, el Extranjero de Camus, un personaje que carece de la hipocresía básica necesaria para sobrevivir en una sociedad que le acosa y le golpea.

La colonia de Sísifo

"A lo mejor es así. A lo mejor tienen razón y soy irónico y meo colonia", se definió Pep. Y es que Guardiola encaja los ataques de su oponente, las acusaciones sobre favores arbitrales o el repertorio de faltas que sufren sus jugadores como una realidad que le es tan incontrolable como ajena. Como mucho, sin alzar la voz, se rebela ante lo que considera una realidad absurda. "Mourinho es el puto jefe, el puto amo en esta sala [de prensa] y en esto yo no quiero competir en ningún momento", afirmó en su mayor salida de tono. Además, Guardiola como Mersault es un ejemplo de la existencia del hombre moderno, en la que lo cotidiano y lo extraordinario, lo predecible y lo inexplicable, se alternan de manera aleatoria; simplemente suceden y lo que ellos hagan queda al margen y libre de juicios morales. "¿Los árbitros? ¿Qué gano yo quejándome? ¿Me dan los puntos o los penaltis? No encuentro beneficio en quejarme", afirmó hace unos días.

Mersault es, además, prefigura del Sísifo de Camus, considerado como el más astuto entre los hombres, únicamente comparable con Odiseo, su abuelo, en ingenio y atrevimiento, hasta el punto de ganarse la antipatía de los demás hombres y un dolor de cabeza para los dioses. "Si perdemos, continuaremos siendo el mejor equipo del mundo. Si ganamos, seremos eternos", anunció el técnico de Santpedor.