El rugir del Centro Insular se convirtió en murmullo cuando a falta de seis segundos para el final de la segunda prórroga y con un agónico 91 a 90 parpadeando en el marcador, Xavi Rey se dirigió a la línea de tiros libres. El pívot de infancia blaugrana llevaba una tarde aciaga -1 de 5- en la suerte del punto a punto y se veía, con el partido en sus manos, en la soledad de sus pensamientos y en el escenario de su peor pesadilla. Entonces, Savané, su compañero en los ejercicios por parejas, se acercó. "Xavi, ya has hecho tus peores registros, ya no puedes fallar más", le espetó éste, para añadir, "no tienes presión, no lo puedes hacer peor, así que mete esos dos tiros". Rey no falló.

Ni a la primera ni a la segunda, sino a la tercera oportunidad. Después de 50 minutos de batalla, épica y tensión, de igualar fuerzas con el líder ACB, lo imposible se convirtió ayer en realidad bajo la receta del estilo Granca: un equipo, una afición. El conjunto insular, en su peor temporada de la década, logró una victoria que eleva su leyenda. Pero ésta fue una gesta superior a todas las anteriores por la necesidad y por las dudas que habían acumulado los claretianos en su reciente hoja de ruta. Por eso, al amparo de 4.800 gargantas entregadas en la mística del mejor CID imaginable, lo de ayer ante el campeón blaugrana no fue un partido, sino más bien una auténtica odisea homérica, de sufrimiento y carácter ante gigantes, fuerzas ingobernables y dioses de la canasta, en los que los jugadores de amarillo forjaron su destino, en forma de epopeya, por encima de mil y un obstáculos.

Dominio amarillo

El equipo de Xavi Pascual solo mandó durante los primeros minutos del envite, justo hasta que un zarpazo en forma de triple de Mike Bramos, bajó del Olimpo al quinteto visitante. Los de Pedro Martínez comenzaron tímidos, sin saber cómo atacar el aro hasta que Bramos vio al rey desnudo. Son humanos, confirmó el pabellón y los de amarillo se calzaron zapatos alados para sumar punto tras punto hasta llegar al 20-15 del final del primer cuarto. Entremedias, un parcial de 8 a cero finalizado por un triple estratosférico de Alvarado, en el día de su enésima consagración.

Pero fue en el segundo cuarto en el que los jugadores amarillos se liberaron de esa losa mental que les ha lastrado durante buena parte del curso. Firmes en defensa se lanzaron sobre su rival como guepardos hambrientos sobre gacelas Thompson. Nelson, sin fallo alguno, y Rey elevaron la diferencia, primero hasta los 13 (32-19) y después con mate del de Idaho y cinco puntos seguidos de Savané, hasta los 14 (40-26). El CID en pie enloquecía para confirmarse como sexto hombre sobre el parqué.

Entonces, Mickeal y Navarro se fajaron y devolvieron un parcial de ocho puntos antes de que a dos segundos del final y tras una espaldinha involuntaria de Haynes, el balón llegó a las manos iluminadas de Spencer Nelson. Éste lanzó, dos metros tras la línea medular como si lo hiciera con un mortero. El cuero entró, 43 a 34, y con el estallido de la grada, Nelson (17 de valoración en la primera mitad) se marchó al vestuario caminando sobre la mesa de los jueces.

Tras el descanso y con una salida fulgurante del equipo visitante, el respetable local contuvo el aliento. Fue el primer escollo serio. La barrera del tercer cuarto que tanto daño ha hecho en el pasado más reciente puso al Barça a tres. Pero, el Granca no se arrugó. Fue la primera gran prueba en su epopeya, sorteada a base de triples -Bellas y Bramos- y con la solidez de Savané bajo los aros.

El cuarto periodo empezó con 61 a 51 y con el aliento del Barça en el cogote, ahora sí recortando una diferencia que fue decreciendo a cuentagotas. Lorbek, Rabaseda e Ingles perforaron el aro a base de triples, mientras Alvarado aguantaba el tipo con valentía y persistencia; de coger su propio rebote y anotar de tres. Fueron sus últimas acciones antes de la irrupción clave de Bellas en la ecuación amarilla, con el partido en un pañuelo. Haynes y Dowdell habían intentado frenar a Navarro, habitual verdugo amarillo y de medio planeta, sin suerte. Martínez emparejó a Bellas con el escolta catalán y comenzó el duelo.

El Barcelona giraba sobre su estrella e Ingles y Lorbek se aprovecharon desde la línea de tiros libres. El segundero frenaba su cadencia y la herida amarilla supuraba poco a poco. Bramos anotó un triple que pareció glorioso antes de que Ingles dejara el partido en manos de Navarro. A 20 segundos para el final este botó para consumir el tiempo antes de arrancar y colarse hasta la cocina. Atacó el aro y Nelson taponó su tiro en el aire. Pareció tocar solo el balón pero el silbato sonó. Falta, tiros y prórroga. Tras un respiro, el Granca se vio contra las cuerdas, cinco abajo, pero la epopeya aguardaba un desenlace heroico. Savané igualó y Bellas aventajó a los amarillos. Pero Navarro penetró y firmó una canasta para forzar (84-84) un nuevo overtime. Lo imposible sumaba enteros. La epopeya encarecía su épica. Había que sufrir y gritar más. Entonces llegó el momento de Rey y de Juan Palacios, que forzó un canastón con dos más uno. Después, el hombre alto, sentenció, tras sufrir lo indecible. El CID festejó su epopeya.