En el baloncesto, básicamente, el juego consiste en meter canastas. Luego, como una aguja al zurcir la tela, hay que hilvanar mil y un detalles para alcanzar un nivel óptimo para ser profesional en una cancha: entender y ejecutar los conceptos básicos, obtener la mejor condición física posible, desarrollar un carácter solidario como equipo o perfeccionar todos los mecanismos posibles para defender. Todos los matices anteriores aparecen como aspectos innegociables en el negocio, pero aún así, con todo, son asuntos menores ante el arte de encestar. Y el Gran Canaria 2014, esta temporada, tiene un problema grave: le cuesta un horror anotar.

Con unos porcentajes de acierto, en las 27 jornadas previas al partido de ayer ante el Banca Cívica, que meten miedo -66,5% en tiros libres, 47,3% en tiros de dos y 30,7% en triples-, el Granca sobrevive en la Liga Endesa porque Pedro Martínez ha logrado levantar un señor equipo desde la defensa, tonalidad del juego en la que sólo dos superpotencias como el FC Barcelona Regal o el Caja Laboral presentan mejores números.

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