Era el 13 de diciembre de 2011. Corría el minuto 78' de juego y el Real Madrid venciá por 0-2 a la SD Ponferradina en dieciseisavos de la Copa del Rey. En la banda, Jesé Rodríguez Ruiz (Las Palmas de Gran Canaria, 26-02-1993), memorizaba los últimos consejos de José Mourinho antes de pisar el césped de El Toralín. Su ídolo, Cristiano Ronaldo, era el elegido para cederle el testigo en el terreno de juego. Con el 28 a la espalda, Jesé Rodríguez cumplía su sueño: debutar en un partido oficial con la camiseta blanca del Real Madrid.

Sin embargo, el inicio de esta historia se sitúa en la cadena del Virgen del Pilar, donde Jesé, comenzó a pelotear con seis años. De ahí, el salto hasta la fina cantera del Huracán, donde arrancó su camino hacia Valdebebas. Su asombrosa potencia, exquisita técnica y diabólico descaro no pasó desapercibido para Sixto Alfonso, que lo reclutó para La Fábrica.

Con tan sólo 15 años, el extremo grancanario encandiló al cuadro técnico del cadete B del Real Madrid y su posterior llegada al cadete A estuvo acompañada de las primeras repercusiones mediáticas. Su velocidad, regates y verticalidad hicieron inevitables las comparaciones con CR7. Aún cuando era cadete, el jugador blanco comenzó a sumar convocatorias con el Juvenil. Con ellas, llegaron las primeras llamadas de La Rojita. Jesé, Deulofeu o Alcácer, demostraron que darían que hablar con su subcampeonato en el Europeo Sub-17 de 2010. Su progresión se había desenfrenado. Tras completar la pretemporada pasada a las órdenes de José Mourinho en el primer equipo, Jesé Rodríguez devolvió al Castilla a Segunda División, para convertirse en una de las promesas más firmes del panorama futbolístico nacional.