"Sería injusto que los resultados condujeran a la destitución de Sergio Lobera". Éste es el pensamiento mayoritario en el vestuario de la Unión Deportiva, que cierra filas en torno a su jefe de grupo tras la derrota el sábado frente a la UD Almería. En círculos públicos y también en privados, el grueso de la plantilla de Las Palmas ha lanzado mensajes contundentes de apoyo y respaldo hacia los métodos, la dedicación y la profesionalidad de su entrenador, a pesar de que la situación deportiva se deteriora con el paso de las jornadas.

"Confiamos en él", afirmó Momo sin rodeos en la puerta de los vestuarios del Gran Canaria, después del último patinazo en casa, donde el equipo no conoce la victoria en el presente curso. De hecho, los amarillos no ganan un encuentro desde hace siete jornadas, en Santander, y ya están metidos en zona de descenso a Segunda B, tras el triunfo ayer del Sporting frente al Villarreal. El balance de tres puntos de 21 posibles resulta nefasto y los puestos de promoción, que delimita el Sabadell, próximo rival en Siete Palmas, se sitúan a ocho puntos.

Lejos de mostrarse escépticas con la propuesta del aragonés, las voces más autorizadas de la caseta, los futbolistas con más trayectoria dentro del equipo, respaldan la labor del preparador y consideran que la mayor cuota de culpa de la dinámica actual recae en los propios jugadores. Convienen en que hay que hacer un nuevo ejercicio de autocrítica e inmediatamente ponerse el mono de trabajo, para seguir limando las disfunciones que provocan los tropiezos. En este sentido, a pesar de que muchos tenían planes ya apalabrados con familiares y amigos, nadie rechistó cuando el técnico organizó una sesión de entrenamiento para ayer por la mañana cuando estaba prevista una jornada de descanso en la agenda. Es solo un detalle de la implicación del grupo.

Los jugadores protegen al entrenador por conveniencia y convicción. Entienden que la situación comienza a ser delicada, nadie escurre este asunto, y además saben que el crédito no es ilimitado en un equipo profesional para un técnico, por lo que sería impredecible qué les depararía un nuevo inquilino en el banquillo. Las rutinas de trabajo y el trato personal de Lobera a sus jugadores están siendo exquisitos, según los propios protagonistas, y creen que la paciencia les llevará a mejorar la dinámica actual, que convierte cualquier mínimo contratiempo en una montaña difícil de superar.

Sin embargo, la maraña de nervios, a causa de los tropiezos repetidos, se vislumbra más en el entorno que en la propia caseta. "El entrenador está muy tranquilo ante los malos resultados, porque cree que el trabajo dará sus frutos. Es cuestión de serenidad", aprecia un recién llegado a la plantilla de la UD, que tampoco tiene demasiada experiencia en situaciones límite. La mayoría de los jugadores consultados se explican de la misma manera.

Mientras, en otras instancias del club, el presidente, Miguel Ángel Ramírez, ha dado indicaciones a sus colaboradores más directos para que arropen, de acto y de palabra, al entrenador durante las próximas semanas, consciente de la mala situación clasificatoria y la debilidad que ha provocado en el equipo los últimos resultados. Se trata de una medida lógica del máximo dirigente, que intenta alinear a todos los ejecutivos de la entidad y el pensamiento que supura el vestuario con su técnico.

En la caseta, a pesar de la situación de urgencia, nadie ve el partido del próximo lunes frente al Castilla "como una final" para el futuro del entrenador. Puntualizan que sería una decisión "precipitada" en la novena jornada, aunque desde las oficinas de Pío XII se desliza que cuando haya la mínima duda sobre la capacidad del técnico para revertir la cuestión será su adiós.