El fallecimiento de Domingo Martín Castañares, el que fuera defensa de la Unión Deportiva Las Palmas allá por los años cincuenta, resucita de nuevo todas las evocaciones posibles -y muchas más- de los sucesivos ascensos que llevaron a nuestro club representativo desde la categoría regional a la Primera División del fútbol español.

En aquel contexto, tenemos que decir que Castañares y todos sus compañeros de vestuario dinamizaron la vida deportiva de nuestra Gran Canaria. Hasta extremos inusitados. Días de gloria balompédica que nos remontan, en concreto, al 8 de julio de 1951, de forma concreta a la primera ciudad de este archipiélago. Como recuerdos posteriores al partido, aún tengo in mente -con una perspectiva juvenil- ver la calle Mayor de Triana de bote en bote, poblada de banderas y con un ambiente cargado con cantos de riqui y raca. Y, en suma, al entorno de la alegría generalizada de un pueblo que continúa, aún hoy, teniendo en su club amarillo el mejor de los sentimientos deportivos de la canariedad.

Añadir, por otro lado, que entonces todos nos sabíamos de memoria los nombres de los jugadores que aquel día, con su triunfo ante el Málaga, hicieron posible la gesta. Pero sería injusto por nuestra parte no recordar, hoy, a otros (Padrón, Antoñito Jorge, etc, etc) que, desde la mismísima suplencia de aquella histórica fecha -pero con titularidades en muchos partidos de las liguillas-, contribuyeron con sus esfuerzos a lograr lo que ningún equipo de Canarias había materializado hasta aquel mismo instante.

Queda, pues, el fallecimiento de Castañares como referencia de un club -como es el nuestro- distinto a los demás. Tan distinto como que en su seno cabía -y caben- todo el mundo, sin exclusiones de ideas y proyectos. Tanto fue así que su presidente, el del ascenso, contrató para aquel fin de temporada a un técnico de izquierda para dirigir a la plantilla de la entidad futbolera más representativa de Canarias. Un entrenador, como fue el mítico Luis Valle, al que hoy -aunque sea un día de luto futbolístico- debemos mencionar como el hombre que con su planteamiento ante el Málaga -del que algún día hablaremos- batió al míster del banquillo andaluz, ocupado entonces por un legendario -y hombre de derecha- llamado Ricardo Zamora.